El próximo 8 de noviembre se presenta en cartelera Polvo (2019), ópera prima de José María Yazpik, bajo la distribución de Diamond Films. La cercanía de su estreno, además de que su director es un reconocido actor del cine nacional, crearon muchas expectativas entre los asistentes a la función de prensa con la que cerró el segundo día de actividades del 17 FICM.
El guion, firmado por el dramaturgo Alejandro Ricaño y el propio Chema Yazpik, nos lleva hasta el pequeño poblado de San Ignacio, Baja California Sur, en 1982. En dicho lugar y momento, una peculiar lluvia de paquetes de cocaína sorprende a los habitantes. Siguiendo las órdenes del grupo criminal para el cual trabaja, Chato debe regresar al sitio que dejó hace diez años (cuando partió en busca de fama y fortuna) para recuperar el costoso cargamento.
En tono humorístico, la película nos muestra las dificultades que debe enfrentar Chato cuando vuelve a su terruño. Su amor de antaño se ha casado con su mejor amigo, sus padres prácticamente lo han olvidado y todos hacen burla de sus pretensiones de actor (lo buscaban en cada una de las películas que llegaban al pueblo). Pero las cosas cambian (solo un poco), cuando comienza a pagar generosamente a los habitantes del pueblo por cada paquete entregado, engañándolos con la historia de que son suplementos farmacéuticos.
Los modismos y las interminables conversaciones en las que no se dice nada son temas que conoce muy bien Chema Yazpik. Su padre es originario de San Ignacio, lugar en el que en el momento en que se sitúa el relato estaba prácticamente incomunicado. No había señal de televisión ni de radio, nada.
Buena parte del filme se desarrolla en los terrenos inverosímiles de la farsa. La caída de nada menos que media tonelada de cocaína sobre un pueblo, sus personajes caricaturescos y las improbables relaciones que se generan al interior de la comunidad, dan cuenta de ello. Pero farsas aparte, algunas decisiones de Yazpik son de plano fallidas, como la inclusión de Jesús Ochoa (actuando nuevamente como él mismo), en el reparto. En cambio, otras son acertadas, como la participación de Mariana Treviño como la manzana de la discordia entre Toto, el amigo incómodo y el Chato.
No es común que el FICM seleccione películas de género. De hecho estaba en el aire la interrogante de si la ópera prima de Yazpik tendría nivel de festival. Pero si hacemos una recapitulación, nos daremos cuenta de que hemos tenido de todo, para bien y mal, en estos 17 años.
En todo caso me parece que Polvo tiene algunos elementos rescatables, sobre todo si dejamos de lado el contexto y nos enfocamos en la situación del personaje: alguien que vuelve a su lugar de origen para enfrentarse a las consecuencias de sus decisiones pasadas. Además, este arco dramático en donde al final aparentemente nada cambia, ni en el pueblo, ni en el personaje, es un cierre digno para una película que no se toma demasiado en serio, ya que como dice el propio Chema, sobre los tiempos que corren: “no estamos para dramones”.
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