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Rostros y lugares: el documental que inmortaliza a Agnès Varda y JR

Ya está cada vez más cerca el verano cinematográfico, lo cual se traduce en una oferta limitada en las salas de cine. Es por ello que se agradece el estreno del documental Rostros y lugares (Visages villages, 2017), traído a México por la distribuidora Nueva Era Films. La obra, firmada en conjunto por Agnès Varda y JR, tuvo su debut en el Festival de Cannes en donde se hizo acreedor al “L’Œil d’Or” (El Ojo de Oro), galardón creado recientemente para premiar al mejor documental presentado en el certamen. También estuvo nominado en su categoría en la reciente entrega de los premios de la Academia y en nuestro país podrá verse como parte de la 64 Muestra Internacional de Cine.

Para hablar de Rostros y lugares es necesario hacer un breve recuento de la trayectoria de sus creadores. Agnés Varda, quien actualmente cuenta con 89 años de edad, es reconocida como una pionera del cine hecho por mujeres, su obra se caracteriza por un marcado enfoque social pero siempre con un toque experimental. Aunque hay varias cosas para destacar en su amplia filmografía, es especialmente recomendable el extraordinario documental Los cosechadores y yo (Les glaneurs et la glaneuse, 2000), que en su momento traído a México por el Tour de Cine Francés. En tanto que JR es el seudónimo de un fotógrafo parisino, conocido no solo por sus inseparables lentes oscuros sino también por sus enormes fotografías en blanco y negro, con las que el artista se apropia de distintos espacios públicos.

En la película, Varda y JR recorren a modo de road movie los lugares más improbables para plasmar una serie de fotografías de grandes dimensiones: un conjunto habitacional deshabitado, un antiguo pueblo minero en donde solo quedan las viudas de los antiguos trabajadores, una fábrica de productos químicos animada por entusiastas trabajadores, un puerto plagado de contenedores, varios vagones de ferrocarril y un antiguo puesto de defensa alemán en las costas de Normandía.

Para hacer el recorrido en la camioneta con forma de cámara fotográfica los autores no tienen ideas preconcebidas. En cambio, para decorar y apropiarse de los espacios, los artistas recurren a la interacción social. Aquí hay que aclarar que no es una obra espesa y difícil, es todo lo contrario: lúdica y relajada: JR bromea con el oficial que le informa de la necesidad de un permiso para poner un andamio y Varda habla con humor de su contemporáneo Jean-Luc Godard, cuya infructuosa búsqueda en el tramo final del filme confirma la elusiva y compleja personalidad del cineasta francés.

Rostros y lugares en una celebración de la vida y de lo cotidiano. Encontramos personas de todas las edades mordiendo un baguette que se alarga gracias a la magia de la fotografía, vemos también a la joven mesera de un pequeño café convertida en una pequeña atracción turística. No obstante, hay algo más que ánimo desenfadado entre artistas, espacios y personas. Las fotografías monocromáticas son algo más que bellos murales e instalaciones, también empoderan a héroes anónimos, a personas que no están acostumbradas al reconocimiento y la majestuosidad, situándolas en una posición de diálogo con su entorno.

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