Por Armando Casimiro Guzmán
Debió hacer un largo recorrido para llegar a las pantallas mexicanas Un atrevido Don Juan (Don Jon, 2013), desde su presentación (fuera de competencia) en el Festival de Sundance, filme que marcó el debut en la dirección del también actor Joseph Gordon-Levitt. La comediagozó de un modesto éxito en la taquilla estadounidense desde su estreno en septiembre y pudo verse previamente en la sección de estrenos internacionales del FICM.
Con guión del propio Gordon-Levitt, Un atrevido Don Juan cuenta la historia de Jon Martello, un joven galán descendiente de italianos pero nativo de Nueva Jersey. Solo hay algunas cosas que importan para este hábil donjuán: su departamento, su auto, ejercitarse en el gimnasio, conseguir ligues ocasionales los fines de semana y ver montones de porno en internet. La rutina de Jon se ve alterada con la repentina aparición de una atractiva y exigente rubia que tratará de meterlo en cintura y librarlo de su adicción a la pornografía. ¿Será?
La película es una comedia ágil y colorida, aunque con una edición por momentos muy cercana al videoclip. El seguimiento de una relación tan desigual que desde el principio está destinada al fracaso combina muy bien con la adopción de un sustituto igualmente mecánico y frío: la pornografía. Incluso su duración resulta adecuada, apenas hora y media es suficiente para desarrollar un relato entretenido pero superficial.
Quizás los mejores momentos del filme son aquellos que describen la inalterable rutina del protagonista: el accidentado trayecto para llegar a misa los domingos, las anodinas confesiones ante un invisible cura, las comidas en camiseta con los padres y la omnipresente hermana que en cada escena aparece escribiendo mensajes de texto. Lamentablemente todo lo bueno que puede tener la cinta seva al traste con un desenlace tan cursi y anticlimático.
Gordon-Levitt lo apuesta todo en este filme que escribe y dirige. Por un tiempo consideró la posibilidad de pedir a su amigo ChanningTatum tomar el papel protagónico (no lo hizo pero aparece en un divertido cameo), aunque al final decidió hacerlo él mismo. En tanto que el aporte femenino corre a cargo de la rubia Scarlett Johansson y de una ya muy trabajada Julianne Moore.
Al salir de la sala queda la impresión de que la película daba para más pero que finalmente quedó estancada como una de tantas comedias complacientes. De hecho, el propio director reconoce que tuvo que editar buena parte del material después de su exhibición en Sundance para hacer menos severa la clasificación que otorga la censura estadounidense. Aunque no es del todo despreciable, Un atrevido Don Juan pudo ser mucho mejor: pudo ser más incisiva, pudo ser más hilarante y pudo dejar de lado tanta moraleja reaccionaria, que tiñe de cursilería la ópera prima de Gordon-Levitt.
Mucha expectativa generó desde la presentación de su atractivo tráiler El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013), largometraje número veintitrés que firma el neoyorquino Martin Scorsese y quinto en el que hace mancuerna con Leonardo DiCaprio. La cinta se estrenó hace un par de semanas en los Estados Unidos con buenas cifras en la taquilla. Para estas fechas ya se confirmó su nominación a las categorías más importantes de los premios BAFTA y de los Globos de Oro.
La película está basada en el relato autobiográfico El lobo de Wall Street (editado en español por Alienta en un voluminoso tabique de 600 páginas), escrito por Jordan Belfort, quien pasó veintidós meses en prisión después de efectuar toda clase de operaciones ilegales con la compra y venta de acciones a través de su compañía StrattonOakmon a finales de los años ochenta y principios de los noventa. La euforia continuó hasta que dicha empresa fue intervenida por el gobierno estadounidense y sus principales operadores fueron puestos tras las rejas, incluido el conocido diseñador de zapatos Steve Madden. La historia previamente había inspirado el rodaje de la cinta Boiler room, dirigida por Ben Younger en el 2000.
