Con cuatro nominaciones a los Oscar, todas ellas en las categorías más importantes de la premiación (mejor película, mejor director, mejor actriz y guion adaptado), se presenta por fin en la cartelera nacional La habitación (Room, 2015).
El quinto largometraje del irlandés Lenny Abrahamson lo confirma como un cineasta en ascenso, con una filmografía corta pero sólida, en la que destaca por supuesto, el estupendo drama musical alternativo Frank (2014). Pero a pesar de sus nominaciones, la cinta ha tenido un recorrido discreto por la taquilla estadounidense, registrando poco menos de veinte millones de dólares desde su aparición en salas en noviembre del año pasado, aunque para una producción de éstas dimensiones bien podría considerarse un éxito moderado.
La cinta está basada en la novela homónima de la escritora canadiense de origen irlandés Emma Donoghue (el libro está editado en español por Alfaguara), y es la propia autora quien adapta su obra para el cine con tan buena fortuna que en poco tiempo fue considerada para el Oscar en su categoría. El relato se ubica en un lugar de Ohio, Estados Unidos, en donde Jack, un niño de cinco años vive confinado con su madre en una pequeña habitación. Con la intención de hacer su vida más llevadera, su madre ha creado un entorno para entretener, educar y proteger a su hijo de las ocasionales incursiones del viejo Nick. Jack no conoce el mundo exterior y aún no es consciente de que ambos, madre e hijo, son víctimas de un peligroso criminal.
La novela de Donoghue era un éxito editorial en Estados Unidos desde el año de su lanzamiento (2011). Desde ese momento había varios directores decididos a llevar la historia a la pantalla, pero tras varias deliberaciones, la escritora se decantó por el concepto que ofrecía el relativamente poco conocido Abrahamson: una puesta austera, sin florituras y enmarcada en tonos grisáceos.
La interacción y el buen desempeño de los actores Brie Larson, quien se había destacado en algunos pequeños papeles como la Envy Adams de Scott Pilgrim vs. The world (2010), o la obsesiva escritora de mensajes de texto de Don Jon (2013), así como del infante Jacob Tremblay, logran crear una atmósfera de familiaridad y camaradería en un entorno sumamente opresivo, algo que habla del gran trabajo de dirección del propio Abrahamson. Otro punto a favor, es que la historia no persigue como fin último la liberación de sus protagonistas, en cambio, lo complementa con la difícil reinserción de sus personajes en su entorno familiar y la sociedad, sin perder de vista la fortaleza de su vínculo afectivo.
Como espectadores debemos estar conscientes de los propios límites del filme, el cual se encuentra lejos del estilizado y morbosamente incierto carácter de Michael (2011), ópera prima del austríaco Markus Schleinzer, que también toca el tema del enclaustramiento forzado de un menor. En cambio, La habitación se enfoca en la relación entre una madre y su hijo, ofrece esperanza y redención para unos personajes que han pasado por una experiencia aterradora y en ese sentido es una cinta optimista con tintes de final feliz.
Esto último es algo que podría obrar en su contra, pero a fin de cuentas está a tono con el planteamiento inicial del filme, contado desde la perspectiva de un niño, que a partir de su inocencia tiene una gran capacidad para sanar sus heridas.