Era 1995 y aún comprábamos discos compactos de bandas en pleno auge como Alice in Chains, Faith No More, Radiohead y The Smashing Pumkins. MTV nos ponía videos de rock y Los Simpson era la serie más aclamada en el mundo.
En América Latina las cosas no eran tan malas en materia musical, sobre todo cuando descubrimos en las tiendas el nuevo disco de Soda Stereo: Sueño Stereo, producido por Cliv Godard y Eduardo Bergallo. Los argentinos ya entraban en nuestro top de bandas de culto con sus anteriores producciones, mismas que incluyeron himnos como Nada Personal, Persiana Americana, En la ciudad de la furia, Corazón Delator, Canción Animal, De música ligera y Té para tres.
Se trataba pues de su séptimo disco de estudio y lo que en ese momento ignorábamos es que sería el último, antes de que Charlie, Zeta y Gustavo dijeran adiós, no sin antes grabar el emblemático Comfort y música para volar, su enchufado para MTV.
Sueño Stereo inicia con el inmediato éxito Ella usó mi cabeza como un revólver, donde los arreglos con cuerdas (dos violines, viola y violoncelo) le dan una elegancia y contundencia a la que ya era una letra apabullante.
Con Disco Eterno la elegancia es absoluta y desde entonces intuíamos que Soda ya lograba un sonido atemporal, a diferencia de otros discos en español producidos en ese año, como por ejemplo el horripilante Avalancha, de Héroes del Silencio. Arriesgado como era su sello, el trío experimentó con la psicodelia-pop en Zoom y el britpop característico de la década con Paseando por Roma. Es un disco con sus baladas finas y complejas como Efecto Doppler, y con tendencias electrónicas deliciosas como quedó demostrado en Pasos, pieza que luego transformarían en el mencionado semiacústico.
Catalogado por la Rolling Stone como uno de los 10 mejores álbumes latinos de todos los tiempos, el disco rebasa con mucho a otros como Clandestino, de Manu Chao, que hoy ya solo podríamos escuchar en un ambiente chairo y trasnochado; o a los ya nada básicos Río (Aterciopelados) e Infame (Babasónicos). Bueno, a sus 20 años, es claramente superior al regionalismo del Re, lo mejorcito de Café Tacvba.
Como mencionamos al inicio, los grandes discos son los que sobreviven al tiempo, y escuchar Sueño Stereo en pleno 2015 no nos mete a una máquina del pasado con sonidos rotos, sino al contrario, nos devela a un trío que se supo retirar en la cumbre, cosa que no hicieron sus colegas generacionales, varios de los cuales han sido incapaces de producir algo decente en muchos años.
Donde quiera que esté, Gustavo Cerati seguro sigue escuchando esta joyita.
Y sonríe, quizá, al lado de otro ángel eléctrico.