Fin de semana de estrenos mexicanos en la cartelera local. Además del drama dominicano Dólares de arena (2014), y la comedia de Armando Casas, Familia Gang (2014), se presenta Hilda (2014), ópera prima del regiomontano Andrés Clariond. La película, que recientemente recibió el visto bueno de la CONAPRED, se estrena con la cantidad de 150 copias cortesía (es un decir) de Cinépolis Distribución.
Clariond escribió el guion para su primer largometraje basándose en la obra de teatro homónima de la escritora francesa Marie N’Diaye. El joven director cuenta que pudo ver la puesta en escena mientras estudiaba cine en Nueva York y de inmediato pensó que la situación que se planteaba podría aplicarse muy bien a la realidad mexicana.
La historia gira en torno a Susana, una mujer madura quien es la esposa de un acaudalado empresario. Cuando su único hijo llega de visita a la mansión, deciden contratar a una nueva empleada, para lo que recurren a Hilda, esposa de un antiguo trabajador. Los recuerdos del pasado izquierdista de Susana (marchas del ‘68 incluidas) se van haciendo más fuertes, al tiempo que su necesidad de compañía la obliga a ejercer un control enfermizo y tiránico sobre la nueva trabajadora doméstica, una situación que inevitablemente la pone al borde de la locura.
La cinta podría definirse como un drama sobre la dependencia, pero a la par, toca de refilón temas muy presentes en nuestro país como el clasismo y la desigualdad social. Curiosamente el propio director es hijo del adinerado empresario regiomontano Eugenio Clariond. Aun así, no tiene problemas en afirmar que su película es una crítica a la llamada “izquierda caviar”, a los “burgueses bohemios”, esas personas que se presentan como izquierdistas, pero que de ninguna manera están dispuestos a renunciar a los amplios beneficios que les ha traído el capitalismo.
El joven director asegura que en todo momento quiso imprimirle un tono de humor negro a su película, pero sin llevarlo a los extremos de la farsa o la comedia chusca, aunque para su mala fortuna se acerca peligrosamente a ellos en algunos momentos de la narración (muy forzada la escena en donde un grupo de manifestantes irrumpen en una elegante comida).
Verónica Langer, la elegida para personificar a la insatisfecha ama de casa, hace una interesante lectura de su personaje, a quien define como alguien que ha perdido la lealtad consigo misma, una situación que la ha llevado al borde de la locura. Complementan el corto reparto los actores Fernando Becerril y la joven Adriana Paz, ésta última es quien interpreta a la empleada que da nombre a la película.
Si bien no todo es miel sobre hojuelas en Hilda, podemos decir que al menos es un acercamiento entretenido e irónico hacia una serie de temas que en otras manos hubieran resultado lastimoso fracaso. Un sólido y reducido grupo de actores, así como un meticuloso diseño de arte, complementan una historia que con un poco de suerte, puede llevar al espectador a reflexionar sobre lo difícil que es ser coherente con todos los principios ideológicos y valores morales que rigen nuestra vida diaria. Pero la otra parte, la que cuestionaba el clasismo, la que planteaba una crítica social, quedó para mejor ocasión.