“Yo estoy fascinado con la celebración del Día de Muertos en México. Kubrick no la conocía”, me comenta el productor del director de cine que se clavó en dos temas: la guerra y el miedo en parte de su filmografía. Esto lo expresó durante su visita a la Ciudad de México por la Exposición Stanley Kubrick en la Cineteca Nacional, la cual abrió sus puertas al público el 1 de diciembre y permanecerá durante cinco meses en ese recinto.
Esta es la décimo sexta ciudad en donde se monta la exposición, la cual pasó por Monterrey, a principios de año, y viene desempacada de San Francisco y en la que podemos ver alrededor de 900 piezas que conforman el mundo detrás de las películas de ese genio del cine de finales de siglo XX, cuya obra atravesó generaciones.
Katharina, hija del cineasta, señala una y otra vez en la conferencia de prensa que “su padre fue muy estricto”. Ella conoció el cine desde las entrañas gracias a su papá. Él, por ejemplo, dejaba indicaciones en 20 páginas para el cuidado de sus gatos cuando se iba rodar sus sofisticados filmes.
Agrega a mi pregunta de qué podría pensar su papá si estuviera vivo todavía con una exposición como ésta: “Estaría sorprendidísimo de cuánta gente ama su obra artística”.
Y es que si algo representa Stanley Kubrick para generaciones que ahora rondan los 30 o 40 años es mucho. Yo no puedo olvidar el encender la televisión en los años noventa sin que un día cualquiera, la película de Odisea en el espacio estuviera pasando por Canal 5. Me quedo pensando quién sería ese programador que le perecía bueno que viéramos en televisión una película tan compleja y aburrida como esa. Lo importante es que al tiempo, por mi deformación profesional, valoré el poder conocer a temprana edad la obra fílmica de este realizador.
Me sorprende saber que a partir de una exposición tan vasta e icónica del siglo XX no se tenga en planes un documental sobre todo esto que quedará tal vez en la memoria del Instagram de los seguidores de Kubrick y claro, en sus películas.
Al terminar la conferencia de prensa con la hija de Kubrick, el productor de su papá, Jan Harlan y Hans-Peter Reichmann, el curador en jefe del Deutsches Filmmuseum, donde comenzó todo hace diez años, así como con Alejandro Pelayo, director de Cineteca Nacional, veo una serie de fotografías postradas en el pasillo, detrás de la sala 10. Son de los cómicos mexicanos, supongo que forman parte de la exposición anterior donde ahora se encuentra el complejo, abigarrado y colorido Stanley Kubrick.
Durante el recorrido donde observo utilería, carteles, maquetas y objetos que estuvieron guardados en clósets anoto una frase que refleja bien el trabajo de este portentoso y exigente realizador: “Es imposible que yo diga lo que voy a hacer, sé lo que espero hacer: una película que jamás se ha hecho”.
Ojalá que los youtubers aprendan algo al visitar esta exposición. Que ya lo dijo un crítico de cine: “En tiempos de los youtubers el cineasta es el rey”.
Por cierto, no pude entrevistar al productor de Kubrick por errores de logística de los encargados de Cineteca la mañana del martes 29 de noviembre. Quedo en corto con él para ver si podemos conversar en algún momento y me dice amablemente que mañana. Haré lo posible pero un viaje a Guadalajara para la feria de sus libros que ya me espera.
En tanto me quedo con su imagen de un hombre de barba blanca y lentes rojos, quien ha estado con personajes de la talla de Steven Spielberg.