Este texto forma parte de un intercambio de cartas entre el mexicano Adrián González Camargo y el argentino Roberto Jáuregui. En ellas leemos su locura por ese objeto redondo que al ser pateado pone de cabeza al mundo, sobre todo cada cuatro años. ¿Hasta dónde llegarán sus respectivas selecciones? Ya lo iremos sabiendo.
Querido Roberto:
Recuerdo una película argentina que me gustó mucho. El hombre de al lado, ¿la viste? Un arquitecto snob vive en una famosa casa construida por Le Courbusier. ¿Conoces esa casa, en La Plata? ¿Te queda de paso hacia Buenos Aires? No sé dónde estarás ahora, capaz que ya estás a la mitad de Argentina. Qué gusto por tu chaparrita, gritando sola por la plaza. Dale un abrazo de mi parte. ¡Haberla grabado Roberto! Capaz se viraliza el video y le hubiera hecho compañía a la chica que estaba en Southampton haciendo lo mismo. Por cierto, acabo de agregar «viralizar» al diccionario del procesador de texto.
Tal vez tengas razón con el tema de la alegría mexicana. Estos tiempos me parece tan agridulces. En mis sueños aparecen muertos, como si fuera yo Al Pacino en la película Heat. A veces quisiera tener una casa para pintar en las paredes esos cuadros. También haber sido pintor, claro está. La tristeza, creo, abre la puerta silenciosamente. Qué bueno que hay alguien del otro lado del continente para recordar que la moneda tiene otra cara. Recordé cuando trabajaba en el Instituto indigenista, un día fuimos a grabar un documental a Oaxaca, en Pinotepa Nacional. Había un funeral en el pueblo y una banda tocando adentro de la casa del difunto. Si quieres saber más o menos cómo suena, puedes buscar una banda norteamericana que se llama Beirut, el disco es March of the Zapotec. Era tristeza, pero no tanto.
¿Qué piensas de los memes en contra de los deportes, que tanto abundan hoy día? Pareciera que nuestros compañeros de redes sociales (con esta anglofilia, les llamaría «netmates» o «facebook-roomies») nos quieren hacer un llamado de conciencia diario y nos sugieren (corrijo, nos dictan) que debemos mantener nuestras mentes y letras siempre en la realidad y en la conciencia. ¿Dónde están los signos de stop en las redes sociales? Si así viviéramos, sería como nunca leer o ver ficción y siempre estar atento a reportajes, periódicos, literatura de no ficción.
En estos días hubo un rumor de privatización del agua, pero al final un grupo de científicos de la Universidad Nacional salieron a corregir el «fake news». Iba a contarte que en los últimos días no pasó nada, pero ya no son los años ochenta. En aquel tiempo, sí que pasaban pocas cosas. Mis recuerdos del 1986, por ejemplo, son el Mundial en el que perdimos en cuartos de final, un sábado por la tarde. Luego vino una antena parabólica que compró mi padre, hacia finales de la década y el mundo se abrió en la televisión. Mejor dicho, Estados Unidos se abrió en la televisión.
¿Recuerdas tú la caída del muro de Berlín? Creo que ahí se rompió el dique que era el capital, firmados un tratado y ahora flotamos, nos hundimos o navegamos entre las aguas sucias del nuevo orden mundial. Todo esto para resumir que ahora pasan más cosas que antes. Tal vez demasidas. Si nos hubiéramos escrito estas cartas hace 30 años, te habría dicho que ayer y antier no pasó nada, pero por ejemplo, mataron a un hombre en el centro de Morelia, frente a la la iglesia de San Diego y la facultad de derecho de la Universidad Michoacana. También hubieron más vergüenzas mexicanas como las que pasamos cada año los mexicanos. Un michoacano, por cierto, vejó a un hombre en silla de ruedas. ¿Por qué no leímos con más atención a Schiller, Roberto, cuando decía que todos fuéramos hermanos? Perdona, a veces me sale lo utópico.
Hoy por la mañana me preguntaba por qué en una justa mundialista hay tanto alboroto, tanto nacionalismo. Por qué no hay tantos borrachos en las Olimpiadas, en los Grand Slam de tennis, cada fin de semana de nuestra querida-odiada Fórmula 1. Antes habían guerras y un Coliseo. Hoy también, y además hay mundiales.
En Morelia llueve cada vez más. Frente a mi ventana, al otro lado de la calle, hay una casa que tiene dos pinos muy altos. Los pinos se mecen casi todo el día. A veces para que uno intenta convencer al otro. Me pregunto de qué. ¿Te conté del Mundial de poesía que inventó Abel Membrillo? En la siguiente carta te cuento más. Por cierto, los pobres marroquíes han sido eliminados. Ahora solo tienen Casablanca para presumir. Debería ser más que suficiente.
¿Tú jugabas XBOX, cierto? Hoy vi una noticia, no sé qué tan vieja o nueva sea. Vetaron a jugadores por jugar un juego antes de tiempo (Halo), hasta el año 9999. ¿No te parece increíble que Microsoft sea tan arrogante para creer que su plataforma durará tanto tiempo? Antes, los humanos teníamos que obedecer al rey, luego a los gobierno y ahora a los gobiernos y las empresas. ¿Dónde quedó Thoreau, Roberto?
Recibe un abrazo grande y un poco de leña para el invierno,
Adrián
Morelia, 21 de Junio 2018
*Foto: Flickr / Ken Whytock