El 10 de mayo, fecha tradicionalmente importante en México, podría parecer un buen momento para el estreno de Tully (2018) comedia dramática que aborda, entre otros temas, la maternidad. Sin embargo, lo nuevo de Jason Reitman difícilmente podrá superar los límites que supone un estreno limitado al circuito de arte. La película hizo su aparición en la cartelera norteamericana hace apenas unos días, pero por el momento, no apunta para convertirse en uno de los éxitos independientes del verano cinematográfico.
Tully marca el cierre de una trilogía sobre la madurez femenina, la cual inició hace varios años con la memorable Juno (2007), mientras que el segundo capítulo fue la comedia Young adult (2011), la cual por cierto, también estuvo protagonizada por Charlize Theron. Todas las obras que componen el conjunto fueron trabajadas a cuatro manos por el propio Reitman y la guionista Diablo Cody.
El relato gira en torno a Marlo, una atribulada madre de dos pequeños, quien está en espera de un tercero. El absorbente trabajo del esposo y el aparente desorden emocional de uno de sus hijos, la tienen sumida en la más lamentable de las rutinas. Las noches en vela amamantando y cambiando pañales parecen tomar un mejor cariz cuando se decide a tomar el consejo de contratar a una niñera nocturna. La chica es Tully, una joven vivaz, repleta de datos curiosos y parece particularmente atenta para atender las necesidades de su agotada empleadora, aunque como suele suceder en estos casos, no todo es como aparenta ser.
La confusión y el estrés parecen apoderarse de la protagonista hasta que aparece, cual nana mágica, Tully. Es como si una versión más joven de sí misma llegara a sacarla de su estado de abatimiento. En ese sentido, es una historia sobre las dificultades de hacerse adulto y aceptarse como tal. Plantea la posibilidad de que en un momento dado, después de ser padre o madre y tras un proceso incierto, suele abandonarse una versión más juvenil e inmadura de uno mismo. De esta manera, Reitman cierra la trilogía que comenzó contando las vicisitudes de madurar demasiado pronto (Juno) o demasiado tarde (Young adult).
La cinta toca abiertamente el tema de la maternidad y la depresión posparto. Las dificultades del día a día, como los quehaceres domésticos y el reto que representa tener un pequeño con necesidades especiales, nos hablan de lo complejo que resulta conciliar los intereses profesionales y personales de los padres con la crianza de los hijos. El ensayo y error son generadores de experiencias útiles para ser cada vez mejores padres y madres, pero también pueden ser un ejemplo de lo duro que puede resultar pasar por ciertas etapas de nuestra vida.
Es para resaltar el largo proceso de Charlize Theron para encarnar a su personaje, subió más de 20 kilos en poco más de un año, con las dificultades que ello representa. Pero a pesar del importante aporte de la actriz, también debemos reconocer el desempeño de dos buenos exponentes del cine independiente norteamericano: la joven Mackenzie Davis y el experimentado Mark Duplass.
Reitman venía arrastrando una racha de malas películas y aunque Tully está lejos de igualar sus mejores trabajos (Amor sin escalas, por ejemplo), tiene ese discreto encanto que parecía haber perdido hace tiempo. Fresca y con cierta dosis de esa ironía tan característica del autor, la nueva cinta del cineasta canadiense-americano nos recuerda, independientemente si somos padres o no, la importancia de saber aceptar nuestro momento y nuestro lugar.