Por Emiliano Raya Aguiar
El 11 de septiembre es una fecha funesta para América Latina. Hace cuarenta años se gestó uno de los actos más atroces de los que tiene registro la historia humana. Un golpe de Estado perpetrado por Augusto Pinochet dio muerte a uno de los procesos democráticos y emancipadores más dignos del continente y del mundo. Salvador Allende, entonces presidente de Chile, fue igualmente abatido.
A 40 años del trágico suceso, José Miguel Candela, compositor y músico compatriota de Allende, rescata mediante su más reciente pieza musical Primeros encuentros con la vida y con la muerte la memoria histórica de un pueblo que sufrió una de las épocas más lamentables de la historia chilena.
En entrevista para Revés on line, Candela platica acerca de su obra, de que lo inspiró y reflexiona respecto a los elementos que conforman el quehacer del músico electroacústico.
A 40 años del golpe de Estado ¿Por qué recordar, por qué traer a colación, con una pieza de música electroacústica, este suceso?
Con mi creación trato de hacerme cargo un poco de mis responsabilidades ciudadanas o por lo menos de lo que yo considero mis responsabilidades ciudadanas, más allá del arte. Trato de dialogar con eso y quedar satisfecho con mis necesidades estéticas. Trato de proponer un diálogo con el público con todo lo que sucede normalmente en la fenomenología de un concierto. Y por otro lado busco esa res pública, ese lugar donde todos convergemos y podemos dialogar, donde nos esforzamos por crear un mundo con los paradigmas que nosotros creemos que debe funcionar.
En general mi preocupación creativa ha estado muy de la mano en la búsqueda de ese tipo de nexos. En el 2010 saqué un disco que está enteramente dedicado a Salvador Allende, una figura fundamental en la política de Chile y de América Latina. En particular, con esta obra me parecía importante recordar los 40 años del golpe militar en Chile, que se cumplieron recién este 11 de septiembre pasado. De alguna manera trato de poner el dedo en un lugar crítico que es la solución que no hay para los problemas de los derechos humanos las violaciones a los derechos fundamentales del hombre en mi país. Me pareció por eso importante no rescatar el testimonio icónico, el nombre conocido, sino ir al testimonio particular de cualquier ciudadano en mi país que sufrió la violación a sus derechos fundamentales.
Ante un auditorio lleno, Candela se para y dice: Hace 40 años se instaló en mi país, Chile, una de las dictaduras más cruentas de la historia. Quiero dedicar esta pieza a todas las y los asesinados, torturados y desaparecidos durante la dictadura. El público aplaude vivamente. Para algunos el hecho tienen profundo significado, para otros el artista merece todo el respeto del mundo.
¿Cómo se rescataron estos testimonios, cual fue el proceso de búsqueda?
Bueno los testimonios son todo lo público que pueden ser, ya que la gente que presta estos testimonios no les gusta andar contando su experiencia, normalmente quedan afectados entonces es un gran regalo que ellos hayan querido dar su testimonio para una obra artística y de alguna manera revitalizar ese dolor.
¿Cuál considera que es la labor social de músico, del músico electroacústico?
Yo no sé si hay una labor social, yo creo que hay muchas. Lo mismo que sucede cuando algún gremio se organiza para alguna movilización, para pedir alguna reivindicación, hay todo un proceso y el deber, el rol del artista es justamente ver donde se inserta en ese parte del proceso. Por ejemplo esta obra tiene mucho que ver con los 40 años, me parece que es muy importante a 40 años del golpe de estado estar hablando de crímenes de lesa humanidad y violaciones a los derechos humanos que aún no tienen la justicia que les corresponde, ya que los violadores de derechos humanos en mi país son juzgados como si fueran presos comunes por lo tanto a los 6 años están fuera de prisión y tienen centros penitenciarios que son casi lugares de recreo. Por esto me parece importante poner este tema en la mesa y sobre todo en un lugar donde además podemos discutirlo.
La obra tiene como argumento central el testimonio de Leopoldo Muñoz, profesor chileno que vivió en carne propia la dictadura. La pieza es desgarradora, refleja el trauma, la impotencia. Algunos dentro del auditorio se conmueven hasta las lágrimas.
Chile se convirtió en los últimos años en un paradigma de lucha. El movimiento estudiantil cimbró el continente. ¿Los músicos electroacústicos han encontrado espacio dentro de estas manifestaciones?
Te voy a responder con un ejemplo. Tengo un colega mío, chileno, que tiene una obra que se llama “Danza de la protesta”, esa obra la hizo marchando. Fue a las marchas del 2011, fue grabando los distintos gritos, las batucadas, todo lo que estaba sucediendo en las marchas y además hizo una encuesta a la gente que iba en la marcha. La encuesta consistía en una pregunta “¿Qué es lo que te tiene chato?” es decir, que es lo que te tiene harto y la gente respondía. Esa es una obra electroacústica tremenda, preciosa, además de que Federico Schumacher es un músico impresionante. Insisto hay muchas alternativas de poder vincularse con lo social y todos los compositores tienen la posibilidad de hacerlo o no hacerlo, a mí me interesa hacerlo, me interesa traerla a un espacio como este.
¿Ha encontrado algún paralelo de su obra, de su quehacer artístico en otras latitudes, como por ejemplo aquí en México?
En realidad yo no conozco, así que te voy hablar desde la ignorancia, pero la verdad es que yo no veo que dentro de la música electroacústica haya mucho interés en asumir temas de este tipo. Yo lo entiendo, yo soy un compositor electroacústico y tengo un amor por el sonido, lo que me mueve a mi es crear y normalmente los músicos demuestran más bien ese amor por el sonido, muchas veces desvinculándose de otros tópicos que no sean sustancialmente musicales. Yo lo entiendo, lo entiendo muy bien, estoy también en esa dialéctica, tengo obras más abstractas. Sin embargo no he encontrado mucha paridad con mi obra, he encontrado mucha simpatía y aceptación.
Al terminar la pieza el auditorio aplaude ávidamente. 40 años han pasado y la cicatriz aun no cierra. La herida aún sigue abierta a lo largo de todo el continente. ¿Cuán diferente hubiera sido Latinoamérica de haber triunfado Allende?, dice alguien en voz baja, casi para sí mismo.