¿En qué gastas el dinero cuando ya no tienes nada que comprar? Tal vez en orgiásticas veladas en la oficina, en lanzar enanos hacia una diana con un signo de dólares marcado en el centro, tal vez comprarte un Ferrari blanco, un enorme yate con helipuertoo por supuesto drogas, muchas drogas, entre ellas la cocaína y la desaparecida metacualona, la favorita de Belfort y su pandilla.
Scorsese nos cuenta a través de la larga lista de excesos del protagonista (casi todos ellos corroborados como reales por la publicación Time Magazine), la carrera en ascenso de un grupo de criminales de cuello blanco, que son tan materialistas y superficiales como el personaje que nos muestra el director neoyorquino. Sí, todo gira en torno a un esforzadísimo DiCaprio, quien entrega todo para hacer de las negligentes acciones del ambicioso individuo una suerte de cómicas situaciones repletas de humor negro. Para reforzar la megalomanía del inspirador del filme, el propio Jordan Belfort aparece un momento en la pantalla en los minutos finales, haciendo lo que mejor sabe hacer además de robar: dictando seminarios de ventas y superación personal.
Hay que advertirlo, tanto la duración de la película (tres horas, ni más ni menos), como la presentación de algunas escenas (como aquella donde Belfort aspira cocaína de las nalgas de una prostituta), pueden incomodar a los más susceptibles, al menos seis personas abandonaron la sala en que la vi antes de que se cumplieran dos horas de metraje. El lobo de Wall Street es una obra enérgica y arrogante, plagada de risas con aguijón. Es recomendable, es uno de los trabajos más alocados de Scorsese y sin duda, dará mucho de qué hablar en este primer semestre del 2014.
Nadie daba mucho por Cuestión de tiempo (About time, 2013), tercer largometraje de ficción del neozelandés Richard Curtis, pero lo cierto es que ha tenido un desempeño más que aceptable en la taquilla nacional a pesar de exhibirse apenas hace un par de semanas con un reducido número de copias. La cinta formó parte de la sección de estrenos internacionales de la más reciente edición del FICM y tuvo un discreto éxito en su recorrido por la cartelera estadounidense, que suele ser muy exigente con las comedias británicas.
Tim es un joven y tímido aspirante a abogado que descubre un peculiar secreto el día que cumple veintiún años: los varones de su familia tienen la extraña capacidad de viajar en el tiempo. No necesitan de maquinaria sofisticada o hechizos mágicos, lo único que se requiere es encerrarse en un armario, cerrar los ojos y apretar los puños, tras seguir esos sencillos pasos se encontrarán en el lugar y tiempo al que deseen volver. Pero el retraído Tim no busca riquezas ni dominar el mundo, simplemente quiere conquistar a la chica de sus sueños, que como se verá, no es algo fácil de conseguir.
Curtis es un experimentado guionista de comedias románticas, entre sus trabajos más conocidos se encuentran algunos notables del género como Cuatro bodas y un funeral (Fourweddings and a funeral, 1994) y Un lugar llamado Notting Hill (Notting Hill, 1999). Cuando tiempo después decidió incursionar en la dirección cinematográfica decidió que solo rodaría cintas con guiones de su autoría, algo que ha cumplido desde el complicado rodaje de Love actually(2003), que cuenta una serie de historias entrelazadas durante una noche de Navidad en Londres.
Para Cuestión de tiempo, Curtis retoma el típico personaje apocado que tiene poco éxito en sus relaciones personales, es imposible no suponer que tras una serie de enredos terminará conquistando a la chica que siempre quiso. Pero el director y guionista decide incluir el recurso de los viajes en el tiempo para ponerle un poco de sabor al asunto, lo curioso es que decida utilizar un método tan extraño como absurdo para conseguirlo.Sin embargo, la selección de actores es lo suficientemente buena como para olvidarnos un poco de las trampas que nos ofrece la historia. Por ejemplo, la pareja conformada por el no muy conocido DomhnallGleeson y una extrañamente encantadora Rachel McAdams, a pesar de la notoria diferencia de edades funcionamuy bien en la pantalla. Aunque con poco tiempo a cuadro es importante la participación de Lydia Wilson como la hermana incómoda y sobre todo del veterano Bill Nighy, quien cuenta con el talento suficiente para hacer llevaderos los baches de una película que parece extenderse demasiado.
