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The Square: una mordaz crítica a la farsa del arte

Aunque alcanzó reconocimiento mundial con el extraordinario drama de familia Fuerza mayor (Turist, 2014), el cineasta sueco Ruben Östlund ya contaba en su haber con un par de películas muy interesantes. Ahora con The square. La farsa del arte (The square, 2017), su quinto largometraje, Östlund se hizo acreedor a la Palma de Oro en el Festival de Cannes, un trabajo que está dando la vuelta al mundo, que forma parte de la 63 Muestra Internacional de Cine y que por estas fechas se estrena en cartelera por mediación de la joven distribuidora Piano.

La película sigue los pasos de Christian, el curador de un importante museo de arte contemporáneo en una ciudad de Suecia. La apertura de una nueva exposición llamada The Square ha generado una fuerte carga de estrés en el equipo de la institución, la cual se acentúa cuando Christian sufre el robo de su cartera a plena luz del día. El irreflexivo intento del curador para recuperar sus pertenencias provocará una reacción en cadena de sucesos desagradables, los cuales lo llevarán a cuestionar su peculiar escala de valores.

El filme se construye en torno a su protagonista, Christian (el actor danés Claes Bang), el curador de arte políticamente correcto, que conduce un auto eléctrico y que de cuando en cuando da dinero a los necesitados. Pero después de perder sus pertenencias, es posible apreciar la selectividad de sus valores: su inconsciente trato con los indigentes, la tensa relación familiar, el trato condescendiente con sus compañeros de trabajo y la tardía aceptación de sus errores.

Por otra parte, la cinta funciona como una divertida sátira del mundo del arte contemporáneo: las instalaciones artísticas con explicaciones tan vacías como rimbombantes (se aprecia una clara referencia al bulo del chimpancé “Pierre Brassau”, el cual provocó toda clase de burlas entre los críticos de arte de los años sesenta), la banalidad irreflexiva de las campañas publicitarias supuestamente vanguardistas y por supuesto, el impresionante performance del hombre simio en una especie de homenaje al trabajo del ruso Oleg Kulik.

La exposición a la que se hace mención en la película gira en torno al tema de la empatía o la falta de ella entre los seres humanos. Son varias las escenas en donde una persona pide ayuda y la gente los evita: los indigentes que piden dinero para comer, las personas que recolectan firmas para una causa, el niño que pide ayuda en un edificio… paradójicamente, cuando alguien decide ayudar le roban el teléfono y la cartera.

¿De qué manera una posición de poder define el comportamiento de las personas? Vemos a Christian, el protagonista, amenazar veladamente a su subalterno, reconstruir sin remordimientos una obra derribada por un trabajador de limpieza y vanagloriarse de llevarse a la cama a una joven periodista, aunque también se preocupa encarecidamente por el destino de su semen. Pero será la pérdida de dicho empoderamiento lo que permitirá a Christian empezar nuevamente de cero y tal vez volverse una mejor persona.

Lo nuevo del cineasta sueco ha generado críticas encontradas desde su estreno en Cannes, hay quien se queja de su duración (dos horas y veinte minutos), de su humor mordaz y poco digerible, así como del desprecio con el que parece tratar al mundo del arte. Pero The square es mucho más que una comedia incómoda, es una experiencia visual y una crítica social inteligente, un tanto dispersa pero no por ello menos efectiva.

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