Revés Online

Nadie es ilegal, el documental que registra la violencia contra desplazados

El documentalista mexicano Carlos Underwood ha recorrido buena parte de Europa para registrar la crisis humanitaria derivada de políticas contra la migración. El resultado es la película No one is Illegal Every Day Tomorrow, que por lo pronto ha sido seleccionada para el Festival Contra el Silencio Todas las Voces. Es un retrato crudo, historias de familias que se enfrentan al racismo, la represión y la xenofobia, todo por buscar una vida alejada de la guerra o la destrucción de los recursos naturales.

Con la producción de María Atahona, el documental retrata lo que ocurre en regiones como España, Francia, Reino Unido, Irlanda del Norte, Polonia, República de Irlanda y Marruecos. Ahí, se tejen dramas de miles de desplazados de sus propios países ya sea por razones económicas, políticas y de medio ambiente. Gente que huye para tener mejores oportunidades de desarrollo, pero que a menudo encuentra violencia policiaca o políticas migratorias llenas de discriminación.

En entrevista, Underwood da  detalles sobre este trabajo que también abarca parte de la crisis por la invasión de Rusia a Ucrania.

¿Cómo es que llegaste al tema?

La raíz del documental nace en 2016, justo cuando yo me mudo de México a España. Antes de asentarme en Valencia, tuve la oportunidad de estar en Grecia y justo ahí se vivía una crisis humanitaria sin precedentes debido a que miles de personas refugiadas, también solicitantes de asilo e inmigrantes en general, estaban atrapadas en condiciones terribles y sin acceder a medidas de protección por el cierre de la llamada Ruta de los Balcanes Occidentales.

Esta situación provocó una alerta mundial y se vio una situación penosa para miles de personas. Así, tuve la oportunidad de conocer desde adentro el campo de refugiados en Eleonas, que ya no existe; era una situación totalmente deshumana. Vivían las personas con sus familias en estos tipos de trailers o cajones metálicos con temperaturas extremas, ya fuera calor o frío.

Imagínate cómo era la vida dentro de esos campos. Era la primera vez que veía eso de cerca y tuve la oportunidad de hablar con muchos refugiados y solicitantes de asilo procedentes de Afganistán, sirios y de Irán. No solo me contaron la terrible situación que estaban viviendo en ese momento, sino todo el viaje que habían hecho para llegar a supuestamente un país seguro. Entonces, ahí nace esa idea de poder hacer algo para explicar lo que estaba viviendo en ese momento.

Supongo que te cambió muchas perspectivas…

Fue muy aleccionador, me abrió prácticamente los ojos. En ese viaje fui con María Atahona que también es mi pareja, y al final se convierte en la productora del filme. Ella tiene estudios y bases como educadora social y entonces creo que fue una buena mancuerna por todo lo que aportó para poder plantear esta crisis humanitaria que estábamos viendo de primera mano.

También lo que motivó ir desarrollando esta idea fue mi residencia en Valencia, porque ahí conocí los centros de detención de migrantes que prácticamente son prisiones. Los gobiernos, en este caso el gobierno español, los utiliza para encerrar a personas en un estado de administración irregular. Entonces no tienen documentos, no tienen papeles para estar en el país y los encierran ahí para deportarlos, lo que también es una forma de castigo. Yo no sabía que eso existía en Europa; en el caso de Valencia está el de Sapadors, en medio de la ciudad y de un barrio. Es asombroso que puedan existir estos centros que son alrededor de 200 en toda Europa.

¿En ese punto decides llevarlo a largo documental?

Europa se dice defensora de los derechos humanos y son los que más los vulneran. Esas dos situaciones que vi de primera mano, tanto los centros de internamiento para extranjeros como los campos de refugiados en Grecia hicieron que empezara a cocinar la idea de un documental. En ese momento no lo visualizaba como un proyecto de gran aliento, como un filme, pero sí empecé a reportear, a hacer investigación, a grabar, a filmar protestas, a entrevistar personas que solicitaban asilo. También a informarme de lo que estaba pasando realmente, porque los gobiernos utilizan el tema migratorio como algo político para culpabilizar a estas personas vulnerables, para señalarlas y culparlas de situaciones que eran fallas estructurales, como la crisis económica, la falta de vivienda y muchas otras situaciones que se viven en Europa.

