Por Antonio H. Vargas
Una noche fría y nublada que invita al romance, un teatro que funge como sala de conciertos, instrumentos de viento se escuchan alrededor. Continúan las actividades de la Segunda Edición del festival Rafael Méndez (FRM) en la capital michoacana, y en esta ocasión toca el turno para el destacado trompetista venezolano Diego Velásquez en un abarrotado teatro José Rubén Romeo.
Con una puntualizada inglesa, y es que la música es exacta en tiempo y forma. a las 8 de la noche dio inicio el concierto con el Ensamble de Maderas OSEA (Orquestra Sinfónica Esperanza Azteca) Michoacán, bajo la batuta del director Andrés Aviña. Jóvenes músicos en proceso de formación interpretaron Petite symphonie, del francés Charles Gounod, considerado el mejor compositor del siglo XIX. La obra contiene cuatro movimientos lúdicos y alegres, por lo que su ejecución era entusiasta, aunque en ciertas ocasiones al fagot segundo y al corno se le iban las notas. Obviamente se comprende que son músicos que se están formando para ser profesionales. Estos jóvenes cerraron su participación interpretando el tango de Astor Piazzola posiblemente más difícil de ejecutar: Oblivion.
En la segunda parte del concierto el pianista Antonio Santoyo y el trompetista Diego Velásquez tuvieron una magistral participación con un repertorio bastante amplio y con matices románticos. Cabe resaltar que Diego fue ganador del concurso de trompeta en la primera edición del FRM en 2017.
El sonido de trompeta es fortísimo, envolvente e hipnótico, así lo demostró Diego Velásquez al dar inicio su participación con Concert Piece no. 2, del trompetista ruso Vassily Brandt.
Piano y trompeta comulgaban por los caminos del amor, a veces el piano en sus solos nos invitaba a sumergirnos en los recuerdos, a veces la trompeta y su sonido estridente nos regresaba a la realidad, tal fue la interpretación de Sarabande et finale, de Raymond Gallois, y Romanza, de Rafael Méndez.
El maestro Antonio Santoyo sedujo al público con sus solos de piano al interpretar Improvisación 15 (homenaje a Edith Piaf), de Francis Poulenc, y Balada mexicana, de Manuel M. Ponce, dando un viaje por el nacionalismo mexicano, un paseo romántico y folclórico.
En el orden del programa tocó el turno de trompeta sola; sin duda, Diego Velásquez demostró por qué se coronó como el mejor trompetista al interpretar El Vals no.3: Natalia, de su paisano Antonio Lauro, obra compuesta para guitarra, pero es necesaria una alta exigencia técnica interpretativa. Cerraron el concierto con Czardas del napolitano Vittorio Monti. Cabe mencionar que las Czardas eran bailes guítanos que se realizaban en tabernas centroeuropeos.
Sin duda una noche fría de verano muy grata, aunque la luna estuviera opacada por las nubes.