Dicen las reglas del melodrama que nunca debes aceptar en tu casa la estancia prolongada de una mujer joven y hermosa, pero nadie le avisó de esto a la familia anfitriona de Pasión inocente (Breathe in, 2013), quinto largometraje del californiano Drake Doremus.
Por Armando Casimiro Guzmán
La cinta se presentó en la cartelera moreliana, luego de varios meses de andar viajando con un par de copias a lo largo del territorio nacional. Formó parte de la sección de estrenos en la edición 2013 del festival de Sundance, pero desafortunadamente los buenos comentarios que generó no le sirvieron para cosechar una mejor recaudación en la taquilla norteamericana.
Pasión inocente nos introduce al mundo de una familia afincada en una pequeña comunidad cercana a la ciudad de Nueva York, la dinámica del hogar se verá alterada con la llegada de una hermosa estudiante británica de intercambio. El desencanto laboral, el mutuo amor por la música y el anhelo de libertad, unirán a la recién llegada con el maduro profesor que ha visto inconclusos sus sueños de juventud.
El propio Doremus coescribió el guion (de hecho había escrito hasta ésta los guiones para todas sus películas), en una entrevista lo describía como parte de una trilogía acerca del pasado, presente y futuro, la cual comenzó con su anterior filme, el muy recomendable drama romántico Like crazy (2011), y culminará en 2015 con Equals, el cual protagonizará la ex Crepúsculo Kristen Stewart.
El cineasta californiano nos ofrece lo que cabría esperar en un drama independiente muy al estilo de lo que ofrece cada año el catálogo de Sundance. Con cámara en mano, una fotografía un tanto opaca y un par de buenas actuaciones, la cinta nos conduce con acierto a la intimidad de una familia cuyos deseos y temores giran inevitablemente en torno a la atractiva y talentosa estudiante. El romance no se precipita y se conduce con sutileza para hacer la historia lo suficientemente entretenida para el espectador predispuesto.
Sin embargo, su buena factura no la libra de su desenlace tremendamente predecible, la obviedad de algunas escenas sentimentales y una que otra coincidencia extraordinaria, casi ponen en aprietos el gran trabajo del australiano Guy Pearce, así como de su coprotagonista, la británica Felicity Jones, quien interpreta con notable credibilidad a un personaje diez años menor (es sorprendente que la actriz se encuentre rondando la treintena).
Si bien Pasión inocente bordea peligrosamente los límites del melodrama llorón, su acertado reparto y el toque de un cineasta con oficio como Drake Doremus (de hecho es su primera película que tiene corrida comercial en México), la ponen en la mira de aquellos espectadores que gustan de los pequeños dramas que año tras año nos ofrece, con mayor o menor calidad, el cine independiente de los Estados Unidos.