Hoy por hoy elegir Playa del Carmen como destino para nuestras vacaciones es una magnífica opción, pero es muy probable que en poco tiempo deje de serlo: las descargas de aguas negras al mar y manto freático, la erosión de sus playas, la tala inmoderada a su alrededor, la afectación al hábitat de especies protegidas y los efectos negativos de las actividades industriales están haciendo que este hermoso lugar crezca de manera abrupta, solo por sacaiar la ambición de empresarios a quienes poco les importa el desarrollo sustentable.
Carlos Underwood y Sergio Santiago documentan con toda presición este crecimiento desmedido en la película Erosión, que luego de su paso por los festivales de Yucatán y la Riviera Maya se ha exhibido en Colombia, Estados Unidos y Barcelona. Se trata de un trabajo periodístico que desnuda la complicidad de distintos gobiernos locales con empresarios voraces quienes encontraron en Playa del Carmen una joya no solo para su explotación turística, sino para un saqueo de sus minas que se traduce en millones de dólares.
Reportero de cepa, Underwood nos platica el proceso para concluir este documental que resulta incómodo para la clase política de Quintana Roo, caracterizada por su nula capacidad para detener el daño a tan emblemática playa mexicana.
¿Cuál es la Playa del Carmen que conociste y cuál la que tenemos ahora?
Un pueblo rústico, alegre, con playas amplias y mar turquesa. Un pueblo-ciudad que se recorría en bicicleta, seguro y tranquilo. Ahora Playa del Carmen es un destino contaminado, con inseguridad, plagado de desarrollos que violan los reglamentos de construcción, parques de atracciones ecocidas –erigidos por Grupo Xcaret– y gobiernos incapaces de detener su declive. Playa del Carmen ahora está en una crítica situación social y ambiental.
¿Quiénes han contribuido al deterioro de la playa?
Los gobiernos en turno, de los tres niveles. En primera la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) al aprobar Manifestaciones de Impacto Ambiental (MIA) a proyectos ecocidas, de alto impacto. En segundo lugar a las autoridades estatales y municipales por permitir que se desarrollen dichos proyectos, y, en tercer lugar la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) por simular inspecciones y hacer de ellas un jugoso negocio. También los empresarios e inversionistas que buscan lagunas legales para devastar selva, manglar y dunas para levantar resorts y atraer más turistas a una Riviera Maya al borde del colapso. Algunas organizaciones “amigas” de las autoridades y del sector privado se suman a la cadena.
¿Alguien está haciendo algo por salvarla?
Sí. Hombres y mujeres valientes, con ideales y esperanza. Muchos anónimos, otros conocidos por tener una trayectoria intachable. Espeleólogos, biólogos, activistas, ambientalistas, representantes de Organizaciones No Gubernamentales, líderes mayas, promotores culturales. Son muchos, y sin ellos Playa del Carmen sería ya una extensión de los desastrosos parques del Grupo Xcaret o se hubieran aprobado proyectos terribles como la Terminal de Almacenamiento y Reparto de Hidrocarburos (TAR), que pretendía hacer de Playa del Carmen una megabodega de combustibles y sede de un ducto para movilizarlos.
¿Cuál ha sido el papel de los medios de comunicación locales en cuanto a denunciar el daño contra la playa?
Los reporteros son honestos, muchos son muy buenos periodistas, comprometidos, y han ventilado y comprobado daños ambientales por parte de cadenas hoteleras como Meliá, RIU, Mayakobá, Princess, etcétera, y de empresas como PASA –encargada de operar el relleno sanitario– y claro, de Grupo Xcaret, la compañía que goza de mayor impunidad en Quintana Roo por generar empleos y atraer turismo. Pero al final, las denuncias de los reporteros de calle, sus investigaciones se diluyen porque los dueños de los medios acuerdan con los empresarios frenar las publicaciones a cambio de dádivas. Los dueños de los medios de comunicación no son periodistas y sus acciones dejan ver que desprecian al estado, sus recursos naturales y a la población.
¿Hay daños a la playa o selva que ya son irreversibles?
No soy experto. Erosión recaba información de científicos, especialistas en diferentes temas y por lo que sé como periodista y documentalista, te puedo decir que las cosas están muy mal.
¿Y alguien podrá contra los intereses de empresas millonarias y los gobiernos locales?
Me gustaría pensar que sí, que se puede frenar la devastación y que las autoridades tendrán nivel para solucionar las actuales problemáticas y prevenir otras. Al menos en los años que viví en Playa del Carmen no alcanzo a ver cómo contrarrestar tanto caos.
¿Por dónde se podría empezar el cambio?
Educación es la clave. Por eso tengo una pequeña esperanza. Los valientes que trabajan en un cambio organizan talleres, pláticas, conferencias, van a escuelas, a universidades e intentan plantar la semilla de la reflexión, de la conciencia. Pero también hace falta que la sociedad participe, tome su lugar y diga ‘basta, soy parte de esto y me sumo’. También debemos mandar al diablo a los idiotas que gobiernan Playa del Carmen –y en general a todo el estado–. La anarquía como solución a un gobierno imbécil, aunque se antoje difícil. Me refiero a una autogestión para una comunidad como Playa del Carmen para que prevalezca la sustentabilidad y se acaben los mezquinos intereses económicos de un puñado.
¿Tuvieron alguna dificultad u obstrucción para grabar el documental y sobre todo para exhibirlo?
Al inicio Sergio Santiago –también director y productor del documental (además, junto con Christian Arana musicaliza el filme)– y yo pensamos que lo censurarían, que sería difícil entrar a un festival para que pudiera exhibirse, pero hemos tenido la fortuna de que se vea en muchos lados, incluso otros países. Al grabar solamente tuvimos dos incidentes. El primero fue cuando cuestionamos al delegado de la Semarnat sobre qué medidas se tomarían para proteger al jaguar. En ese momento recibí una llamada del periódico donde trabajaba para que parara, ya que la Unidad del Vocero –del gobierno estatal– había dado la orden de que no siguiera grabando. Como había más periodistas simplemente colgué y seguí grabando. La segunda fue cuando gente de CALICA llamó a una amiga ambientalista para hacerle saber que nos podían implicar en demandas legales por grabar en la zona de excavación de la minera. De ahí, afortunadamente no hemos tenido represalias.
¿En qué festivales han estado hasta el momento?
Festival Internacional de Mérida y Yucatán (FICMY), Riviera Maya Film Festival (RMFF), Festival de Cine Verde en Colombia (Festiver) –obtuvimos mención de honor–, Blue Ocean Film Festival en Estados Unidos –obtuvimos mención de honor–, Festival Internacional de Medio Ambiente en Barcelona (FICMA) –y estaremos en la muestra itinerante FICMA y el Programa de Nacionales Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) el 5 de junio de 2017–, Belize Film Festival –actualmente se lleva a cabo–.
¿Crees que este tipo de documentales sirvan para crear conciencia entre la población civil y cuiden a la vez que exijan un mayor cuidado de su entorno ecológico?
Eso creo. El poder de la imagen, del cine, es capaz de sacudir, de cambiar a la gente, de crear conciencia. El documental es una herramienta de denuncia, pero esa denuncia debe acompañarse de educación, esperanza, soluciones. He visto documentales que me han hecho trizas pero me dejan una esperanza, ganas de involucrarme. Pero también he visto otros que solamente te derrumban. Creo que uno de los caminos es sacudir y educar para transformar. El documental es un brazo de los periodistas cuya voz quiera escapar de las líneas editoriales regidas por gobernantes y dueños voraces.