La vida suele ofrecer segundas oportunidades. Ya sea en temas del amor o en el ámbito profesional, se puede empezar desde cero. Al menos este esto nos sugiere la historia de la protagonista de En movimiento (En corps, 2022), lo más reciente de Cédric Klapisch que llega a México por cortesía del 26 Tour de Cine Francés.
Indudablemente Klapisch es el cineasta favorito del Tour, nueve de sus películas han pasado por alguna de sus ediciones. Es un cineasta experimentado, cumplidor, muy accesible pero sin ser demasiado comercial. Se especializa, como hemos visto en sus anteriores producciones, en retratar relaciones familiares o de pareja que pasan por momentos complicados.
Elise es una joven promesa del ballet clásico. Pero durante una presentación sufre un accidente que la pone en peligro de abandonar de manera definitiva esta actividad. Su tobillo no es lo único que se ha dañado esa noche, su corazón sufre por un rompimiento amoroso, después de descubrir a su novio besando a otra bailarina tras bambalinas. A partir de ese momento, comienza un lento proceso de aceptación y curación, que la llevará a probar nuevos caminos y eventualmente, a descubrir que los fracasos pueden ser nuevas oportunidades.
Para interpretar a su protagonista, el cineasta francés eligió a Marion Barbeau, primera bailarina del ballet de la Ópera de París, quien hace su debut como actriz. Barbeau cumple no solamente con los aspectos técnicos que requiere su personaje, sino que logra hacer creíble a la joven obstinada, que ha perdido a su madre a temprana edad y que mantiene una relación tirante con su padre.
TAMBIÉN LEE:
En aras de mantener esa sensación de credibilidad, Klapisch recurre a otro experimentado artista del ámbito, el famoso coreógrafo israelí Hofesh Shechter, quien se interpreta a sí mismo y también debuta en la pantalla. Para completar el reparto, en papeles menores están algunos de los habituales del director como François Civil, Pio Marmaï y Denis Podalydès.
La película se divide en dos segmentos, una primera parte en donde la protagonista padece los rigores del competido mundo del ballet y la segunda, en donde un casual encuentro con la danza contemporánea le permite explorar nuevas posibilidades de su talento.
Esta dualidad le permite contrastar el papel invariablemente trágico de la mujer en las obras clásicas con el carácter enérgico y liberador de nuevas expresiones dancísticas. Lo anterior de ninguna manera se traduce en una valoración cualitativa de ambas disciplinas. Elise reconoce el valor y la belleza del ballet que ha practicado toda su vida, pero acepta, como parte de su proceso de recuperación, que la vida la ha llevado hasta un punto en donde debe renovarse o sucumbir ante sus heridas.
TE PUEDE INTERESAR
TCF: Crónica de una relación pasajera
La cinta abre y cierra con dos espectáculos de danza bellamente fotografiados, los cuales marcan el estado de ánimo de la protagonista. El primero es La bayadera, del austriaco Ludwig Minkus, una pieza habitual en el repertorio de las compañías de danza, mientras que el segundo es un trabajo contemporáneo de Shechter, llamado Political mother, que toma como base la música del propio Minkus. La cinta tiene algunos desvíos innecesarios, pero al final Klapisch logra llegar a su objetivo.
La película es un agradable tributo a la danza y una cinta sobre la sanación física y mental, que permite a la heroína reconciliarse con su pasado y abrirse a la oportunidad de iniciar una nueva vida.