No sabía que el cantante guatemalteco Ricardo Arjona inicia cada gira en aquella ciudad llamada Toluca. Me enteré de esto la vez que vi la entrevista de Arjona con el periodista Camilo Egaña, de CNN, la cual abandonó a la mitad con el argumento de que el conductor no había escuchado su nuevo disco Circo Soledad. La tersa charla sin embargo, no tuvo desperdicio alguno y me hubiera gustado que no hubiese terminado, sólo para saber por qué cada 3 de mayo el cantante comienza sus conciertos en la capital del Estado de México.
Algunos artistas de esa localidad me dicen que “es horrible ser toluqueño”, ¿será acaso porque es la cuna de PRI o por el significado de la palabra Toluca? La palabra Toluca significa: “el lugar del dios Tolo o Tolotzin” y Tolo se refiere a un dios con la cabeza gacha, porque toloa es, en náhuatl, inclinar la cabeza.
Pareciera que Toluca está predestinado a convertir a muchos triunfadores en encumbrados perdedores, es decir, exitosos pero corcovados. Tal vez por eso lo de Arjona, pero ahí está el caso de nuestro actual presidente Enrique Peña Nieto, quien fuera gobernador del Estado de México y ahora es presidente del país. En este sexenio —que se encuentra ya en su recta final— da la impresión que su eje, en cuanto a comunicación política, ha sido —parodiando a Groucho Marx—: “Estas son mis pendejadas, pero si no le gustan, tengo otras”.
La palabra, por ejemplo, toloache, que se refiere a esa planta hedionda está relacionada también con la palabra Toluca, ya que según el Diccionario del náhuatl en el español de México, coordinado por el ya fallecido escritor Carlos Montemayor, la inclinación de la deidad es culpa de los efectos narcóticos de, precisamente, esa hierba del diablo llamada toloache.
¿Será acaso que Enrique Peña Nieto y la Mafia del Poder, según el Diccionario de Morenista, en estos años ha querido entoloachar a México o toluquizarlo, como alguna vez le escuché decir a una poeta de esas tierras que tanto quiero?
Si inició la toluquización de México, Peña Nieto —o el entoloachado—, Eruviel Ávila, el saliente gobernador del Estado de México, podría podridamente encumbrarla.
Dice una hermosa crítica de cine que Toluca tiene otro gran fracaso, además del inicio de la carrera de Arjona: sus festivales de cine. Vaya que he asistido a muchos como periodista—, pero no recuerdo algo similar en este país. Inaugurar un festival y luego de su ceremonia de bienvenida anunciar que se clausura esa misma noche (leer la nota del periodista toluqueño Félix Morriña: El fracaso de un festival de cine en Toluca). Ahí hay varios festivales de cine que se llaman igual, pero prácticamente no existen ya ¿o sí?
A propósito del fracaso, la derrota y la mediocridad, Ricardo Arjona, en esa misma entrevista con Egaña, explica algo al respecto, que valga para todo esto: “El fracaso en esencia para mí constituye en tener un disco malo y el disco malo para mí es hacer un disco que no sea congruente conmigo. Ya lo hice y por eso sé de lo que hablo”. El chiste creo que se cuenta solo.
En el artículo de Iván Gallo, publicado el 19 de marzo de 2015 en la revista colombiana Las dos orillas, apunta algo más sobre el compositor y su luminosa derrota: “A sus 51 años, Ricardo Arjona es inmune a los cuestionamientos. Ya lleva más de 20 millones de discos vendidos en Latinoamérica y, mientras la industria musical está en crisis y miles de verdaderos poetas de la canción fracasan en su intento de hacerse con un público, él es idolatrado y admirado. Su triunfo es la derrota del arte verdadero y una prueba clara y contundente de que a cualquier tarado que pueda ocurrírsele una canción tan insulsa como Pingüinos en la cama, puede aspirar a la gloria. El secreto para llegar a la fama no tiene nada que ver en el genio, sino en la habilidad de los mercachifles de la música y de interpretar los gustos, cada vez más limitados, de una muchedumbre culturalmente pobre”.
El 4 de junio fueron las elecciones en el Estado de México y una vez más el PRI —quien ha gobernado de manera ininterrumpida desde 1929— ha quedado en el poder con el primo de Enrique Peña Nieto, Alfredo del Mazo Maza, cuyo abuelo y padre fueron gobernadores. Algunos han dicho que ese es el laboratorio de México y de ser así todo parece indicar que el chapeado Eruviel podría ser presidente de este México lindo y querido, con lo que podemos agregar que: el fracaso como país llegará a su mejor momento y Ricardo Arjona podría componer una melodía al triunfo de la derrota toluqueña en el país, como el nevado de Toluca: imponente pero inactivo.
El pasado 3 de mayo, precisamente Arjona dijo desde la capital del Estado de México: “Este es el primer show de la gira y si hay errores, está permitido”. Es que “en Toluca gente no mata, nomás ´taranta; te quita el calzón y te echa a la barranca”, que ya lo escribió Alonso Guzmán —literato oriundo de esas tierras sagradas— en su delirante libro La agonía de la marmota: “¡Cuánta majestad en el cerro del Tolochi!”.