Cuando en los primeros momentos de la película escuchamos el reclamo adolescente, pidiendo más atención de los adultos, nos encontramos con un presagio de lo que vendrá a continuación. En C’mon c’mon (2021), Mike Mills confronta estas dos visiones generacionales en un viaje (literal), que desembocará, después de algunos tropiezos, en el entendimiento y la aceptación.
Johnny (Joaquin Phoenix) es un periodista radiofónico que recorre Estados Unidos grabando entrevistas de niños y adolescentes. Cuando la hermana le pide ayuda para encargarse de Jesse, su sobrino, mientras su cuñado se recupera de una profunda crisis nerviosa, vuela a Los Angeles para hacerse cargo de la situación. Previsiblemente, la recuperación tarda más de lo esperado y es así como tío y sobrino pasarán un tiempo en Nueva York y Nueva Orleans. Construyen una relación y sanan, aunque no del todo, sus heridas internas.
Un análisis preliminar nos invita a notar el contraste entre ambos personajes, pero una mirada más atenta nos sugiere ciertos paralelismos. Si bien el ánimo parlanchín de Jesse choca contra la silenciosa melancolía de su tío, ambos comparten cierta frustración frente a sus padres y una gran creatividad, así como la incapacidad de expresar abiertamente sus sentimientos. En el caso del niño de nueve años, es posible entenderlo, mientras que Johnny ha construido una coraza para no hablar de una larga relación, cuyo rompimiento todavía le afecta.
Conforme avanza el metraje, nos enteramos por medio de flashbacks y conversaciones telefónicas de la manera en que se fue deteriorando la relación entre los hermanos, principalmente por la distinta percepción que tenían acerca de su madre, recientemente fallecida. Esto sale a colación en las numerosas charlas entre los protagonistas, que paulatinamente van relajando sus defensas para dar paso a la confianza.
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Justamente la confianza es parte del trabajo del periodista. Conseguir que los jóvenes entrevistados se expresen con libertad y soltura sobre temas que les preocupan, no es una labor sencilla. De hecho, tras varios días de convivencia no consigue entrevistar a su sobrino. Cabe mencionar que las entrevistas con los chicos presentadas en la película son reales y sus respuestas espontáneas. Tristemente uno de los chicos entrevistados, Devante Bryant, murió en un tiroteo antes del estreno de la película.
Mike Mills se mantiene fiel al tono agridulce de sus películas anteriores y utiliza algunos elementos formales para reforzarlo. Los silencios durante las llamadas telefónicas, las grabaciones de los personajes sincerándose frente al micrófono y una hermosa fotografía monocromática. También apunta hacia el ensayo, incluyendo textos de terapeutas expertas en temas de maternidad, guía parental y bipolaridad de los padres. También incluye partes de un texto de la documentalista Kirsten Johnson, así como extractos del clásico El mago de Oz y Niño estrella, de Claire A. Nivola.
Pero al final, todo vuelve al terreno conocido por Mike Mills. Mujeres del siglo XX (20th Century women, 2016), una especie de homenaje a su madre, una mujer liberal e independiente. Previamente en Beginners (2010), contaba la salida del closet de su padre a los 75 años de edad. Ahora como padre, Mills explora la relación con su hijo.
Para guardar un poco la distancia, el cineasta decidió contarla desde el punto de vista de un hombre soltero que se hace cargo de un infante, muy al estilo de Alicia en las ciudades (Alice in den städten, 1974), de Wim Wenders. Así, sin ninguna experiencia previa, pero improvisando y sin volver la vista atrás, el periodista trata de registrar lo efímero en su grabadora, mientras el director hace lo propio con los momentos caóticos, divertidos y conmovedores de su experiencia paternal.