Por: Armando Casimiro Guzmán
En el primer tándem de la sección de largometrajes mexicanos del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), se presentó Manto Acuífero (2013), dirigida por el australiano (radicado desde hace muchos años en México), Michael Rowe. El antecedente inmediato del director fue su ópera prima Año bisiesto (2010), que ganó en su momento el premio Caméra d’Or, que designa un jurado independiente de Cannes entre los directores que presentan sus primeros o segundos.
En Manto Acuífero encontramos a Caro, una niña capitalina, que tras el difícil divorcio de sus padres se ve obligada a mudarse a una localidad poblana en la casa de la nueva pareja de su madre. La incapacidad de los adultos que la rodean para resolver sus problemas, arrastra a la niña a una espiral de desesperación que se reflejará tarde o temprano en su comportamiento. “Mis trabajos siempre son muy personales, pero en este caso es aún más… la película nace a partir de experiencias propias, ya que soy divorciado y tengo una hija de siete años”, comentó Michael Rowe, quien también escribió el guión de su película.
Aunque el propio director insiste que no era su intención hacer una especie de denuncia social. Si quisiera mandar un mensaje mejor contrato Estafeta y no hago una película, comentó con ironía en la charla posterior a la función de prensa, sí reconoce que todos los cineastas tienen una intención a la hora de comenzar a filmar una historia, pero en su caso no era lo primordial.
La obra de Rowe está contada desde el punto de vista de la niña, la cámara se sitúa a su altura y los personajes adultos casi siempre se encuentran cortados o fuera de cuadro, haciendo comentarios que se supone que no debería escuchar la pequeña: “en la sociedad se quiere ver a la infancia como una época donde no hay preocupaciones, pero esto es así porque lo vemos desde el punto de vista de los adultos, quienes quieren creer que lo están haciendo muy bien… la infancia es una época durísima ya que no tenemos defensas psicológicas, todo nos llega directamente a las emociones y somos completamente vulnerables”, opinó el director.
Respecto a la dificultad de trabajar con talento infantil para la cinta, en este caso la pequeña Zaili Sofía Macías, Rowe aseguró que no hubo ningún problema: “el proceso de casting fue largo, vi a cientos de actores, pero desde que vi a Sofi supe que ella era la indicada… dirigirla no fue difícil, ella es una actriz profesional y muy trabajadora… los cánones dicen que los niños no son buenos personajes protagónicos, pero esto es menospreciar el mundo interior tan complejo de los seres humanos menores de edad”.
Manto Acuífero es la segunda parte de la “trilogía de la soledad”, que inició con Año Bisiesto y continuará con una película sobre un adulto mayor que tiene como título tentativo Rest home. Hubo quienes la calificaron como “una más de cine contemplativo”, pero en esta ocasión Rowe se ha superado sí mismo con una película intensa, repleta de símbolos sobre la paternidad y la necesidad de los adultos de enfocarse sólo en sus problemas, en un contexto donde la tasa de divorcios en nuestro país aumenta de manera considerable. Una opción recomendable pero que parece estar lejos del premio que otorga el FICM.