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Tres mujeres voraces y benditas

Cada película es la voracidad de una mirada, la cual se expone ante los ojos de los espectadores ansiosos por probar sus sabores. Así pasa año tras año con la Muestra Internacional de Cine, que podría también llamarse Muestra Internacional de Voracidades Fílmicas, en la que se reunieron catorce miradas provenientes de distintos países y sus copulaciones.

Pareciera que la Muestra ha sido rebasada por los tiempos que corren, pues ya no es lo mismo que hace quince años, cuando era uno de los pocos foros para ver cine internacional “de calidad”. En esos tiempos apenas despegaban varios de los festivales de cine en la Ciudad de México y en otros estados de la República; tampoco era competencia Internet y no había Netflix. Salvo la piratería tradicional, algunos espacios alternativos o la televisión pública y de cable, la Muestra era el espacio ideal para ver ese tipo de cine.

El mes pasado corrió en la inmensa Cineteca Nacional y ahora realiza su recorrido por varias ciudades del país. Tanto los muy jóvenes y viejos públicos no paran de asistir. Ese rito de salir a cazar películas en manada sigue vigente. En los días de Semana Santa, la Cineteca lució viva dentro y fuera de sus salas de cine y aquí tres películas voraces pero benditas.

I. El apetito feroz de una chica vegana

La película Grave (Francia-Bélgica, 2016) es la ópera prima de la francesa Julia Ducournau. En nuestro país la titularon Voraz, pero no hubiera estado mal llamarla Feroz, sobretodo cuando pensamos en que Justine, la chica caníbal de dieciséis años proveniente de una familia vegetariana —o vegana para ir con estos tiempos de millennials— luce en el cartel un rostro con boca sangrante y pupilas dilatadas, como si fuera una lobizona que acabara de devorar a su “víctima”, es una sobre el despertar sexual de una chica cualquiera.

El término lobizona, por cierto, lo retomo del ensayo Vírgenes y lobizonas, de la escritora uruguaya Gabriela Onetto (Replicante, 10 octubre de 2012), el cual nos habla de los arquetipos femeninos contenidos en un libro con ese nombre, de Léonie Garicoïts. La lobizona es aquella mujer que en las noches corre bajo la luna aullando, presa de un hechizo que sabe que en algún momento pasará, porque se trata de ciclos.

En Voraz se cuenta, como ya dije, el despertar sexual de una joven que abandona la burbuja familiar “puritana” para vivir nuevas experiencias como estudiante de veterinaria. “La novatada” es, entre otras cosas, probar un diminuto riñón de conejo. Justine que es primeriza en eso de comer carne, se da cuenta que le gusta y mucho. Esto no quita que pase por una terrible intoxicación producto del impacto que tienen las toxinas de la carne en su cuerpo.

“A los caníbales se les suele tachar de monstruos aunque no son vampiros ni hombres lobo”, explica la cineasta Julia Ducournau en una entrevista a Juan Manuel Freire. “Pensé que sería interesante poner al espectador en la piel de uno de ellos, de alguien que se convierte en caníbal, y hacerles entender sus deseos, sus necesidades y también su miedo a ser como son. Conectar al espectador con su lado oscuro y hacerle cuestionarse sus valores”.

Esta película causó polémica en el Festival Internacional de Cine de Toronto, ya que algunos espectadores presentes en su exhibición desmayaron y requirieron de asistencia médica. Ahora viendo la película pienso que tal vez traían la mirada virgen sobre cine de vísceras o a lo mejor fue el canibalismo en una chica tan linda, no lo gore, lo que las puso fatales. A mí me recuerda el caso de la película La bruja (EUA, 2015), debut del norteamericano Robert Eggers, que más que un filme de terror era uno de amor retorcido. Aunque nos dijeron que era una película de espanto insoportable.

Onentto en su ensayo sobre arquetipos femeninos explica que la palabra lobizona no existe en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, pero “lobisón” (hombre lobo), sí. Por lo que ésta queda genéricamente excluida. Así que hay una doble transgresión, ya que como lo sospechó y verificó la autora la palabra “lobizona”, en femenino, no está ni siquiera consignada. La posible explicación de que ese sustantivo es exclusivamente masculino, como si no tuviera mucho sentido incluir el femenino, “no debe estar en la economía de tinta, sino en la economía simbólica, en el imaginario social”.

