Indudablemente Elvis Presley es todo un ícono de la cultura pop. Todavía circulan algunos descarriados luciendo alguno de sus trajes clásicos y son innumerables las producciones cinematográficas que de alguna manera están relacionadas con su figura. En lo personal, la única que me entusiasma es Mystery train (1989), un tríptico de Jim Jarmusch que transcurre en el centro de Memphis.
Si bien se ha hablado mucho sobre el cantante, algo que pocas veces se ha hecho en el cine es profundizar en la relación entre Elvis y quien fuera su única esposa, Priscilla. Fue Sofia Coppola quien dio este paso basándose en las memorias de la ex mujer publicadas en 1985. En su momento Elvis y yo, firmado por Priscilla Beaulieu Presley y Sandra Harmon, se editó en español bajo el sello sudamericano Vergara (el cual tiempo después fue adquirido por Penguin Random House), aunque actualmente el libro se encuentra descontinuado.
Coppola nos cuenta la historia desde el punto de vista de Priscilla (quien aparece como coautora del guion y directora ejecutiva). Inicia con su encuentro en Alemania con la estrella de rock cuando ella tenía apenas 14 años y él, diez años mayor, cumplía con su servicio militar. Los reticentes padres de la chica poco a poco ceden ante el empuje del cantante y permiten un primer viaje y luego una estadía permanente de Priscilla en Graceland, la mítica finca que edificó Elvis en Tennessee. En ese lugar la adolescente descubre no solo el lujo y el despilfarro, sino también las anfetaminas y la frustración sexual.
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El personaje que nos presenta la directora es intuitivo y carismático. Siempre está rodeado por una camarilla de aduladores, pero también es un compañero infiel, voluble y controlador. Priscilla se somete a los dictados de Elvis, quien decide el color de su pelo (lo cambia al distintivo negro que usó durante varios años), sus actividades, su ropa y hasta el momento en que deben tener relaciones sexuales. Los ocasionales brotes de rebeldía fueron sofocados con promesas de cambio y una tardía propuesta matrimonial.
Probablemente lo más complicado para Sofia Coppola fue encontrar el tono exacto de la historia. Hubiera sido muy fácil concentrarse en el lado oscuro del cantante: sus adicciones, su inconstancia y sus arranques violentos. Sin embargo, lo suaviza con una mirada juvenil, la de una adolescente deslumbrada por el lujo y enamorada de su ídolo, algo que no le permite procesar con rapidez su creciente malestar e indignación.
Sofia Coppola encuentra en Priscilla a la protagonista típica de varias de sus películas, una joven un tanto ingenua que vive encerrada en una burbuja de privilegios. Así es como vemos a Priscilla, portando un costoso vestido, pero mirando con hastío por una de las ventanas de su jaula de oro, la lujosa mansión de Elvis Presley. No es una película oscura, pero los colores lucen opacos y es poco lo que brilla bajo el cielo de Tennessee. Esto puede deberse en parte al bajo presupuesto del filme, un factor determinante para que se grabara en digital, apenas la segunda ocasión en que la directora trabaja con este formato.
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Llama la atención que hace apenas un año se estrenó Elvis (2022). Fue un desaforado musical de Baz Luhrmann, en donde vemos a Presley como una víctima de su promotor, el “coronel” Tom Parker, quien le impide hacer giras internacionales, lo encamina a rodar cintas infumables y hace la vista gorda ante las adicciones del cantante. Priscilla podría verse como la contraparte, en donde la víctima pasa a ser victimario, abusando de su poder para mantener bajo control a una chica que lo admira y que vive fuera de su entorno.
No extraña que la empresa que se dedica a administrar los bienes de Presley haya negado el permiso para usar sus canciones, aunque esto permitió que la banda francesa Phoenix (cuyo vocalista Thomas Mars es pareja de Coppola), hiciera nuevas versiones de algunos temas de la época. Lo que es llamativo es que Lisa Marie, la hija de los Presley, antes del rodaje hiciera comentarios tan negativos sobre el guion, al que calificó como vengativo y desdeñoso. Lamentablemente no pudo ver la cinta terminada, ya que falleció en enero de 2023.
Lo que pudo ser una historia de amor entre un cantante exitoso y una joven que llega a un mundo de ensueño, se transforma bajo la mirada de la cineasta, en una película distinta, una sobre el abuso y la frustración. Evidentemente lo que vemos en la pantalla no deja bien parado al artista, pero tampoco a Priscilla, quien tristemente seguirá siendo recordada solo como quien fuera la esposa de Elvis Presley.