Galería de Los contemporáneos
1
Xavier Villaurrutia
Lentos los sinuosos corredores del silencio; ahí donde el hombre inmóvil visita las infatigables galerías de la imaginación. Viajar tan despacio que el pulso de la sangre se congele, que la vida no se distinga de la muerte, que la mirada se convierta en un pájaro solitario que visita la alcoba ajena antes del crimen.
Viajar para perderse.
2
Jorge Cuesta
La inteligencia brilla como una cuchilla afilada. Es el instrumento del suicida. Minutos antes, el corazón se desnuda de teorías: brilla la verdadera ciencia, resplandece la vida, los ojos son un caudal de lágrimas, la soledad es un paraje de nieve.
Al final del camino, el hombre se reencuentra con el hombre en un abrazo eterno.
3
José Gorostiza
Hay ideas que reverberan como espejos que se miran. En su soledad, el poeta se examina. Transcurre la vida como un páramo de muerte, un grito estalla en el vacío, el pensamiento tiene sabor de sal. Ideas y formas son lo mismo; poesía y silencio también. Un poema es un estanque de aguas turbias; un estanque que nadie contempla.
Sólo tú que ya estás muerto.
4
Gilberto Owen
La mañana en el puerto es un recuerdo de la infancia. Un recuerdo de la madre de rasgos indígenas que mira con ternura el transcurso de los años. ¿Quiénes somos nosotros para corromper la vida?
Ahora que no hay noche sin estrellas, ahora que la mente se difumina en innumerables colores, ahora que mil peces se dilatan en el lecho del mar, una mano lejana se vislumbra como en sueños.
5
Salvador Novo
Eres un dios enano que se ríe sarcásticamente de los otros. Un sátiro en la gesta de Dionisos. A tu lado –rey fingido– desfilan los honores del mundo, el poder investido, la hipocresía de los artistas.
Los observas desde tu pedestal, construido en la escala del aire; luego te hastías del veneno mortífero que tus labios escurren.
6
Jaime Torres Bodet
También en la poesía existen los políticos. Montan su oficina en las laderas del lenguaje. Escriben como ciegos numerarios con la pluma en el signo de pesos. No poseen el don y lo inventan; por lo menos, escriben tres libros al año.
Son rubicundos, banqueros de la palabra; empeñan su promesa de belleza por un puesto burocrático.
7
Enrique González Rojo
Al fin volamos, corazón de niño. Al fin las partidas de ajedrez se alargan hasta las postrimerías de la tarde. ¿Qué es la literatura sino un largo aliento de niño prodigio? ¿Qué son las líneas de un poema sino la jugada magistral en el ajedrez de la vida? Al doblar las campanas, los amigos se reúnen en la plaza; beben café, charlan, elucubran.
Tú permaneces en silencio.
8
Bernardo Ortiz de Montellano
Bajo la luz crepuscular, danza el trompo de siete colores. Nadie detiene el tiempo. En su vertiginoso andar, el trompo arroja luces y palabras. Nos dice que no se puede renunciar a la fatiga de contemplar las raíces del pasado; las generaciones danzan, ejecutan piruetas en el viento, imitan la trayectoria de los astros, y finalmente, mueren.
9
Carlos Pellicer
Podríamos cantar al paisaje lo que del paisaje habita en nosotros. El tronco de un árbol, el murmullo del viento, las ramas secas que se pudren en las entrañas de la tierra.
Todo eso nos conforma porque nuestros ojos representan al mundo. Por eso el silencio es un pozo de amargura; por eso la voz no deja de trinar.
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