Debido a su gran éxito en la cartelera francesa, Adiós idiotas (Adieu, les cons, 2020), que dirige Albert Dupontel, era probablemente la película más esperada del 25 Tour de Cine Francés (TCF). Dupontel es más conocido por su faceta como actor, aunque ya tiene una larga experiencia como guionista y director. 9 meses… ¡de condena! (9 mois ferme, 2013), uno de sus largometrajes previos, formó parte de la programación del TCF.
Dupontel tiene una clara inclinación a la comedia, con guiones de su propia autoría, siempre se reserva la interpretación de uno de los personajes principales. En su filme más reciente sigue esa misma línea, ahora personificando a Jean-Baptiste Cuchas, un experto en seguridad informática que al recibir la noticia de que será relevado de sus funciones, sufre de ira y depresión. Por otra parte se encuentra Suze Trappet, una peinadora que tiene una afección terminal que le obliga a solucionar algunos puntos oscuros de su pasado. Las vidas de ambos personajes se cruzan y pese a las reticencias iniciales, deciden ayudarse mutuamente.
Haciendo gala de un humor extravagante, Dupontel hace también un homenaje a sus admirados Monty Python. No por nada la película está dedicada al recientemente fallecido Terry Jones, uno de los miembros iniciales de la agrupación británica, quien había participado en dos de sus largometrajes previos. Para completar el cuadro, el propio Terry Gilliam hace un cameo como un vendedor de armas por televisión y algunos nombres de los personajes han sido sacados de su obra más conocida: Brasil (Brazil, 1985).
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La cinta hace un recorrido por algunos de los males comunes de las sociedades industriales: el estrés, las enfermedades producidas por el empleo, la violencia policial, así como el uso y abuso de las nuevas tecnologías. El señor Cuchas sufre de casi todas las anteriores, es un soltero empedernido, tan metido en su trabajo que no piensa en nada más. Cuando su empleo se ve amenazado, su reacción llega al extremo de querer quitarse la vida.
Más interesante es el personaje que interpreta Virginie Efira, una mujer en sus cuarenta que anhela un reencuentro con un hijo que dio en adopción en su adolescencia. La presión de sus padres fue suficiente para que Suze, a sus quince años y con música de Mano negra de fondo, tomara una decisión de la que ahora se arrepiente. En suma, es la reunión de dos personajes: uno que quiere vivir y no puede, mientras que el que puede no quiere hacerlo.
Dupontel hace uso de los recursos característicos de su filmografía, los rápidos movimientos de cámara, las paisajes citadinos que rayan en lo surreal, así como la aparición de personajes que sirven de vehículos para su humor extravagante. Incluso recupera una de sus bromas recurrentes: la confusión en los nombres de los protagonistas que no se detiene en ningún momento del filme.
El humor del actor, director y guionista francés no es para todos los gustos. Y es que por momentos todo se vuelve excesivo: el comportamiento de los personajes, las situaciones a las que se enfrentan y hasta los escenarios en donde se desenvuelven. Solamente la presencia de Virginie Efira le da un poco de cohesión al relato. Si tomamos en cuenta la fama que la precedía, podríamos decir que fue la mayor decepción del 25 TCF.