Ayotzinapa es una localidad perteneciente al municipio de Tixtla, en Guerrero, un lugar que apenas rebasa los 200 habitantes aproximadamente, pero que es sede de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”. Ahí, en ese lugar, fue donde Enrique García Meza pasó dos años documentando el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala por las autoridades estatales la noche del 26 de septiembre del 2014.
Ayotzinapa, el paso de la tortuga, es un documental que transcurre entre reconstrucciones de hechos, entrevistas con los sobrevivientes de esa noche y familiares de las víctimas, así como declaraciones de integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GEIE), los cuales fueron parte fundamental para echar abajo la “verdad histórica” del gobierno, la cual sustenta que los estudiantes fueron quemados en un basurero de Cocula.
Los 75 minutos del metraje alcanzan para recordarnos ese hecho desgarrador en la historia de un país dañado por el mismo gobierno y el narcotráfico. Siempre se ha dicho que a México le hace falta memoria histórica, es verdad, y esta película sirve para no olvidar que hay hechos que no pueden ser aceptados por la sociedad.
La línea de la cinta se centra más en los testimonios de los familiares y los sobrevivientes, ellos mismos reconstruyen de a poco esa terrible noche en donde todo parecía indicar que nadie saldría vivo de Iguala. Si bien hace un paneo acerca del grave error que cometió el gobierno mexicano al tratar de reconstruir una realidad que lejos estaba de lo verdadero, su intención no se centra en ese hecho, sino en el antes y el después en las casas de los 43 desaparecidos, en los salones de clases donde no se les ve más, en la pérdida de 43 maestros rurales que nadie podrá sustituir.
En medio de un país con reformas que parecen perjudicarnos más que beneficiarnos, en un año de elecciones, bien vale la pena reflexionar, volver a ver, voltear hacía esos hechos contundentes que se minimizan en los medios de comunicación, tal vez valga la pena demostrar que México sí tiene memoria, que vale la pena politizar, pensar, reflexionar, debatir, pero sobre todo conservar esa empatía que quizá permita que nunca vuelva un 2 de octubre, un Acteal, un Ayotzinapa, una tumba abierta que quizá jamás pueda cerrarse.
Periodismo y cine, las fronteras
Entrevistado por Revés Online, Enrique García abundó sobre el tratamiento que le dio a este documental ya reconocido en festivales como Morelia y Guadalajara. En cuanto se enteró de la noticia, viajó a la escuela “Raúl Isidro Burgos” y confiesa que le dolía mucho la situación, “tenía miedo, quizá de lo desconocido, pero poco a poco los estudiantes fueron accediendo para conversar, entendieron que no era para un material periodístico, porque no quería meter un reportaje, quería hacer un documental que llevara al interior de las personas”.
A diferencia de La noche de Iguala (2017) bodrio dirigido por Jorge Fernández Menéndez y Guillermo Quintanilla que raya en el videhome, el documental de García es un rodaje que efectivamente deja atrás el amarillismo barato para adentrarnos en el vacío que experimentan los sobrevivientes, quienes son los que reconstruyen cómo sus compañeros fueron secuestrados por policías, además de añadir reflexiones de la periodista Anabel Hernández. Esta calidad cinematográfica es respaldada por la producción de Guillermo del Toro y su casi inseparable Bertha Navarro, menuda diferencia si se contrasta con la trayectoria de Quintanilla, artífice de telenovelas y películas de bajo presupuesto con narcos como protagonistas.
Ayotzinapa, el paso de la tortuga, se proyectará en Ambulante este jueves 22 de marzo en la plaza Melchor Ocampo a las 20:00 horas, con funciones adicionales en Cinépolis Centro. Consulten la cartelera en este link.
Foto de portada: Agencia Cencos/Flickr
Por Alejandra Quintero/ Francisco Valenzuela