Por Sebastián Hernández
Jaime Garba creó este seudónimo con los apócopes de sus verdaderos apellidos: García Balandrán, y lo hizo según cuenta porque no quería que sus padres sintieran que menospreciaba sus raíces, ante la poca factibilidad editorial de publicar con su nombre completo (incluyendo su segundo nombre: Miguel). Así fue que poco a poco, sin ser consciente de ello, sus textos fueron apareciendo firmados de esta manera en medios como Sin Embargo, la ahora extinta Jornada Michoacán, La Revista de la Universidad, Playboy México, entre muchos otros.
Dice que le cuesta trabajo sentirse ese Jaime Garba autor, pero que hoy más que nunca, con la publicación de ¿Qué tanto es morir?, su primera novela editada por Arlequín, siente que su anhelo por convertirse en escritor se está cumpliendo.
Este joven psicólogo michoacano, que interactúa entre el mundo de la pedagogía y su gran pasión: los libros, da vida a un thriller intenso y vertiginoso a través de la historia de un profesor de preparatoria que al presenciar un asesinato, circunstancialmente recibe información que lo llevará al universo complejo de una casa hogar que ante los ojos del mundo se concibe como un paraíso, pero que en realidad guarda secretos muy oscuros que página a página se van develando, poniendo al lector ante el dilema del juicio, ¿quién hace el mal?: ¿el que mata por venganza o el que tortura por ser víctima del destino? Garba explora los orígenes de los personajes y los lanza en caída libre ante los hechos que no podrán evitar, sino enfrentar para que ya sea, vivos o muertos, valga la pena haber existido.
Vía correo electrónico tuve la oportunidad de platicar con el autor, quién compartió conmigo distintas perspectivas sobre la literatura y su trabajo.
¿Cómo fue el proceso de saltar de las publicaciones periódicas a escribir una novela. ¿Qué trabajo representó?
Fue un proceso largo, desde hacía muchos años soñaba con publicar una novela, ya había escrito una que jamás vio la luz, y que bueno, porque aunque creo que la historia es buena, por aquel tiempo aún no tenía las herramientas necesarias para publicar algo digno. Siempre he sido ambicioso y desesperado, siempre quise escribir algo en un par de meses y que apareciera al día siguiente, me ha costado trabajo pero conforme más leo, descubro autores y aprecio el mundo de la literatura, me doy cuenta que esto es una carrera de paciencia y largo aliento; así es como descubrí que las publicaciones periódicas me dan la oportunidad además de comunicar algo, practicar mi escritura, soltar la mano y la creatividad. El trabajo que representó fue vencer mi propio tedio, darme una bofetada y caer en razón de que si no lo hacía ya, viviría en el idilio de querer escribir y jamás hacerlo en realidad. Era ahora o nunca.
¿Podrías describir cuál fue el proceso de gestación de tu novela?
La novela acaba de publicarse, por lo cual hacer esa evocación me hace sentir nostalgia. La idea surgió un día que caminaba por una calzada famosa de mi ciudad, solía dar paseos matutinos y escuchar música para reflexionar y respirar aire fresco, aquel día aconteció un suceso que me llamó la atención y que quizá recuerdes: el allanamiento por parte de las autoridades federales a la casa hogar La Gran Familia, un hecho que causó mucho impacto sobre todo por la figura que lideraba la casa y por ser una institución muy reconocida. Mucho se habló de la noticia a nivel nacional e internacional y de esas discusiones a favor y en contra pensé sobre la imposibilidad de conocer la verdad, pues cada uno de los implicados, díganse los 600 niños y jóvenes que habitaban el albergue, autoridades y personas involucradas, tenían su propia versión. Esa imposibilidad me pareció extraordinaria para hacer ficción, para crear las voces de los personajes, crear sus orígenes y perder el pudor sobre la visión del bien y del mal, no temer a enloquecer, como dice el escritor Iván Farías; no temer a la crudeza, a la violencia, a las pasiones y deseos de los personajes. Todo esto se fue construyendo en mi mente hasta que el tema se enfrió y me quedé con ese mundo ficticio pero verosímil, el cual fue desarrollándose gradualmente conforme a lo que mi creatividad me dictaba, en verdad no sabía cómo terminaría el libro, fui el primer lector de mi novela, sé que es cliché pero poco a poco me dominó y me llevó hasta lo que es ahora.
¿Qué tanto es morir? es una obra cruda y en fragmentos violenta, ¿te consideras un autor anexado a la corriente literaria que toca estos temas?
En absoluto, es cierto que últimamente algunos de mis cuentos tienen una carga de violencia y crudeza que tiene la novela, inclusive algunos lo adjetivan como gore, pero no me considero ni me veo como un autor que escriba solamente sobre violencia. Me parecía que esta novela debía ser contada así, como ya lo dije, sin pudor, sin miedo a mostrar lo que pensaban los personajes y lo que vivían, pude haberle dado estética, pero no quería que el lector sintiera conmiseración por nadie, quería hacerlo sentir, hacerlo dudar sobre sus emociones respecto al libro. No sé cómo serán mis próximas obras pero sí puedo asegurar que ahora escribo sobre esto porque siento la necesidad, porque tal vez, de fondo, me preocupa vivir en un mundo tan insensible, donde solemos preocuparnos por nosotros mismos o nuestras familias y cerramos los ojos a las duras realidades que suceden a la vuelta de la esquina.
¿Cuál crees que es la aportación de tu novela a la literatura?
Que el lector disfrute de la historia y que pueda sentir y juzgar; para mí eso es la literatura, un terreno donde puede caber absolutamente todo, un universo sin reglas en el que el lector es completamente libre. Decir que aporto algo más sería muy pretencioso, no me siento ni ligeramente cercano a ofrecer un libro que cambie vidas o impacte como suelen hacerlo los grandes de la literatura, pero sí creo que mi novela puede llegar a ser considerada por los lectores como una obra interesante que le despierte del letargo o del tedio y le haga gozar. Cuando la escribí tenía una racha de ver muchas series de televisión, por lo cual creo proyecté en la forma de narrar algunos estilos parecidos a los guiones: vueltas de tuerca, nudos, y otras herramientas que no permiten que el lector se aburra (espero). Otra cosa es que la novela la escribí en un momento particular donde estaba molesto con la vida, literal, hay mucha frustración en la tinta, así que creo el libro aporta honestidad, algo muy importante para mí, pues soy de los escritores que piensan en el lector, y lo hago porque antes que nada me considero uno de ellos.
¿Qué tanto es morir? Puede conseguirse en la web de Ediciones Arlequín, así como en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en el stand L2 y próximamente en librerías.