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The visit o el cuarto sin nadie adentro

Por Omar Arriaga Garcés

En un cuarto desconocido y cerrado, sin nadie adentro, no se tiene la certeza de que ocurra o no algo; puede que se deslice sin ser visto, puede que esté sucediendo y sus consecuencias sean inimaginables o, lo más seguro, puede que no ocurra nada. Una premisa de este tipo es la que mueve La visita (The visit, 2014, de Michael Madsen), cuando el realizador se decide a rodar un trabajo de docuficción sobre qué pasaría si hubiera vida extraterrestre en el universo y de pronto se le ocurriera a esos hipotéticos seres aparecer en nuestro planeta.

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Imagen: Scanian

¿Qué harían las personas en tal caso, cómo reaccionarían los servicios de inteligencia, los encargados de comunicación social de la reina Isabel II -que recibieron otra visita igual de inédita hace días-? ¿Qué diría la Organización del Tratado del Atlántico del Norte, la OTAN pues? ¿Qué dirían las Naciones Unidas, la ONU pues? ¿Qué diría la Comisión-para-entrar-en-contacto-con-vida-extraterrestre de la Agencia Espacial de Estados Unidos, la NASA pues?

Madsen plantea poco a poco cada etapa, partiendo del extrañamiento que se siente luego de que las autoridades piensan en las múltiples opciones para la llegada de los Ufos: si vienen en paz y quieren aprender de nosotros, si la nave se les descompuso, si vienen a hacer una invasión -como en programa de radio de Orwell, en cuyo caso pues hay que activar las alarmas de seguridad-, si vinieron a comprar al McDonals una cuarto de libra, si vienen de visita con Jaime Mausán para pedirle una de sus corbatas o si también quieren comprar el manto acuífero de un país tercermundista porque en su planeta ya se les va a acabar el agua.

Y la tensión escala: qué van a decir ciertos países de la llegada de los ETs, hay que conseguir información rápida y veraz sobre lo que quieren; de lo contrario, las potencias del tercer planeta después del Sol se pondrán hasta el frente en un eventual combate y pueden iniciar ciertas hostilidades que den al traste con un advenimiento pacífico. Posibles implicaciones bacteriológicas, éticas, teológicas, espacio-temporales, políticas, etcétera, son mostradas en The Visit, y si uno es capaz de no dormirse en la hora 23 minutos del trabajo documental, los cuatro mil 980 segundos que este dura son exquisitamente disfrutables, como un domingo en el Auditorio vendiendo chácharas bajo la amable luz del verano terrestre.

Imagen: http://www.dfi.dk/

Al final, la película parece no ser sino una metáfora de esa sensación que acompaña al mundo occidental desde hace algunos lustros, decenios y quizá centurias: soledad, estar fuera de sitio, haber perdido el centro, no hallarle sentido a la vida, tratar de sublimar la ausencia de dios al imaginarse que existen otros mundos en el universo donde tal vez pueda haber vida…

Un filme que puede preguntarle a James Bond, LeBron James o Angela Maerkel qué es lo que piensan de la llegada de los extraterrestres, pero que no le preguntaría su posición, claro está, a un limpiaparabrisas de la Guerrero, al Dalai Lama, Vladimir Putin, a un sheik árabe o al presidente de Corea del Norte cuál es su postura oficial (creo que ni siquiera está en la ONU). Una oda espacial al minimal-tech que nos hace preguntarnos sobre nosotros mismos y nuestra condición, y que a los habitantes de este subcontinente llamado por ahora América Latina podría plantearnos la cuestión de si eso que vemos en la pantalla también somos nosotros, o si es otro mundo -dentro de este mismo mundo- del cual no terminamos de participar completamente.

Abrimos el cuarto y está obscuro, se disipa la niebla; en efecto, no había nadie en el interior.

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