Clovis Cornillac no es una cara nueva en el Tour de Cine Francés. En su faceta de actor lo hemos visto bajo la dirección de Claude Chabrol en El inspector Bellamy (Bellamy, 2009), al igual que en cintas menores como El secreto del Malabar Princess (Malabar Princess, 2004) y la alocada comedia Todos contra Gregorio (Grégoire Moulin contre l’humanité, 2001). Pero el histrión lionés tiene una faceta menos conocida como director y guionista con la que hace algunos años debutó en esta muestra itinerante.
En la edición 19 del Tour, Cornillac presentó Me quiere, no me quiere… (Un peu, beaucoup, aveuglément, 2015). Es una típica comedia romántica de atracción de opuestos en donde hace de hombre orquesta: dirige, escribe y actúa. No pasó gran cosa con la película, pero Cornillac no quitó el dedo del renglón. Hace un par de años decidió unir fuerzas con su esposa, la actriz Lilou Fogli, quien también es una experimentada guionista, para escribir el libreto de lo que sería su más reciente producción.
El resultado es El mundo según Pierre (C’est magnifique!, 2021). Se trata de una comedia sobre un hombre que ha vivido aislado en las montañas en compañía de sus ancianos padres. Después de un trágico accidente (un enorme árbol cae sobre la casa de sus progenitores), Pierre descubre a través de una carta póstuma que es propietario de una casa en Lyon. Además, fue adoptado a temprana edad. En el intento de recuperar su historia hace amistad con un par de prostitutas y una madre soltera, alcohólica en recuperación, que lo ayudarán en su emprendimiento.
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Aunque en el fondo no es más que la historia mil veces repetida del ingenuo que se saca la lotería con la chica de sus sueños, los guionistas decidieron complicarla un poco, y no siempre para bien. La búsqueda de la madre biológica lo lleva hasta una anciana recluida en una casa de reposo y además, lo pone en el camino de un policía paranoico. La abuela vive atormentada por un recuerdo y el representante de la ley quiere echarle el guante a la casa de su suegra.
Para ese momento surge un elemento fantástico que no armoniza con el tono que hasta ese entonces lleva el relato: el protagonista ha cambiado de color. Sí, primero Pierre se vuelve amarillo (“¿Será ictericia?”, dicen sus amigos), luego monocromático (“es la enfermedad de Michael Jackson”, que da pie al mejor momento humorístico de la película), hasta que se vuelve invisible y desaparece. ¿Cómo llegamos a este punto? Aunque evidentemente hace referencia al sentimiento de orfandad del protagonista, es un salto mortal narrativo sin red de seguridad.
A pesar de sus fallas, al menos hay que reconocer que el multitareas francés ha arriesgado un poco más en su segundo largometraje. También hay que decir que lo nuevo de Clovis Cornillac es ligero y entretenido, aunque lo es en gran medida, gracias a la presencia de Alice Pol, casi siempre creíble y en todo momento simpática, en un personaje que muy a su pesar, carga con el peso de su propia historia y el de toda la película.