Los números son preocupantes…

Sí, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) había hecho algunos conteos de todas las personas que permanecían atrapadas, digamos, en Grecia. Hablaban de un número de casi 100 mil en ese año y no tenían la protección internacional que merecían por todos estos esfuerzos fallidos por parte del gobierno. Se ha hablado de abrir rutas seguras y legales para las personas que huyen de los conflictos o de otras situaciones, como persecución religiosa e ideológica. Son personas que necesitan emprender viajes difíciles porque ponen en riesgo sus vidas.

Actualmente, hablamos de 281 millones de migrantes internacionales en todo el mundo y la cantidad de desplazados es de 117 millones, lo que nos da la idea del tamaño de la crisis. La misma ACNUR menciona que una de cada 30 personas en el mundo son migrantes, así que con el documental queremos mostrar la realidad brutal de los migrantes y solicitantes de asilo europeos en su viaje para llegar a un país seguro. Son miles que se quieren alejar de la guerra, de la persecución política, de los esgtragos del cambio climático. Al mismo tiempo, no queremos abonar a lo que dice la extrema derecha respecto a los migrantes, porque cada vez son más los ataques de odio y la xenofobia.

¿En qué países se centraron para contar estas historias?

Es un tema muy complejo y difícil de abordar y por eso decidimos reducirlo a España, Francia, Reino Unido, Irlanda del Norte, Polonia, República de Irlanda y Marruecos. Eso nos dio un micro universo y nos permitió mostrar diferentes situaciones de vulneración de derechos humanos a los migrantes no europeos. En el caso de Marruecos, se hace evidente con la tragedia de Melilla, donde las autoridades españolas y marroquíes asesinaron a decenas de migrantes que buscaban cruzar, saltar estas terribles vallas que hay en la frontera entre Nador y Melilla. Creo que ese es un ejemplo de la brutalidad policial que tienen que enfrentar las personas que no están cometiendo ningún delito, simplemente buscan mejorar su vida y encontrar seguridad. Sin embargo, los criminalizan y en este caso los mataron, los asesinaron.

En Francia, queríamos mostrar cómo el Estado mantiene a miles de personas que buscan cruzar en pequeñas embarcaciones el Canal de la Mancha y llegar al Reino Unido. Todos ellos han sido rechazados de otros países no europeos y no les han concedido el asilo, su única y última esperanza es el Reino Unido. En el documental podemos ver que viven en condiciones terribles, donde la policía impide a toda costa de que crucen.

¿Cuál es tu interpretación de toda esta crisis?

La migración no es un problema, los desplazamientos de las personas se deben a que buscan un lugar mejor. Eso se deben a conflictos de sus países de origen, ya sea internos o con otras naciones. La verdadera crisis es que hoy en día existan gobiernos que criminalicen a estas personas, pero también la discriminación, el racismo y la xenofobia. Debe haber políticas públicas para proteger a las personas vulnerables que son desplazadas, porque no hablamos de números tan grandes, esos son mensajes falsos de la ultraderecha: términos como migración masiva, oleada de migrantes o invasión. Son calificativos para crear miedo entre la población que de por sí ya la está pasando mal por los problemas de cada región.

Hay un choque cultural para las personas que llegan de un lugar completamente distinto, y a eso súmale que no te validan como persona al no darte documentos, al no reconocerte los estudios. Eso es lo que se debe poner en la mesa: la integración, facilitar la documentación de las personas para que puedan comenzar una nueva vida. Al menos en Reino Unido hay grupos neonazis que causan estragos y violencia en negocios de personas migrantes que ya están integradas a la comunidad. En todo esto, los estados no han cumplido con su deber, al contrario, son hipócritas, porque ejercen todo su poder al causar estragos en otros países, con la explotación de los recursos y conflictos bélicos, sin aceptar que esto acarrea graves consecuencias.

Te puede interesar:

Teatro en Michoacán, en tercer plano

El artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que toda persona tiene derecho a circular libremente y establecer su residencia en el territorio de un Estado. Obviamente hay leyes selectivas y eso es un problema, como pasó con Ucrania, donde se protegió a los desplazados, pero eso no lo vemos con países del norte de África, Sudán, Afganistán y desde luego Palestina.

Se necesitan rutas seguras para no arriesgar vidas, pero eso se ve muy complicado que pueda suceder en el corto plazo, como lo observamos en el documental. Finalmente, lo nombramos No one is ilegal. Every day tomorrow porque ninguna persona puede ser ilegal, como dice la propaganda política de gobiernos conservadores. Hay personas en situación irregular en materia administrativa, pero eso es muy distinto a ser ilegal.

Salir de la versión móvil