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Wonderstruck: el arriesgado salto de Todd Haynes al cine familiar

Wonderstruck: El museo de las maravillas (Wonderstruck, 2017), es el séptimo largometraje que dirige Todd Haynes, el cual fue bien recibido tras su estreno en el Festival de Cannes. Es la tercera vez que el cineasta californiano es nominado a la Palma de Oro, ya que previamente la historia de amor lésbico de Carol (2015) y el drama musical Velvet Goldmine (1998), habían formado parte de la selección oficial del certamen francés. A pesar de su indiscutible talento, Haynes no es un cineasta particularmente exitoso con las grandes audiencias: en Estados Unidos su más reciente trabajo se distribuyó de manera limitada y no recaudó ni siquiera dos millones de dólares.

Cuenta de manera paralela la historia de Rose, una niña sorda de finales de los años veinte y Ben, un niño nacido en la década de los setenta que ha perdido la audición debido a un extraño accidente telefónico. Rose huye de la casa de su estricto padre para buscar a su madre en la ciudad de Nueva York, mientras que Ben escapa de su natal Minnesota para buscar a su progenitor, a quien no conoce. A ambos personajes, sin que ellos lo sepan, los une una misteriosa instalación en el Museo de Historia Natural de la ciudad de los rascacielos.

El filme se basa en la novela Wonderstruck, publicada originalmente en 2011, obra del escritor e ilustrador estadounidense Brian Selznick (la novela está editada en español por SM Ediciones con el título Maravillas). El autor especialista en literatura juvenil, es reconocido por uno de sus trabajos previos, La invención de Hugo Cabret, la cual fue llevada al cine por Martin Scorsese en 2011. En ambos casos, el propio Selznick escribió el guion para las versiones cinematográficas.

Parecía un paso arriesgado para Haynes adentrarse en la literatura infantil-juvenil (en México la cinta está clasificada como A). Pero al margen del reto de hacer una película sobre niños que fuera apta para toda la familia, el cineasta californiano parece concentrar su interés en dos relatos fragmentados que se ven impulsados por el misterio que terminará uniendo ambos destinos, utilizando más de una trampa narrativa para conseguirlo.

Las historias de Rose y Ben avanzan simétricas pero están claramente diferenciadas, no solo en el diseño de producción que retrata la ciudad de Nueva York en dos épocas muy distintas, sino también en el estilo visual: los segmentos de la chica se muestran en blanco y negro, al estilo del cine silente, mientras que los segmentos del chico están filmados en un colorido arenoso, acorde a los filmes de los años setenta. En ese sentido, representa un guiño un tanto simplista a la historia del cine.

Al margen de sus valores de producción y de la solidez que ofrece un cineasta como Haynes, hay que destacar el desempeño y el carisma de la debutante Millicent Simmonds, actriz sorda de catorce años quien interpreta convincentemente a la joven Rose. Desafortunadamente, las dificultades de Wonderstruck se presentan en el armado de las piezas que se intercalan de manera un tanto caótica, sobre todo al inicio del filme. A esto hay que sumar la innegable vocación melodramática que no echa por tierra los aspectos más interesantes del filme, pero que seguramente no convencerá del todo a los espectadores que prefieren narrativas menos edulcoradas.

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