Por: Armando Casimiro Guzmán
En el cuarto día de actividades de la sección de largometrajes mexicanos en competencia se presentó el largometraje debut de la cineasta Claudia Sainte-Luce, Los insólitos peces gato (2013), que en la función de prensa tuvo una de las recepciones más cálidas en lo que va del FICM, a la película le fue muy bien en los festivales de Locarno y Toronto, en este último, se hizo acreedora al premio de la crítica especializada.
El guion, escrito por la propia Sainte-Luce, está basado en una vivencia personal que pasó hace algunos años en la ciudad de Guadalajara, a esta le añadió algunos elementos de ficción para que aceitaran mejor los engranajes de la narrativa, y el resultado es una película muy emotiva que ha conectado muy bien con el público. Claudia, una joven solitaria que trabaja como demostradora en una tienda de autoservicio, conoce por casualidad a Martha, una mujer madura responsable de cuatro hijos, mientras comparten habitación en un hospital tapatío. La soledad y la necesidad de integración de Claudia son bien acogidas por el carácter maternal de Martha, quien la integra paulatinamente a las actividades cotidianas de la familia. Pero hay algo más, la animosa madre está muriendo.
La ópera prima de Sainte-Luce es una película colorida, repleta de diálogos chispeantes; está contada de manera muy amena y utiliza el recurso de la cámara en mano, casi encima de los actores para fortalecer la cercanía de la audiencia con los personajes. Y es precisamente la elección del elenco una de las varias virtudes de la obra, combina actrices experimentadas para los papeles de más peso Lisa Owen y la ex Perfume de Violetas, Ximena Ayala; que son acompañadas por las jóvenes Andrea Baeza y Sonia Franco, así como el niño Alejandro Ramírez. Mención aparte merece el caso de Wendy Guillén, quien además de actriz, es hija de la persona que inspiró la historia.
Los insólitos peces gato será mostrada aún en un par de festivales (en Baja California y Argentina), antes de preparar su exhibición en nuestro país en los primeros meses del año entrante. La cinta coincide con la temática predominante en esta edición del FICM: las familias fragmentadas o las que se forjan a partir de la amistad y el cariño sin que medien lazos de sangre. Es una candidata importante para llevarse el premio otorgado a los largometrajes mexicanos, pero el hecho de ser un trabajo intimista y muy personal la pone en desventaja frente a otras producciones que abordan temas sociales. La propuesta ahí está, ya veremos que dice el jurado.