Puede acusársele y con justa razón, de ser sensiblera y cursi, sin embargo, Curtis decide alargar la historia en el momento justo en que terminan la mayoría de las comedias románticas, incluyendo un variopinto repertorio de las complicaciones cotidianas de la vida en pareja. Emotiva, divertida y con un repertorio musical pop muy aceptable, Cuestión de tiempo es una opción agradable si se va al cine en pareja, con un buen café y un ánimo poco exigente.
Morelia fue una de las pocas ciudades seleccionadas para el estreno comercial de la cinta De tal padre, tal hijo (Soshite chichi ni naru, 2013), noveno largometraje de ficción del japonés Hirokazu Koreeda, que tuvo un buen paso por los festivales de Cannes y San Sebastián, el filme también recibió comentarios positivos después de su exhibición en la más reciente edición del FICM y forma parte de la 55 Muestra Internacional de Cine que este año continuará su recorrido por los diferentes estados de la república.
¿Y de qué va? Lo que parece ser la vida perfecta de un joven y exitoso arquitecto se viene abajo cuando recibe la llamada de un hospital, donde le informan que debido a una terrible equivocación, su hijo, ahora de seis años, fue cambiado por el de otra familia al momento de nacer. Al ahondar más en el asunto dos confundidas parejas deberán enfrentar el dilema de hacer valer su paternidad biológica o estrechar los lazos afectivos con el niño que han criado desde el nacimiento.
Koreeda intentó primero convertirse en novelista, pero el destino lo llevó a la televisión, medio donde realizó un par de documentales, posteriormente decidió iniciarse en la realización cinematográfica, caracterizándose por invariablemente usar como base guiones de su autoría.Las películas más reconocidas del director japonés son aquellas donde se exploran conflictos al interior de las familias, tal es el caso de Nadie sabe (Dare Mo Shiranai, 2004) y Milagro(Kiseki, 2011).
De acuerdo a Koreeda, la lenta aceptación de su propia paternidad le hizo cuestionarse sobre la posibilidad de no haber pasado suficiente tiempo con su hija. Dicha situación personal fue el punto de partida para la creación de la historia que sirvió de base a la película. ¿Son los lazos genéticos los que hacen a un hombre ser padre? ¿O es el tiempo que pasamos con nuestros hijos lo que define a la paternidad?
De tal padre, tal hijo hace una reflexión un tanto somera sobre dichas cuestiones, pero lo hace de una manera que puede abarcar un público heterogéneo pero sin caer en el melodrama vulgar. La película no es tan cruda como pudiera sugerirlo el tema (es clasificación A, algo muy poco común en este tipo de trabajos), y aunque procura guardar el equilibrio entre todos los implicados en el conflicto, utiliza la figura del joven y ambicioso profesionista como columna vertebral de una historia que se abre en inconclusas tramas secundarias, que parecieran alargar innecesariamente la duración de la cinta.
Para estas fechas ya existe un proyecto de rehacer el filme ahora en una versión estadounidense. De tal padre, tal hijo es una obra que puede acusar cierta sensiblería pero que su simpleza y el talento del director para mostrar solamente lo necesario en cada toma, la convierten en una opción recomendable para este inicio de año. Sobre todo, hay que verla ahora antes de que salga la versión hollywoodense con Brad Pitt o quienquiera que quiera lucirse haciendo el papel de atormentado padre de familia derrochando lágrimas al por mayor.