La frase «estamos en el futuro» nunca había sido tan acertada como en Lo and Behold: Ensueños de un mundo conectado, documental que Werner Herzog divide en 10 capítulos, a la manera de una novela de ciencia ficción o una biblia futurista.
Somos varias generaciones que vivimos pegados al internet, no solo como ocio, sino como medio de información, como conexión a las cosas que queremos conocer, que nos gustan y hasta como parte de nuestra vida diaria laboral, y quizá nunca nos hemos preguntado cómo llegamos hasta aquí.
El documental va desde el primer día en que nació el internet, el 29 de octubre del 69 en la Universidad de Standford en Estados Unidos hasta cierta especie de premoniciones apocalípticas que no son más que la realidad apuntando hacia la pérdida de la humanidad, la verdad es que hace que suene triste y catastrófico el precio que estamos pagando por la tecnología, que hasta este punto te hace cuestionarte si realmente hace más sencilla la vida o todo lo contrario.
Durante la cinta, el director reúne varios testimonios que representan la parte oscura del internet, personas enfermas y lejos de sus familias por una rara enfermedad relacionada con las ondas electromagnéticas, casos de acoso a una familia por las imágenes de la muerte de su hija, personas adictas a los chats y videojuegos. Casos que son cada vez más comunes, en el caso de México por ejemplo, la exaltación de personajes ínfimos que tienen sus quince días de fama por haber hecho alguna gracia o desgracia y haberse vuelto virales en la redes sociales.
Aunque no es un documental con esa ostentosa parte artística a la que recurre de manera magistral Herzog, es una película que vale la pena ver, seguir de la mano de la voz en off del director que nos lleva a ese mundo que tenemos todo el tiempo frente a nosotros y sin embargo jamás reflexionamos. Seguro te preguntarás si en realidad más que una era tecnológica, estamos sumergiéndonos en una era de incomunicación, en la que a la manera de Her, de Spike Jonze terminaremos amando a las máquinas.