Liliana Felipe es una de las cantantes más prolíficas del México contemporáneo; la producción que recomendamos esta semana reúne canciones caracterizadas por la desmesura y la denuncia.
Por Jorge A. Amaral
Editado en 2002, El hábito es un álbum recopilatorio que incluye canciones de sus discos Elotitos tiernos, Lilith, El segundo fracaso de Dios, La ley del amor y Vacas sagradas. Con las letras fuertes, desfachatadas y despreocupadas de Liliana Felipe, este disco nos permite asomarnos al espectro musical de esta completa y compleja artista que ha hecho de sus canciones un ágora para denunciar lo que le aqueja, lo que quiere, lo que abomina, sus filias y fobias, siempre con ese sentido del humor que caracteriza sus canciones.
De entrada, el disco abre con una rumba deliciosa que es Elotitos tiernos, una canción en la que no hay mensaje político ni denuncia alguna, sólo es una invitación bastante rítmica y muy bailable a comerse unos elotitos tiernos como cura a todos los males de amores. Por otro lado, una fuerte pero bastante jocosa crítica a la política macroeconómica con que se estableció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (que tan caro nos ha salido) es la contenida en esa cumbia titulada O dicho de otro modo.
Un canto de desamor nos encontramos en A nadie, pero se trata de un desamor basado en no saber si la otra persona es o no es, problema al que puede enfrentarse una persona homosexual: enamorarse de quien no se sabe si tiene la misma preferencia, pero un heterosexual también, cuando nos enamoramos de quienes no comparten nuestros intereses, gustos y afinidades, y resulta que nos fijamos en personas diametralmente opuestas, con el madrazo contra el suelo que ello implica.
Además, en El hábito hay dos canciones emblemáticas de Liliana Felipe: Las histéricas y Cuando cumpla los ochenta. La primera es un himno al ser mujer sin caer en el feminismo barato, es asumir una identidad sexual ajena a la concepción de ella en un ámbito falocrático. En Cuando cumpla los ochenta, Liliana Felipe proyecta la vejez de una mujer a la que le ha valido un cacahuate lo que la moralidad y la religión digan, pues podrá ser “vieja pero no pendeja”.
El hábito, un disco para escucharse de cabo a rabo con una botella de vino tinto a un lado y los oídos bien abiertos pues Liliana Felipe, aunque en algunas canciones puede parecer inocente, siempre tiene algo importante qué decir.