Durante muchos años la familia tradicional (papá, mamá e hijos) fue promovida por gobiernos e instituciones religiosas como el ideal al que debía aspirar la sociedad en su conjunto. Con el tiempo este modelo llegó al cine y la televisión, pero esta sobrexposición permitió que otros esquemas familiares fueran pasados por alto o incluso desatendidos y marginados por la sociedad.
Carine Tardieu retoma la idea de modelos familiares no tradicionales en Los lazos que nos unen (L’attachement, 2024), filme que se estrenó en la sección Horizontes de la pasada edición del Festival de Venecia. De la cineasta hemos visto en México, previamente dos de sus trabajos: la comedia Quiero estar seguro (Ôtez-moi d’un doute, 2017), y el melodrama de pareja Los jóvenes amantes (Les jeunes amants, 2021). Ahora, el quinto largometraje que firma Tardieu llega a la cartelera como parte del 29 Tour de Cine Francés.
Sandra es una mujer independiente que dirige una librería enfocada en temas feministas. Un día, la pareja que vive frente a su departamento le pide que se encargue de cuidar a su hijo, mientras acuden al hospital. La mujer está a punto de dar a luz, pero las cosas se complican cuando ésta fallece durante el parto y Alex, el padre y esposo, debe enfrentar en solitario el duelo y la paternidad. Al final, las circunstancias terminan uniendo a tres personas de una manera que nunca se hubieran imaginado.
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A decir de la propia directora, la película es una adaptación muy libre de la novela L’intimité, de la escritora parisina Alice Ferney, que hasta este momento no está editada en español. Desde un inicio la cineasta francesa decidió tomar distancia de la novela, enfocándose más en el personaje de Sandra, que en el de Alex.
Se podría decir que la historia comienza con una muerte y un nacimiento. La narrativa avanza en forma de viñetas para mostrarnos diferentes etapas del crecimiento de la bebé. En el ínterin ocurren muchas cosas, surge la amistad y se forjan apegos, se vive con dificultades el duelo, mientras que nuevas personas entran y salen de este núcleo familiar. Este planteamiento sugiere que las circunstancias complicadas están ahí, que nunca se superan del todo, pero que la vida sigue adelante.
La maternidad y la paternidad aparecen en la narrativa con diferentes enfoques. Está el caso de la mujer que decidió no tener descendencia pero a pesar de su reticencia inicial se da cuenta que disfruta convivir con los hijos de otros. Mientras que el padre repentinamente viudo, busca superar la soledad sin descuidar la crianza de una recién nacida, además del hijo de la primera relación de su esposa. Ejercer este papel permite a los protagonistas descubrir algo más de sus propias vidas y sentimientos, que no son inamovibles, sino que van evolucionando de acuerdo a las circunstancias.
Uno de los grandes aciertos del filme es la construcción del personaje de Sandra (una notable Valeria Bruni Tedeschi). Fumadora empedernida y congruente por naturaleza, es una mujer que ha elegido la independencia, aunque eso no le impide renunciar a la clase de amor que se ajusta a sus necesidades emocionales.
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Sin cuestionar los modelos tradicionales la cineasta francesa nos sugiere no dejar de lado otras opciones, que siempre han estado ahí. Nos muestra con acierto el surgimiento de una versión de familia que se aleja de la formación típica pero en la que se sigue privilegiando el amor y la afinidad entre sus integrantes.