En la abundante filmografía de los hermanos Coen, que suma a la fecha diecinueve largometrajes, encontramos lo mismo elaborados dramas que disparatadas comedias. A este último rubro pertenece ¡Salve, César! (Hail, Caesar!, 2016), el más reciente trabajo del combo estadounidense, que apenas hace unas semanas se presentó, como función inaugural fuera de competencia en el Festival de Cine de Berlín.
En Estados Unidos se estrenó en las primeras semanas de febrero con discreto éxito y por estas fechas hace lo propio en territorio nacional, en donde se presenta en una cantidad considerable de salas, aunque desafortunadamente en muchas de ellas con doblaje al español. ¡Salve, César! originalmente sería la última de la “numbskull trilogy”, un conjunto de películas de los Coen que abordan la temática de la estupidez, todas ellas protagonizadas por George Clooney, las cuales incluyen: ¿Dónde estás hermano? (O brother, where art thou?, 2000), El amor cuesta caro (Intolerable cruelty, 2003), así como la comedia de espías Quémese después de leerse (Burn after reading, 2008). El hecho de que una cuarta película cierre una trilogía da cuenta del sentido humorístico de la serie.
Ambientada en el Hollywood de los años cincuenta, nos cuenta un par de días en la vida de Eddie Mannix, un ejecutivo de estudio (el ficticio Capitol Pictures, también presente en una de las primeras películas de los Coen: Barton Fink), que debe hacer cualquier cosa con tal de salvaguardar los intereses de sus inversionistas. Mannix está acostumbrado a lidiar con toda clase de problemas provenientes de los inquietos y estrafalarios actores a su cuidado: embarazos no deseados, atención a sus adicciones y peticiones inadmisibles. Pero cuando el protagonista de una costosa película sobre el antiguo imperio romano desaparece tras un aparente secuestro, la capacidad de Mannix se verá sometida a una dura prueba.
Prácticamente todos los personajes están basados en histriones, periodistas y directores de la época, todos ellos están interpretados por un sorprendente elenco de actores reconocidos aunque algunos se muestran solo unos pocos minutos en la pantalla. El propio Edgar “Eddie” Mannix, fue un ejecutivo de la MGM que se destacaba por su habilidad para resolver problemas (aunque para la película su nombre de pila se cambió por Edward), el cual es personificado de muy buena manera por Josh Brolin, quien más que Clooney, es el verdadero protagonista del filme.
Contada con agilidad y perspicacia, acierta en aprovechar los elementos que brinda el contexto: el acendrado anticomunismo, los entresijos del mundo del espectáculo y el descarado poder que ejercían los grandes estudios sobre sus estrellas. También retoma con gracia y lucidez las temáticas recurrentes en el cine populachero de la época: improbables westerns, edulcorados melodramas y ridículos musicales sin sentido.
Más que un homenaje a una época, la cinta parodia con cierta dosis de malicia una forma de hacer cine que estaba cerca de entrar en un pronunciado declive. La película funciona gracias a su elaborado y puntilloso humor, es evidente que no brilla por su profundidad y aunque deja entrever una serie de temáticas subyacentes, éstas se pierden tras una espesa cortina de efectivos gags. Y es que a fin de cuentas ¡Salve César! no busca dobles lecturas, se asume como lo que es: una comedia. Eso sí, es la mejor de las comedias ligeras de los hermanos Coen. Y eso ya es algo.