No es nuevo en el cine que se muestren perfiles de mujeres “monstruosas”, lo que tal vez si es novedoso es que muchas mujeres reconozcan abiertamente a esos personajes estridentes, metidos en historias que pueden encajar en ciertas realidades —pero sometidos por los géneros fílmicos—, transgrediendo así los valores establecidos como tótem en sociedades conservadoras y falocéntricas. Si en la otra película francesa La vida de Adele (Francia, España, Bélgica, 2013) de Abdellatif Kechiche, dos chicas lesbianas se frotan sus vaginas por varios minutos en un filme de amor romántico, en Voraz dos hermanas se muerden —literalmente— una a la otra sin recato en una película de jóvenes crepusculares. “Sabes a curry” se llega a escuchar incluso que le dice Justine a su hermana también caníbal, luego de calmar el antojo con uno de sus dedos.

Los géneros han estallado —diría el crítico de cine Jorge Ayala Blanco—, yo digo que son las lobizonas-cinéfilas las que han reventado frente a las opresiones masculinas. “Algún día el lado oscuro, las profundidades, lo que no nos gusta ver, dejarán de ser tabú, locura: serán tan naturales como la luz lunar, distinta a la del sol”, apunta al final de su ensayo Gabriela Onetto y aspira a que la mujer sea completa en sí misma, como las vírgenes y “estar alineada con la propia oscuridad, como las lobizonas” o chicas caníbales en películas sin etiquetas o simplemente la historia de una joven llamada Justine.

II. Benedetta entre todas las mujeres

Dice el crítico de cine Luciano Monteagudo que en el filme del italiano Marco Belloccio Sangre de mi sangre (Italia, Francia, Suiza, 2015), el deseo se consagra como el primer enemigo de la religión católica, y a la vez es su mejor antídoto. No se equivoca. Aquí hay dos narraciones que las entrelaza un convento/prisión/centro turístico ubicado en Bobbio, Italia; en la primera, situada en el siglo XVII, en tiempos de la Inquisición, una mujer conocida como Benedetta —Bendita, en español—, es torturada en esa prisión/convento como castigo por “seducir” a un sacerdote que al final se suicida —también como castigo— por el amor a ella (ahí el deseo y el antídoto); en la segunda, sucedida en ese mismo lugar, pero ahora como un centro turístico y en este tiempo, vive un viejo conde que su presencia estorba para los fines económicos de las nuevas generaciones. Es una vez más la carne femenina, la sangre y el pecado, los vehículos que hacen de este filme un paisaje lóbrego, el cual es sonorizado por una versión de la sobada rola de Metallica, “Nothing else matters”, con piano y voces angelicales, de “Scala & Kolacny Brothers”. Esta una película tan oscura como luminosa.

III. Mejor Tres mujeres

3 mujeres (o despertando de mi sueño Bosnio) (Bosnia-Herzegovina-México, 2016), es la primera película del mexicano Sergio Flores Thorija. Las tres historias que conforman este largometraje son acerca de tres mujeres —como el mismo título lo dice. Ellas son Ivana, quien cuida a su mamá y se pinta el cabello de rubio porque anhela vivir en Estados Unidos; Clara, una brasileña que trabaja de bailarina en un antro, pero a su vecina eso no le gusta; y Marina, joven que se enamora de su mejor amiga, pero tiene que dejar la ciudad porque sus padres se van a trabajar a otro país. Todas ellas viven al mismo tiempo en Sarajevo. Todas —o casi todas— son extranjeras. Todas son no actrices, pues Sergio las invitó a trabajar en este tríptico fílmico, que originalmente estaba pensado para cinco relatos, para él se volvió trascendental el quedarse en tres, pues dice que en Bosnia-Herzegovina todo se resume a tres pues “hay tres presidentes, hay tres religiones y hay tres idiomas”.

En 3 mujeres todas luchan por su propia libertad, por lo que intentan enfrentarse a los prejuicios sociales de un país conservador y el más pobre de Europa. La presencia latinoamericana es fuerte en este filme y si algún extraviado-curioso-ocioso le pasara por la cabeza saber si en este mundo hay una relación entre el cineasta Béla Tarr y el grupo musical Los Ángeles Azules, pues este filme de Sergio Flores Thorija podría ser aquel, ya que la película fue producida por el enorme cineasta húngaro, pues Sergio fue su alumno, y en la película se escuchan esas cumbias. También se oyen los diálogos de una telenovela mexicana noventera llamada Esmeralda. Así que si alguien quiere ver una película mexicana en estos días, sin duda recomendaría 3 mujeres, que la comedia de los Tres idiotas, de Martha Higareda y Carlos Bolado. Pero en esto, como en todo, cada quién sus gustos y voracidades.

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