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Riviera Maya, primer día

El sitio es paradisiaco, hay hoteles por todas partes, y el asombro lo asalta a uno a cada paso, como si fuera regla estremecerse por la terrible belleza humana que abunda y la inmensa belleza de este espacio cósmico.

 Playadel Carmen

Por Omar Arriaga Garcés

Además del avión, el aeropuerto de Cancún también tiene un estilo de central de autobuses, pero un trayecto de 25 minutos de esta estación hacia el centro de la urbe puede costar hasta 600 pesos. El golpe de calor es implacable, aunque sea casi medianoche. Mejor llegar durante el día, cuando hay camiones del servicio público.

En la Quinta Avenida, como se llama la vía más transitada y turística de Playa del Carmen, se encuentran los bares, tiendas, restaurantes y antros más exclusivos. Al fondo puede verse el mar, con un color entre azul y verde. Hace diez años no había tantos visitantes extranjeros ni todos los precios y letreros estaban en dólares, ni en inglés.

Cruza la Quinta Avenida la mentada Calle Doce, una de las más ajetreadas, nos refieren, donde puede pasar cualquier cosa durante las noches. “Te tomas una caguama y caminas hacia la arena, ni siquiera hay que entrar a un bar o a un hotel”. Nos cuentan una anécdota un tanto sórdida que involucra a un par de policías y a dos turistas europeos, pero mejor no replicar esas historias.

El Riviera Maya Film Festival (RMFF) tiene tres años de vida y una inversión superior a los 40 millones de pesos, cuentan. En Plaza Fundadores, la principal de Playa del Carmen, una pantalla cayó este lunes y los organizadores están preocupados porque esto no vaya a afectar el evento. “Si hubiera caído sobre un niño de seguro se cancela el festival”, comenta un reportero.

Los voluntarios tratan de hacernos sentir lo más cómodamente posible; pero las acreditaciones no están listas, no hay libros impresos de las películas y no hay mucho público que digamos. Viendo las calles y todo cuanto éstas ofrecen, es de entender que por los apenas tres años de vida del evento el público no acuda aún en el número que se espera. Quizá sería mejor cambiarlo de fecha, para que no choque con el arribo de los springbreakers.

Kuno Becker está dando un “one to one” (uno a uno) a la prensa con motivo de su película Pánico 5. Aunque nos anotan en una lista y nos dicen que tenemos siete minutos para entrevistarlo, luego de más de una hora de espera optamos por ingresar a ver películas.

La selección hace suponer que no hay nada comercial en el RMFF. Se trata de cine de autor en su mayoría, cine alternativo que busca dar cuenta de miradas que el establishment cinematográfico no toma en cuenta: Patrice Leconte, Takashi Mike, Hitoshi Matsumoto, Richard Shepard o Aleksei German son los nombres de algunos directores presentes en el festival.

Del realizador ruso Aleksei German, que llevaba 15 años trabajando en Hard to be a god (Duro ser un dios) hasta 2013, se espera mucho. La fotografía del film (en blanco y negro) evoca aquellas escenas del Séptimo sello, de Ingmar Bergman, cuando el caballero que regresa de las cruzadas entra a un pueblo en el que se cree que el fin del mundo ocurrirá en cualquier instante.

Fotograma de Hard to be a god

 El fin del mundo no se hace esperar, de hecho, sucede en cada instante: una especie de señor feudal recorre las calles del pueblo y otorga un escatológico perdón a quienes se atraviesan en su camino, o los castiga creyéndoles seres inferiores, como si fuera un dios. Con todo, el ritmo de la película es lentísimo y parece un sueño o una pesadilla lo que se ve en la pantalla. El Renacimiento es esto, un agujero, una putrefacción inmóvil, por qué lo llaman así, es la muerte del hombre, expresa un personaje.

 Salgo de la sala 2 en Plaza Pelícanos, entro a la 3. Se trata de una cinta francesa compitiendo por un apoyo de 200 mil pesos para postproducción. Aunque al final de dos horas el film me parece realmente conmovedor, críticos y periodistas hablan de inconsistencias y falta de verosimilitud. Uno de ellos es una vaca sagrada que escribe en El Reforma. Por fortuna para él y para nosotros, también es bastante amable.

 En la cocina, muchos chicos vestidos de blanco atienden a los invitados. El sello de su escuela de gastronomía es de Morelia, son los chicos que atendieron en el último festival de cine de Morelia con los alimentos, sobre todo el día que Zoe se presentó, durante la fiesta de clausura. Es curioso que el RMFF los haya contratado para sus propios banquetes. Sopa de lima y salbutes, comida yucateca. Veremos que nos depara la noche.

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