Por alguna curiosa razón John Wick. Otro día para matar (John Wick, 2014), fue recibida con cierta benevolencia por los medios estadounidenses, los cuales suelen ver con escepticismo a las nuevas franquicias de acción.
Por Armando Casimiro Guzmán
La película es la primera que dirigen en conjunto (y por separado también), Chad Stahelski y David Leitch, ambos con una amplia trayectoria en la supervisión de escenas de acción y coreografías de peleas. Pese a la simpleza de su narración, la cinta inició con el pie derecho después de sus primeros días en la cartelera en la tierra del Tío Sam.
La cosa va como sigue: John Wick es un matón a sueldo que ha decidido retirarse del negocio para contraer matrimonio y hacer una vida tranquila al lado de su pareja. Pero cuando ella muere cuatro años después, Wick decide consagrar su vida al cuidado de un pequeño cachorro, único vínculo que lo ata a su difunta esposa. Un pequeño altercado con un miembro de la mafia terminará con la muerte del perro y desatará la furia del violento John Wick, quien buscará dar muerte a todo aquel que intente obstaculizar su sed de venganza.
Como era de esperarse, la cinta se presta para el lucimiento de los directores especialistas en escenas de acción. Una serie de estilizadas peleas y una cantidad inimaginable de muertos redondean esta narración convencional esporádicamente salpicada de flashbacks que hacen referencia a la etapa más feliz en la vida del protagonista.
Salvo algunos detalles peculiares como el club de asesinos a sueldo, el pago de todos los servicios con enormes monedas de oro y los extrañamente civilizados códigos de conducta de los delincuentes, el resto no es más de lo que nos tiene acostumbrados un género que desde hace un buen rato se ha caracterizado por su falta de inventiva y su escandalosa superficialidad.
Muchos han considerado que John Wick marca el regreso de Keanu Reeves a las grandes producciones, después de que durante los noventa consiguiera éxito en el género con cintas como Punto de quiebra (Break point, 1991) y evidentemente Matrix (1999). Ya se habla incluso de una probable secuela del personaje, pero ya veremos si los fans de antaño están dispuestos a seguir alimentando esta inminente franquicia.
Al menos podemos decir en su favor que la cinta no se toma a sí misma muy en serio, desde el inicio se asume como una cinta genérica de acción, sin más ambición que la de lograr que el respetable no salga de la sala de cine hasta que termine sus palomitas. Así las cosas, si lo suyo son las peleas acrobáticas y los asesinatos sin sentido definitivamente esta es su película.