En lo que fue la última actividad del Festival Internacional de Cine de Morelia, el cineasta Ciro Guerra y el ganador del Premio Nobel de Literatura, J. M. Coetzee, presentaron en la capital michoacana la película Esperando a los bárbaros (Waiting for the barbarians, 2019). El quinto largometraje del realizador colombiano, primero que dirige en lengua inglesa, fue estrenado durante la pasada edición del Festival de Venecia, en donde compitió en la sección oficial.
John Maxwell Coetzee, quien fue reconocido con el Nobel en 2003, se estrena como guionista adaptando su propia novela, publicada originalmente hace casi cuarenta años (“Esperando a los bárbaros” está editada en español por DeBolsillo). El elegido para dirigir la adaptación fue el colombiano Ciro Guerra, quien tiene ya varios trabajos importantes en su haber, entre los que destacan El abrazo de la serpiente (2015) y Pájaros de verano (2018), ambas con sendas nominaciones a los premios Oscar.
Sin definir claramente el lugar donde se desarrolla la acción (bien podría ser el norte de África o las estepas de Asia Central), vemos la manera en que se desarrolla la vida cotidiana en un pequeño puesto colonial en las fronteras de un imperio. La vida transcurre con cierta tranquilidad hasta que cada cierto tiempo llegan enviados de dicho centro para iniciar campañas militares contra los grupos nómadas que habitan en las montañas. Los abusos cometidos por los militares encuentran cierta resistencia en el magistrado local, quien pronto será relevado de su cargo, pero vivirá para ver la reacción de los oprimidos.
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En los años ochenta, cuando se publicó por primera vez la novela, el tema de la tortura ejercida por los gobiernos no era algo a lo que se diera difusión en los medios. Fue hasta 2003, debido a los casos abusos cometidos por tropas estadounidenses en la cárcel de Abu Ghraib, que el tema cobró relevancia internacional. Este tipo de crueldad incomprensible es algo que se muestra a lo largo de la película, particularmente las confesiones sobre actos de sublevación obtenidas a base de golpes y humillaciones… nada desconocido para cualquier imperio que se precie de serlo.
El magistrado (interpretado por Jack Rylance), busca saldar los agravios del coronel Joll (Johnny Depp), y a la vez expiar los suyos, tomando bajo su tutela a una joven que ha sido torturada al punto de casi perder la vista y caminar solo apoyada con muletas. Un hecho que resultará incomprensible para sus compatriotas y lo hará caer de la gracia del imperio.
Los bárbaros que en la novela son seres sin rostro ni identidad definidos, aquí se muestran con vestimentas muy similares a las de los nómadas mongoles. Pero siguen siendo los otros, aquellos que visten, hablan y viven diferente. La incomprensión se traduce en un miedo infundado y promovido por personas que desde una arrogante distancia deciden el destino de lugares que ni siquiera conocen.
Esperando a los bárbaros es un retrato sobre la crisis colonial y los peores métodos para sobrellevarla. No es un tema ligero y no será para todas las audiencias, pero ahí donde la cinta parece estancarse aparece el talento narrativo de Ciro Guerra. A pesar de las críticas mixtas en Venecia, es un buen primer intento del colombiano fuera de su tierra natal.