Por Emiliano Raya Aguiar
“Yo no hago cine para espantar, hago cine para entrar a los cerebros, a los espíritus, a las almas de las gentes, de los espectadores”, aseguró José Mojica Marins, mejor conocido como por su famoso personaje Zé do Caxiao, icono del cine de terror brasileño.
Momentos antes de la inauguración oficial del Festival Internacional de Cine Fantástico, Terror y Sci-Fi 2013, el reconocido director, actor, escritor de cine, comentó que su producción cinematográfica tiene como elemento esencial las pesadillas.
“Para crear mis películas utilizo como elemento central las pesadillas de la gente, las pesadillas que irrumpen continuamente en la realidad, que la reconstruyen. Un famoso físico brasileño, que trabajo en la bomba atómica, me dijo que si juntáramos 7 pesadillas, podrías construir la vida futura de un hombre”
Con 60 años de trayectoria como director y 50 de la creación de su personaje Zé do Caxiao, Mojica Marins, confesó que su narrativa fílmica está fuertemente influenciada por el cine mexicano, principalmente por las películas del Santo, el enmascarado de plata.
“Siempre me sentí atraído por el cine mexicano de la década de los 60´s, principalmente, por las películas del Santo. El cine mexicano influyó en mí incluso más que el cine norteamericano o el cine europeo”, narró el cineasta.
Por último, y antes de que fuera requerido en la Alfombra Negra del Feratum Festival, José Mojica reiteró que la necesidad crear y fomentar un cine para que abra las mentes de los espectadores y pugne por liberar las fantasías más recónditas de las gentes.
La creación de Zé do Caxiano
Después de un par de cintas que fueron un fracaso y que lo llevaron a la quiebra, José Mojica Marins se sumió en la desesperación. Su condición derivó en un ataque de pánico y en violentas pesadilla en las que un hombre demoniaco se parecía para torturarlo enseñándole una cripta con su nombre y fecha de defunción. La figura infernal era el mismo.
Después de este histérico impase nació Zé do Caixao, un sepulturero amoral, rencoroso, misántropo, que, según el mismo Mojica Marins, intenta acabar con las reglas del sistema que destruye la inocencia de los niños.