Por Gonzalo Trinidad Valtierra
I
Morelia de ida y vuelta bajo el sol de otoño. Sus lagos brillan. Las montañas a lo lejos parecen dientes. Los campos tostados por el sol y lamidos por el viento. Entonces sabes que te acercas a la vieja Valladolid.
II
El que viaja lo hace para ver. Para restituir la visión nueva del recién nacido. Su oído primitivo. Los morelianos tienen una forma de hablar que parece que han cultivado en el Conservatorio de las Rosas.
III
El cine emociona. Por eso nos gusta envolvernos de sombras y abrir bien los ojos en la sala de cine. Nos gusta llenarnos la cabeza de historias. Algunas de ellas conservan su simiente mítica. La venganza desatada hasta el límite del exterminio entre familias. Siempre es la misma historia, dirán algunos. Y siempre nos causa un escalofrío peculiar, fuera de este mundo.
IV
Siempre habrá algo que el cine no cuente. Esa condición de excluir parte de la realidad en la que, sin embargo, se finca. En ella se afianza para despegar. Despegue que servirá para penetrar la superficie de la realidad, como el clavadista en la fosa. Claro que no todas las películas lo hacen con la misma gracia o furor. Pero, en principio, todas pretenden ahondar en el mundo.
V
Cómo es posible que en un mundo tan miserable. En un universo donde todo es por principio maldad. ¿Cómo es posible que entre tanta finitud y tanta muerte y tanta hambre haya gente preocupada por contar historias? Simple: porque creando se resiste. Así como en el sueño resistimos a la muerte hasta ver de nuevo el sol. Y el cine es sueño.
VI
¿Por qué diferenciar con categorías al cine documental, de ficción, de autor, independiente, comercial? Todos cuentan historias. Y ninguna, por mucho que exalte su apego a la realidad, deja de ser ficción: producto de la fantasía. Lo mismo el cineasta más ramplón y menos laureado que el más famoso y elogiado sueñan con contar una historia que sea memorable. De lo contrario no son creadores sinceros. Mercachifles.
VII
Quien crea que la cinematografía, por ser la más reciente (y moderna) hija de las artes junto con la fotografía, se desprende de los mitos, está en un error. La cinematografía es una nueva forma de crear personajes y situaciones míticas. O de no olvidar aquellos que ya corren por nuestras venas.
VIII
Un ave sobrevuela el Lago de Cuitzeo. Con qué levedad lo hace, sin esfuerzo. Está en su naturaleza. Así el contar historias, el crear dioses y leyendas está en nuestra naturaleza. Paradójico, pues mientras más perfeccionamos esta habilidad más nos alejamos de nuestra naturaleza. El medio que se elija es lo de menos: papel y pluma o cámara de cine.
IX
Los morelianos me cuentan que de todos los lagos el de Cuitzeo es el menos impresionante. Eso dicen ellos. Pero yo les cuento que es un lago extraterrestre. Hijo de la casualidad cuando doce mil años antes un impacto formó la cavidad que ahora el agua ocupa. Bajo el sol parece hecho de plata. Cuando comienza a anochecer tiene un brillo propio, tal vez producto de mi imaginación o de las partículas microscópicas de diamante que quedaron en el sedimento.
XI
El cine es el cine. Y digan lo que digan nos gusta porque renueva nuestros sueños. ¿A quién no le gusta una gran historia en hora y media? Para sentir lo mismo habría que leer mucho. Por esa razón el cine es un golpe al espectador de otro tipo.
XII
Es cuestión de agarrarle el modo al festival. Con los días la lluvia inclemente pero también las películas vistas. El cielo encapotado le da una atmósfera sepulcral a la capital michoacana. A pesar de la grata recepción de los morelianos, hay algunos que murmullan cuando te ven pasar. Se sienten excluidos. Invadidos. Hay quienes sienten el festival como una afrenta.
XIII
Una mujer que viene de Barcelona me cuenta: Estoy aquí en parte por el festival. He venido varias veces. En Barcelona no hay algo parecido. Sólo el Festival de Cine de Terror de Sitges. Pero es que a mí no me gustan las películas de terror.
XIV
Las calles del centro de Morelia no tienen vendedores ambulantes. Tampoco apestan como las del centro del D. F. Un cambio agradable. Me siento para beber café, y en ese momento veo cómo unos muchachos de secundaria arrojan a uno de sus compañeros a la fuente. Luego a otro. Un hombre a mi derecha habla por teléfono: Ocupo que me consigas papel para hacer los globos de Cantoya. Y para las mojigangas del día de muertos. Entonces el primer chico que nadó en la fuente lleva a cabo su venganza. Es un día caluroso en Morelia.
XVI
¿Por qué hay que volver a la ciudad tan gris, tan hosca? El viaje de regreso lo haces solo. Cientos de imágenes te dan vueltas en la cabeza como pequeñas constelaciones o pirañas. Un montón de instantes que se adhieren a tu vida, y que a veces confundes con tu historia. Porque el cine se te mete en el alma. Vuelves cientos de años más viejo; pero emocionado.
XVII
Este fin de semana anuncian a los ganadores. Yo preferiría que anunciaran que todas las películas se proyectaran a nivel nacional. Incluso las más incómodas. Y al mismo precio que tuvieron en el festival, 35 pesos. Eso sería un buen detalle.