Historia de desesperanza y redención sobre la vida y obra del fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado, es la que cuenta Wim Wenders en su nueva película, The Salt of the Earth (La sal de la Tierra), una oda tremenda y conmovedora al planeta que habitamos.
Por Omar Arriaga Garcés
Vio una fotografía y quedó impactado por lo que el lente de Salgado había logrado captar; después, en la misma galería, encontró un retrato de una mujer, del mismo autor, al que por fin tuvo oportunidad de conocer y acompañar a una de sus expediciones.
Wenders relata de esta forma su encuentro con Salgado y su hijo (Juliano Ribeiro Salgado, también fotógrafo y quien funge como su co-director en La sal de la Tierra), y en base al archivo fotográfico del padre crea una narrativa de su vida cotidiana, sus viajes y trabajos más representativos.
Por mencionar algunos, el libro Workers (1986-1991), cuyas imágenes fueron tomadas en la URSS, Bangadlesh, Santiago de Compostela, la India, Sicilia y Ruanda, muestra la intimidad de mujeres y hombres realizando las labores cotidianas, pero no cualquier clase de labor.
En 1991, la curiosidad llama a la puerta de Sebastiao cuando tras la Guerra del Golfo Pérsico Saddam Hussein prende fuego a cientos de pozos petroleros en Kuwait; los animales cubiertos por el material, las grandes llamas y explosiones, los bomberos de diversos países y su desesperación por no poder apagar la deflagración, son el tema de las composiciones de Salgado, un verdadero infierno, relata.
En Exodus (1993-1999), Sebastiao Salgado es testigo del genocidio de miles de personas en África, al grado de recorrer 50 kilómetros de cadáveres en Ruanda, lo que le hace perder la confianza en la humanidad, «estas imágenes tiene que verlas el mundo; el ser humano es un animal extremadamente violento. Es una historia sin fin», indica el fotógrafo, quien agrega que esta situación de guerra y muerte la ha visto reproducirse tanto en América como en Europa, en los más diversos países y en las más diversas circunstancias.
«De dos millones de personas que había reunidas, entre 12 y 15 mil morían diariamente; de 250 mil personas que regresaron del Congo a Ruanda sólo 40 mil sobrevivieron. No creía en la humanidad. Nadie merecía vivir», expresa en el documental.
Con todo, Sebastiao relata como regresó por tercera vez a su Brasil natal, al pueblo de su padre, que había perdido todos árboles que hacían de ese lugar un paraíso durante la infancia del fotógrafo. Impulsado por su esposa Lelia, Sebastiao y su familia deciden reforestar la zona como una forma de terapia por la violencia que han presenciado.
En una década fundan el Instituto Terra y plantan 600 hectáreas de mata atlántica, más de dos millones de árboles con lo que el bosque tropical que antes se encontraba vuelve a la vida. El conocimiento aprendido por la familia Salgado se replica después en otras partes del mundo, y el nuevo estado de ánimo de Sebastiao lo lleva a viajar una vez más por el mundo, esta vez para hacer Génesis, una oda al planeta, su obra maestra, en la que va a las Islas Galápagos a captar lo que Darwin fue a buscar hace siglos.
Una historia de derrota y redención que abarca a la humanidad entera, una epopeya con la que el director alemán Win Wenders regresa a las pantallas; uno de los mejores trabajos presentados en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).