Por Armando Casimiro Guzmán
En el tercer día de actividades de la sección de largometrajes mexicanos tocó el turno a La vida después (2013), ópera prima del cineasta David Pablos. La película se estrenó en la sección Horizontes del Festival de Cine de Venecia donde tuvo un buen recibimiento: “Se presentó en una sala grande, se llenó y tuvo una cálida recepción, hubo gente que se me acercó al final para comentarme que se habían identificado con la historia”, dijo el oriundo de Tijuana.
El guión fue coescrito por Gabriela Vidal (autora de trabajos como Familia tortuga y No quiero dormir sola) y el propio David Pablos, quien contó que “la historia surge de hablar de la familia y cuestionar como crecemos en ella y más adelante tenemos la posibilidad de elegir como queremos formar la nuestra”. En La vida después vemos como una familia formada por la madre y sus dos pequeños hijos pasa por un buen momento hasta el repentino suicidio del abuelo. A partir de ese momento la madre se va separando cada vez más, lo que va deteriorando la relación entre los dos hermanos.
Para la elección de los actores iniciaron primero buscando a los adolescentes, quienes tienen más tiempo de exposición en la pantalla, Rodrigo Azuela, quien ya había trabajado con el director en un cortometraje previo (La canción de los niños muertos del 2008), fue el primer elegido. A partir de eso se inició un casting por preparatorias y secundarias de la capital hasta encontrarse con Américo Hollander. La elección de los actores infantiles fue más rápida ya que se quedaron con los dos primeros chicos que se presentaron y que además ya se conocían.
María Renée Prudencio, quien tiene el papel de la madre comentó sobre su participación en la película: “Lo importante es que ahora hay más financiamiento para el cine, lo que da la posibilidad de romper los modelos y explorar otro tipo de personajes”, comentó la actriz quien este año presenta también la película Club Sándwich.
Respecto a la decisión de filmar en Sonora, Pablos mencionó: “Quería rodar en Tijuana, pero la cosa se complicó y el estado nos ofreció el apoyo, al poco tiempo me di cuenta de que el lugar tenía el tipo de locaciones que buscaba: el tipo de casas, el paisaje, el mar.”
La vida después habla sobre la familia, sobre lo importante que es tomar las decisiones necesarias para cambiar tu destino. Aunque por momentos parece perderse un poco, la película llega a buen puerto después del camino tan incierto que deben recorrer los personajes para encontrarse a sí mismos. Por lo pronto, la película se va a Los Cabos, luego a Francia al festival de Amiens, Dubai y comienza así su largo periplo para finalmente estrenarse el próximo año en la cartelera nacional.
No me importa si se duermen: Penumbra
No podía faltar el cine contemplativo en la sección de largometrajes mexicanos del FICM, en esta ocasión estuvo representado por Penumbra (2013), ópera prima de Eduardo Villanueva quien dirige, escribe, edita y produce este larguísimo somnífero que ha tenido un impresionante recorrido por festivales (los logotipos son tantos que por poco no caben en el cartel), y que a decir de su autor ha tenido buena recepción.
Penumbra es, en palabras de Villanueva, un homenaje a Juan Rulfo, ya que está filmada entre la región de Jalisco y Colima donde nació el famoso escritor, sus personajes son personas del campo que hablan como en sus obras. “La historia surgió a partir de un amigo mío que fue cazador desde los cuatro años. Él me inspiró para hacer el guión de la película, yo dejaba que él me contara sus historias y así se fue dando. Buscaba algo que quedara entre el documental y la ficción, aunque desde el principio tenía claro que la estructura debía ser completamente ficción”.
Adelelmo Jiménez es un anciano cazador que vive con su segunda esposa en las orillas de un pueblo, cada amanecer sale en búsqueda de un esquivo venado: “el animal es como el personaje de Moby Dick, algo que siempre persigues y nunca alcanzas”, dice el director, quien además asegura que la muerte vista de un modo ritual está presente de manera muy sutil a lo largo del filme. Y, para que no quede duda de la espiritualidad de sus andanzas, remató: “todos los animales que matamos los comimos ahí mismo”.
Respecto a lo parsimonioso de su obra, Villanueva asegura que así fue planeada: “Quería mostrar un cine que te haga contemplar las cosas de manera diferente, no es una película divertida. A fin de cuentas, lo importante es que la audiencia sienta algo, no me importa si se duermen… puede parecer que no pasa nada, pero habla del drama de lo cotidiano, de una pareja que vive alejada y que debe nutrirse de la naturaleza”.
Respecto al futuro de la cinta, Villanueva dice sentirse orgulloso de haber sido seleccionado en muchos festivales alrededor del mundo. En cuanto a los apoyos nacionales para su proyecto fue muy directo: “aquí en México solo recibimos negativas”. Buena parte de los asistentes a la función de prensa aprovecharon la penumbra para escabullirse, otros más, decidieron dormitar cómodamente en sus butacas… pero el cineasta es optimista y asegura estar en búsqueda de un distribuidor y hasta se plantea la posibilidad de que pronto veamos su trabajo debut en cartelera. ¿Será?