Por Héctor Dimas
Alberto Baltazar Urista Heredia, conocido como Alurista, es un poeta y activista chicano. Nació en el entonces Distrito Federal y se mudó a San Diego, California, Estados Unidos, con su familia a la edad de 13 años. Obtuvo una licenciatura en Psicología y una maestría en Literatura de la Universidad Estatal de San Diego, y un doctorado en Literatura de la Universidad de California en San Diego.
Alurista es uno de los primeros poetas en mezclar los idiomas inglés y español en sus escritos (spanglish), así como varios slangs de ambos. Es autor libros como Xicano Duende: A Select Anthology (2011), Tunaluna (2010), Z Eros (1995) y Et Tu … Raza? (1995). Ha escrito numerosos ensayos y críticas literarias sobre el movimiento chicano y sobre la cultura chicana, que se han publicado ampliamente en antologías, revistas y periódicos.
También es cofundador de múltiples organizaciones académicas y comunitarias, como el Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlán en la Universidad Estatal de San Diego, Concilio por la Justicia, Centro Cultural de la Raza y el Departamento de Estudios Chicanos de la Universidad Estatal de San Diego. Ha enseñado en la Universidad Politécnica Estatal de California en San Luis Obispo, California, en la Escuela Tlatelolco en Denver, Colorado, y en la Universidad de Texas, en Austin. También ha dado conferencias y leído su poesía en lugares de todo el mundo. Sus documentos se guardan en la Universidad de Texas y en los Archivos Étnicos y Multiculturales de California.
En Floricanto en Aztlán (1971), el poeta juega con los signos de la temporalidad hasta que su significado se difumina; los signos se convierten en palabras definidas por la acción humana y, acaso, por la contracultura de los entes: agentes alienados y delimitados por la otredad. La cotidianidad define las palabras y ésta sólo se puede vivir en el presente.
Apelando a la reflexión de Antonio Machado que «lo otro no existe: tal es la fe racional, la incurable creencia de la razón humana. Identidad = realidad, como si, a fin de cuentas, todo hubiera de ser, absoluta y necesariamente, uno y lo mismo. Pero lo otro no se deja eliminar; subsiste, persiste; es el hueso duro de roer en que la razón se deja los dientes. Abel Martín, con fe poética, no menos humana que la fe racional, creía en lo otro, en “la esencial heterogeneidad del ser”, como si dijéramos en la incurable otredad que padece lo uno».
Baltazar Urista Heredia convoca a una revolución emanada de la manifestación poética. El tiempo es el agente regulador de la sociedad, su infraestructura organizacional. El sometimiento al tiempo ajeno es la esclavitud dentro del espacio-tiempo del Otro. La esencia filosófica de la revolución se obvia en el poeta; la libertad requiere armonía espiritual y física con la naturaleza, para así dar vida a la cosmogonía chicana, dar vida al mito. Alurista revela que tal armonía es una herencia prehispánica, basada en un heliocentrismo que se opone a las divisiones artificiales del tiempo basadas en el trabajo no natural, siendo las pirámides el vehículo nato para lograr la conquista del Sol: la ascensión.
Una radiografía, a modo de revista, el autor subyuga de tajo al ya de por sí mártir mexicano teniendo como punto de partida “la visión de los vencidos”. Emilio Uranga apunta que «el mexicano es “huraño”, “retraído”, pronto a saltar o a defenderse. Tal actitud es inexplicable si no se supone que el ser le parece como indiferente, y que sólo un “accidente” que no domina le traerá la calma y la confianza, o la destrucción y la muerte. Ante el mundo como un “amigo” o como un “enemigo”, y ello de modo imprevisible, en zozobra».
Se establece, pues, un reclamo generacional de la tierra arrebatada a padres y abuelos. La asociación indígena se enfatiza al afirmar que la independencia vino solo cuando los españoles se fueron, un concepto de una hispanofobia mexicana generalizada. Sin embargo, como apunta Octavio Paz, «el “pachuco” no quiere volver a su origen mexicano; tampoco –al menos en apariencia– desea fundirse a la vida norteamericana. Todo en él es impulso que se niega a sí mismo, nudo de contradicciones, enigma».
*Héctor Dimas es egresado de la Facultad de Lengua y Literaturas Hispánicas. Periodista, editor y columnista del Diario ABC de Michoacán.