Se dice que la palabra restaurante tiene su origen en el verbo francés “restaurer”, cuya traducción al español sería “restaurar”, haciendo referencia a la recuperación de las fuerzas vitales por medio de la alimentación. De acuerdo a lo que afirma Éric Besnard en Delicioso (Délicieux, 2021), el concepto de restaurante tal como lo conocemos en la actualidad, empezó a tomar forma hacia finales del siglo XVIII.
La cinta es la carta de presentación de Éric Besnard en el Tour de Cine Francés (TCF). Es el séptimo largometraje del guionista y director galo, así como uno de los seis que ha coescrito con Nicolas Boukhrief. Probablemente su película más conocida es La magia de los sentidos (Le goût des merveilles, 2015), una comedia romántica con Virginie Efira, que tuvo estreno comercial en México hace algunos ayeres.
La historia de Delicioso se desarrolla en la Francia de finales del siglo XVIII, cuando el maestro cocinero Pierre Manceron, es despedido por su protector, el duque de Chamfort. Obligado a regresar a su pueblo natal, lejos de los banquetes que son su razón de vivir, Manceron cae en una profunda depresión. No obstante, la llegada de una misteriosa mujer y las ideas novedosas de su instruido hijo adolescente, le permitirán acercarse nuevamente a la cocina y de paso, crear una nueva forma de consumir los alimentos.
A Manceron le cuesta aceptar que los tiempos están cambiando, sigue obsesionado con regresar al servicio de la nobleza, a pesar de los reclamos emancipadores de su hijo y las dobles intenciones de una mujer madura que llega como aprendiz de sus secretos culinarios. De cualquier forma, juntos crearán el primer restaurante, no solo como un espacio de degustación alimenticia, sino de disfrute y convivencia abierto a todo el público.
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Recreando las características de los bodegones de los siglos XVI y XVII, Besnard nos muestra composiciones frontales del cocinero ante los alimentos con el típico fondo oscuro. Esta emulación de la pintura de la época se da también al exterior, cuando registra con solvencia el colorido de la campiña francesa.
Es significativa la época en la que transcurre la historia, justo antes del inicio de la Revolución Francesa. Se muestra el incremento gradual del descontento popular ante la corrupción y la frivolidad de la nobleza, representada por el duque de Chamfort y sus amistades, todos defensores a ultranza del más rancio conservadurismo. De hecho, es el comentario de un prelado el que provoca el despido de Manceron, debido a la inclusión de la papa en el menú, un alimento que se consideraba maligno por el simple hecho de crecer bajo la tierra.
La alta cocina de esa época estaba destinada a los encumbrados, no solo porque eran las únicas personas que podían pagarla, sino porque se consideraba que los pobres serían incapaces de disfrutar de los matices y de las amplias posibilidades que ofrece el arte culinario. La tesis que defiende Besnard es la del restaurante como elemento democratizador, al poner al alcance de todos lo que antes solo estaba reservado para la nobleza. Es un planteamiento discutible, pero no por ello menos confortable, nos invita a reflexionar la próxima vez que vayamos a comer a nuestro sitio preferido. ¡Buen provecho!