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Pride: el orgullo y la solidaridad gay en un filme de Matthew Warchus

Al otro lado del atlántico se filmó Pride, estrenada en el 2014. Hoy, al otro lado la cartelera, se exhibe una película que habla sobre la defensa de los derechos humanos, del combate de los oprimidos ante el opresor… y la solidaridad.

Pride película

Pride también habla de ello, pero lejos de la sangre y del olor a pólvora, del largo retumbar que dejan los gritos de los torturados y del clamor de la gente que vive en la tierra que arde, en la tierra de cárteles. En Pride encontramos el recuerdo multicolor de un movimiento que hace 30 años contribuyó a lo que en esta década se ha convertido en parte de la agenda internacional: los derechos de los homosexuales y de los trabajadores mineros. En suma, el derecho de los también oprimidos.

Pride (Orgullo) es el título de la película que dirige Matthew Warchus y con la que ganó la Palma Queer en el festival de Cannes del 2014. Una historia que resume casi un año de resistencia de los mineros británicos, prácticamente estrangulada por la inclemente Margaret Thatcher. La historia comienza cuando una parte de la comunidad lésbico-gay de Londres decide apoyar la huelga de los mineros.

La solidaridad, cuando extrapolada y convertida en una marca institucional, generalmente apesta. Pero la solidaridad, cuando emana del pueblo y en el pueblo se disemina hasta convertirse en una ley que protege los derechos, debe ser honrada y aplaudida. El año es 1984. ETA asesinaba, Irán e Irak combatían entre sí y los mineros británicos iniciaban una huelga. La explicación de las consecuencias de la huelga se encuentra entre los diálogos, un pequeño brote de información, sin necesidad de ser absurdamente informativo: sin mineros no hay carbón, sin carbón no hay electricidad, sin electricidad no hay diversión.

Bajo la capa de la anécdota ‘queer’ hay un profundo sentido de empatía y solidaridad. El orgullo no es un método de defensa, sino el combustible. El orgullo como el carbón que echa andar la maquinaria. La maquinaria que solo un grupo oprimido puede echar andar si se apoya de otro grupo oprimido. Si bien disfrazada de una aceptable comedia, casi desbordada de música, Pride apela a que el espectador recuerde o investigue sobre el contexto a través de momentos subtextuales cuyo drama acontece fuera de campo: la agresión hacia la comunidad gay, el «nacimiento» del SIDA y sus consecuencias fatales, los ‘skinheads’ y la brutalidad policiaca enmascarada con algunas bromas.

El soundtrack combina himnos gay con himnos de lucha popular. Desde I want to break free de Queen, pasando por Karma Chameleon de Culture Club, hasta la mítica Bread and Roses (Pan y Rosas), canción de lucha que retomó el movimiento femenino en 1960, basada en un poema de James Oppenheim. Bread and Roses es también el título de la película dirigida por Ken Loach, que narra la historia de Maya (Pilar Padilla), una migrante mexicana que ilegalmente cruza la frontera y se encuentra con su hermana (Elpidia Carrillo) y conoce a Sam (Adrien Brody) un luchador social que busca el respeto y la justicia de los trabajadores de limpieza.

Pride cubre un espectro de una condición mayor: cómo Inglaterra ha rehuido al progresismo. Si bien hoy día los derechos de los homosexuales se respetan, durante la difícil década de los 80 apenas encontraron los primeros pasos, que todavía a principios de esta década seguían combatiendo. Un caso que contribuye a ejemplificar esto es la criminalización de las «prácticas homosexuales», que entre sus cientos de víctimas se llevó la vida de Alan Turing en 1954. Increíblemente, el gobierno británico no extendió una disculpa hasta el 2009.

La historia es un recorrido más dulce que agrio, con pocos abrazos y muchas sonrisas, tejido con un humor a veces simplista y en otros inteligente; una crónica de una lucha apoyada por un grupo entusiasta que a su vez es apoyado por pancartas que los galeses trajeron desde los poblados más olvidados de un reino que otrora dominó una gran parte del mundo, pero que en casa no alcanzaba a cumplir con su propia ciudadanía.

 

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