Después de su poco prometedor debut como directora con el melodrama de guerra In the land of blood and honey (2011), Angelina Jolie decidió volver a intentarlo con Inquebrantable (Unbroken, 2014).
Por Armando Casimiro Guzmán
El desempeño en taquilla ha sido apoyado por tres nominaciones a los premios Oscar (en categorías menores, eso hay que resaltarlo). El segundo largometraje que firma la también actriz, ha recaudado prácticamente el doble de su presupuesto en poco menos de un mes de corrida comercial en los Estados Unidos, nada mal para un filme más bien intrascendente y que carece de actores de renombre.
Inquebrantable narra la odisea de un hombre que hizo prácticamente de todo en su vida. Después de una adolescencia problemática, Louis Zamperini, hijo de inmigrantes italianos, empezó a cosechar éxitos como corredor, al grado de participar (aunque no ganó ninguna medalla), en los Juegos Olímpicos de 1936. Tiempo después se enroló en el ejército y tras desempeñar algunas misiones en el Pacífico, su aeronave sufrió un accidente sobre el océano, lo que dejó a los sobrevivientes a la deriva durante 47 días, hasta que fueron capturados por soldados japoneses. Las duras condiciones de la reclusión hacia el final de la guerra pusieron a prueba la resistencia y capacidad de Zamperini para sobrevivir a situaciones extremas.
Los derechos sobre la historia del héroe de guerra habían sido comprados por Universal Studios desde 1957, pero fue hasta 2010, cuando la publicación del libro Unbroken, de la autora estadounidense Laura Hillebrand, se convirtió en un éxito de ventas, que se dio luz verde a la realización del proyecto (en español está editado por Punto de Lectura con el título de Invencible). Los cineastas Joel y Ethan Coen fueron los encargados de elaborar el guión a partir del texto de Hillebrand y tiempo después Jolie consiguió que el estudio la nombrara directora del filme.
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Jolie se las arregló para hacer rendir los 60 millones de dólares (de un presupuesto original de noventa, que se vio reducido por el simple hecho de ser mujer, según aseguró en una entrevista), con más de dos horas de metraje en el producto final, con una ambientación que cumple y un elenco esforzado aunque poco contundente. Es decir, Inquebrantable se apunta como un drama de guerra que lo intenta, pero que se queda corto.
Desde el guion (demasiado simple para tratarse de los hermanos Coen), encontramos que decidieron borrar los años de alcoholismo que vivió el propio Zamperini tras sobrevivir a su cautiverio para enfocarse en la primera etapa de su vida. Por otra parte, es decepcionante que una historia tan dramática se sienta tan distante: ni las escenas violentas lo son tanto, ni el sufrimiento de los sobrevivientes logra conmover del todo.
Al final, la directora no consigue explicar del todo la fuente de la fortaleza (física y moral) de este hombre, hace un guiño a su religión, otro a la inspiración fraternal… pero es un tema que no parece cerrarse adecuadamente.
Aunque no es del todo desdeñable, es evidente que es el tipo de película de un personaje caído en desgracia que sobrevive y se levanta a pesar de las adversidades, de esos que tanto gustan a la Academia y a la mayoría del público estadounidense. Parece claro que si no fuera por la publicidad que siempre brindan los premios Oscar, navegaría a la deriva por el limbo cinematográfico que realmente le corresponde.