Más a regañadientes que por convicción propia, la Cineteca Nacional se sumará a los homenajes por el centenario de Rodolfo Guzmán Huerta con la proyección de la cinta Santo contra los hombres infernales, rodada en 1959 en La Habana por Joselito Rodríguez. El evento tendrá cabida en pleno Día de los Santos Inocentes con una sola función en sala 7 a las 19:30 horas, con un costo general de 50 pesos.
La función no ha sido promocionada ni en las redes sociales ni en los espacios principales de su página oficial en Internet, y solo es posible saber de ella al mirar la cartelera del 28 de diciembre.
Rodolfo Guzmán Huerta nació en Tulancingo, Hidalgo el 23 de septiembre de 1917, y aunque diversas organizaciones públicas y privadas han celebrado su centenario a lo largo del año, la Cineteca Nacional rechazó en un inicio proyectar alguna de sus películas al considerar que no cumplían con los estándares de su programación; es un cine, declaró su director Alejandro Pelayo, que “no se puede tomar en serio”.
Luego de presiones mediáticas y en redes sociales, los programadores del recinto ubicado en Xoco han rectificado, aunque nunca promocionaron por ninguna vía esta película donde el Enmascarado de Plata comparte créditos con Joaquín Cordero, Jorge Marx y Gina Romand.
Esta película pertenece al archivo fílmico Cine Permanencia Voluntaria, quien restauró la cinta de 35 mm y la proyectó en meses recientes dentro del Festival Internacional de Cine de Morelia. Su directora, Viviana García Besné, había encontrado rechazos en la Cineteca para hacer el homenaje al Santo con alguna de las películas restauradas, pero luego del revuelo causado por las declaraciones de Pelayo y de que incluso Tim Burton se declarara fan del gladiador, todo terminará en una proyección en la sala 7; eso sí, sin promoción ni mayores menciones dentro de sus canales de comunicación.
El misterioso caso de las dos primeras películas de El Santo
En 1959, mientras Cuba vivía el triunfo de su revolución encabezada por Fidel Castro, Joselito Rodríguez y productores como Jorge García Besné echaban a andar un par de cintas protagonizadas por un entonces debutante actor enmascarado: Santo contra los hombres infernales y Santo contra el cerebro del mal, las cuales fueron posproducidas hasta dos años después, ya que no las podían sacar de La Habana. Traerlas a México se convirtió en una misión casi imposible y solo hubo una forma de hacerlo: trasladar los rollos de película en un ataúd, única forma para que las autoridades cubanas no fueran tan estrictas en sus revisiones. Fue así que el material pudo llegar al país y entonces nacería una estrella fuera de los encordados: Santo, el Enmascarado de Plata.