Hay tres cosas que vienen a mi mente cuando escucho algo relacionado sobre el grupo Bronco. La primera es que la canción “Amigo Bronco” me hacía llorar amargamente cuando era niña. Mi imaginación siempre fue muy inquieta. Pensar que su propio amigo lo había tenido que matar y que había dejado huérfano un potrillo me partía el corazón.
Sí, siempre he sido de lágrima fácil. La segunda es el cómic que salió de ellos en 1991. Yo tenía 9 años y le pedía a mi papá que me lo comprara. Y la tercera es la canción de “Oro”, que nunca falta en mi repertorio de las madrugadas de after en La Burbuja.
A pesar de que no es la primera vez que vienen a Morelia, jamás los había visto en vivo y la verdad sí tenía mucha curiosidad. Crecimos con Bronco y con otras tantas agrupaciones del mismo tipo. Si bien no es la música que escuchamos todos los días, no podemos negar que alguna canción de ellos siempre está en los playlist de gustos culposos o fiestas cumbiancheras.
Después de ver cómo agarraban a un asaltante en el centro de la ciudad, tener que esperar en la plaza de San Francisco, escuchar a los payasos que honestamente no soporto y el largo recorrido hasta el recinto ferial, finalmente llegamos al concierto.
El espacio que ahora funciona como Teatro del Pueblo lucía lleno, mucho más que días antes en la presentación de Los BKS, pero tampoco a reventar. Los Felinos terminaban su presentación como abridores del concierto y después vino otra espera en lo que salía el grupo estelar.
Finalmente, después de los chiflidos de la gente que ya iba ambientándose, salió Bronco echando toda la carne al asador con “Sergio el bailador” y “Zapatos de tacón”, mientras la gente gritaba y se emocionaba por ver a Lupe Esparza en el escenario y buscaban el mejor lugar para alcanzar a mirar un poco.
Había muchas parejitas, familias y hasta niños trepados en la estructura del enorme toldo acondicionado para esa área. También mujeres y hombres mal grabando con sus celulares, transmitiendo en vivo para una sola persona que ve sus estados. Alguno que otro borrachito que iba y venía sin rumbo y una señora metiéndose por todos lados con una carreola.
Por más de dos horas los norteños cantaron sus mayores éxitos: “El sheriff de chocolate”, “Dos mujeres, un camino”, “Grande de caderas”, “Los castigados”, etc. Mientras, en las pantallas pasaban imágenes en 3D y animaciones, aunque la gente hubiera preferido que los proyectaran a ellos.
Un poco de cumbia, cerveza, gritos, grandes filas para los baños, declaraciones de amor acompañadas de bailes pegaditos completaron la noche de los regios. La verdad es que es evidente que el público moreliano sí es muy fan de la agrupación.
Ya después vendría la multitud queriendo salir de la feria. Enormes filas esperando los camiones para llegar al centro, los enojos, empujones y souvenirs. Aunque ya no pude verlo, imagino la escena mientras recuerdo que hace mucho no voy a La Burbuja a poner canciones de Bronco en la rocola.
Te puede interesar:
Esta mexicana obtuvo el Premio Alma de la Danza en Rusia