El arte de la imitación
Por Edgardo Leija
Desde los primeros asentamientos humanos, la RAZA ha desarrollado un extraño deleite por la práctica de actividades truculentas. Entre muchas mañas que solemos ejercer en nuestro diario y cotidiano acontecer, encontramos la de la falsificación de documentos.
En la plaza de Santo Domingo de nuestra ciudad capital, podemos encontrar toda una industria capaz de emitir títulos que oscilan desde la facturación impresa para el SAT, hasta certificados que acreditan legalmente la culminación de cualquier nivel académico.
Hace un tiempo el primo de un amigo perdió su cédula profesional y se le hizo más fácil acudir a dicha plaza y comprar una de estas credenciales apócrifas (la cual incluía el título por el mismo precio), a tener que esperar un año a que la SEP pudiera resolverle el trámite por extravío y enviarle su nueva acreditación, para poder seguir ejerciendo legalmente su licenciatura en Ciencias de la Comunicación.
El mismo Leonardo di Caprio en la película (basada en una historia real) Atrápame si puedes pretende darnos una cátedra de falsificación, la cual se vuelve insulsa al conocer la variedad de obras de arte contemporáneo que se producen en la mentada plaza de Santo Domingo.
Yo mismo, cuando recién aprendí a usar el Photoshop, presté mis servicios digitales a ciertos amigos, para agilizar algunos trámites burocráticos, pero no se espante, que no está leyendo las memorias de un delincuente, no fue nada grave: ‘…nomás alguna firmilla por ahí, un par de sellitos por allá…’ tan sólo estaba descubriendo mis habilidades artísticas y a cambio acepté unas cuantas caguamas como gratificación.
¡Ah, pinche RAZA!–, pensará usted, amable lector; pero imagínese, que esta vez no es una ocurrencia más de nosotros los orgullosamente pícaros mexicanillos. La falsificación de registros documentales se encuentra profundamente incrustada en el ADN humano.
Verá usted, que en algunas cavernas europeas donde han sido halladas pinturas rupestres cerca de la Costa Azul, existieron unos artistas de aquellas cavernícolas eras, que se aventaron la puntada de pintar sobre las rocas, unas figuras humanas con cola de pescado, peleando a lanzazos contra unos pescadores que sí están dibujados con dos piernas.
Dichos gráficos prehistóricos fueron precedente referencial para la realización del documental Sirenas. El descubrimiento, transmitido hace un par de años por el mismísimo Discovery Channel y en el que también muestran un video todo movido y medio pixelado, en el que unos pescadores del Ártico, al sacar una de sus jaulas para captura de atún, se dibuja una silueta a contraluz de estas famosas criaturas, mitad mujer, mitad pez.
Para que ni se tome la molestia de buscar el documental en internet, le adelanto, que los actores, –digo– los científicos, aseguran haber tenido en su poder una serie de pruebas fehacientes que demostraban la existencia del simio acuático, pero que un día llegaron al laboratorio, esos ‘loquillos’ del FBI y les robaron todo. (Cara suspicaz de Sherlock Holmes)
Como dice la tercera Ley de Newton: ‘A toda acción corresponde una reacción’ por lo que debemos traducir en este caso que: ‘a todo falsificador corresponde un ingenuo’ y no es que uno sea sospechosista y nomás se dedique a andar detectando teorías conspiratorias, pero no nos vaya a pasar un día de estos, como en 1938 que el autor de ciencia ficción Orson Wells estaba leyendo su novela La Guerra de los Mundos en la radio, y unos cientos de incautos radioescuchas, agarraron sus joyitas y se salieron en calzones a las calles, algunos para esconderse de la destrucción marciana, otros para darle la bienvenida a los invasores, y algunos más, para dirigirse a la radiodifusora e intentar linchar al buen Orson.
Ni qué decir del famoso caso del OVNI de Roswell, que se estrelló en Roswell en 1947 y del cual rescataron un cadáver –completito y sin raspones– de un alienígena de esos cabezones, al que le practicaron una autopsia tan limpia, tan oportuna y tan precisa, que no me canso de ver el video-documento, una y otra vez en el Youtube.
De este tipo de evidencias podemos recolectar un sinfín en la internet y redes sociales. Casi-casi, estamos en la era en que los místicos ya no viven perseguidos como en la Inquisición, y hoy, pueden demostrar que existen, no sólo los OVNIS, sino los fantasmas, los videntes, los milagros, los profetas y los políticos honestos.
¡Un momento, mi querido Watson!, basta de citar obras y tranzas con fines de lucro, que éste debería ser un artículo que hablara de las Bellas Artes, pero ¿Qué más bella arte, qué la del engaño? La palabra ‘arte’ deriva de la raíz latina: ‘ars’ que se refiere a la realización de una obra u oficio que expresa mucha creatividad; y de ella también se derivan palabras como ‘artilugio’ o ‘artegio’ que significa ‘engaño’.
¿Y qué no ha sido el Arte a través de la historia, el más simpático de todos los engaños, cuándo este, se encuentra supeditado por quién lo paga o quién lo encarga? ¿Qué más creatividad puede plasmar un artista de cualquier tiempo, de cualquier disciplina, que la fabricación de imágenes que parecen documentar la realidad?
¿Qué me dice usted de la llegada del hombre a la Luna?; ¿de la mágica aparición de un ‘oil on canvas’ de la Virgen de Guadalupe?; ¿de la fotografía en Iwo Jima de Joe Rosenthal en la que unos soldados de USA, izan heroicamente su bandera? Imágenes ‘documentales’ que han manipulado al mundo desde siempre y que lo único que certifican es la historia de los vencedores de las guerras, así como el sembrar terror entre sus pueblos conquistados, para dominarnos.
Es verdad, que hoy casi no escribí del tema al que me debo y al que más amo: El Arte Contemporáneo. Así que me disculpo, invitándole a que revise la obra del artista catalán, Joan Fontcuberta; –mi inspiración como fotógrafo y mi gran maestro del disfraz– en la que podrá disfrutar del cinismo y humor negro, pero con la vocación de obra de arte, implementando el nuevo y osado género del ‘Falso Documental’.
En su obra podremos examinar, desde las colecciones de taxidermia en ‘Fauna Secreta’ y un ‘Herbarium’ registrado de manera por demás Darwiniana; hasta los ‘Milagros’ realizados por un ocurrente visir; pasando por las pruebas que validan que fue el artista, quien viajó en el ‘Sputnik’ al lado de la perrita Laica, así como evidencias de que ‘Ossama’ posee un lado sensible.