Hay algo que me encanta de las películas de Quentin Tarantino y es, además de las historias en sí, la música empleada en ellas, por lo que algunos soundtracks se han vuelto tan de culto como las películas a las que pertenecen, tal es el caso de Reservoir dogs o Pulp fiction.
Una constante en los soundtracks de las cintas de Tarantino es el uso de rock & roll y el surf, y gracias a ello he podido escuchar grupos de que de otra forma sería imposible conocer pues sus canciones adquirieron celebridad por las películas, y como ejemplo de ello podríamos preguntarnos si conoceríamos “Misirlou” sin Pulp Fiction o “Little green bag” sin Reservoir Dogs. De Kill Bill no hablemos, es demasiado ecléctico, y el de Django aún no lo escucho a profundidad. Es por esa magia de los soundtracks en las cintas de Tarantino que esta semana recomiendo el de Death proof, que con Planet Terror conforma la saga Grindhouse.
El disco abre con el mismo tema que inicia la película, “The last race”, de Jack Nitzche, una suerte de surf western motorizado que invita a acelerar a fondo con esa tan moreliana actitud de “quítense o los meo”. Al desarrollarse la primera parte de la película en Austin, Texas, qué mejor que un poquito de rock con tintes texanos, y para ello se cuenta con “Jeepster”, de T Rex, e “It’s so easy”, de Willy Deville. Pero si hablamos de una cinta de Tarantino, sabemos que el rock & roll no puede faltar, y es por ello que se incluyeron “Good love, bad love”, una deliciosa balada de Eddie Floyd; “Riot in thunder Alley”, de Eddie Beram, con una portentosa batería que obliga a subir el volumen y seguir ese solo con movimientos de cabeza, y “Chick habit”, de April March.
Pero hay un tema de este disco que al escucharlo en la película me enamoró de inmediato por su cadencia y la gran calidad del grupo, y me refiero a ese que suena en la rocola mientras la ingenua Butterfly (Vanessa Ferlito) le hace un baile bastante sugestivo al desgraciado de Stunt Man Mike (Kurt Russel): “Down in Mexico”, de The Coasters.
Un buen disco para escucharse mientras cocina o acompañado de algunas cervezas o bien para manejar de noche, pues es de esos álbumes que siempre me recuerdan aquella frase que le da el nombre a un disco de Compton’s Most Wanted, Music to drive by…