Como parte de las actividades de Cinema Queer, se presentó el largometraje La Arriera (2024). Se trata de un drama de época que llegó a Morelia después de presentarse en los festivales de Guanajuato (GIFF) y Guadalajara (FICG), en donde se alzó con el premio a la Mejor dirección. La historia transcurre en el Jalisco rural de los años treinta. Emilia es una adolescente que decide abandonar la casa de su familia adoptiva para ir en busca de su padre biológico. Recorrerá los caminos disfrazada de arriero, si bien no logra encontrar a su padre, en el camino se descubrirá a sí misma.
Después de la proyección platicamos con su directora, Isabel Cristina Fregoso. La realizadora nos habló acerca de su recorrido festivalero, la perspectiva feminista del filme y la necesidad de espacios para el cine mexicano.
¿Qué representa el recorrido de La Arriera por este circuito de festivales?
Isabel Cristina Fregoso: Es un camino largo. Vamos a tener una gira por varios lugares en Estados Unidos y en México le queda por asistir a Todos Santos, en Baja California Sur, durante los primeros días de diciembre, además de una presentación en Cinema Queer en Mérida. En el plano internacional ya estuvimos en Argentina y Estados Unidos. Pero presentarla en México es una experiencia muy bonita, porque ahí es donde encuentra su lugar natural.
Aunque está ambientada en México, es una historia universal porque el feminismo está en todos lados. La opresión de las mujeres y el patriarcado también son temas actuales, lo podemos ver con las guerras que actualmente sufrimos. Hay muchas películas recientes que reivindican esta nueva perspectiva feminista de la realidad y que muestran las historias de las mujeres que han sido silenciadas durante mucho tiempo.
No es muy común ver finales felices en el cine LGBTQ+. Tenías muy claro el desenlace desde que iniciaste el proceso?
Hay tres momentos de las películas: uno cuando escribes el guion, otro cuando lo estás filmando y la tercera cuando la editas. Cada uno de estos momentos va aportando e implicando cierta reflexión y cierta forma de contarla. Al principio era una película mucho más larga, que tenía otras escenas que hubo que quitar para beneficiar la narrativa y que el mensaje llegara más directo. Por ejemplo, hay varias voces y varios personajes, pero tenía claro que había que centrarse en la historia de las dos chicas, de lo que le pasaba a Emilia en su deseo de tener una vida diferente.
A mí me gustan las historias de resistencia, donde las mujeres van superándose. Y es que justamente hace falta hablar de los logros que las mujeres hemos tenido a lo largo del tiempo, en espacios que han sido mayoritariamente ocupados por hombres. Quería mostrar esperanza, que el público salga de ver la película motivado, con ganas de seguir adelante. Creo que ese mensaje es necesario para seguir luchando y transformar la realidad que nos aqueja, que nos es dolorosa. Quería mostrar a estas dos chicas que lograron su objetivo, que no les cayó encima la ley, ni las quemaron en la hoguera, eso me pareció muy importante.
Es interesante cómo empleas la geografía en la narrativa. La historia comienza en Mascota, Jalisco, que es una zona serrana y la protagonista emprende un viaje hacia la playa. ¿Este desplazamiento es una forma de liberación del personaje?
Emilia viene de un lugar cerrado, la madre es una mujer que se enamoró de un arriero, la embarazó y se fue, como en tantas otras historias. Emilia encuentra cierto paralelismo en el relato de otro arriero que tenía ese mismo comportamiento, esto la lleva a comprender que viene de un ambiente conservador y restringido. Se da a entender que la gente de la sierra es más cerrada que la de la costa, quienes son más abiertos, más ligeros, el clima permite que el cuerpo se exprese de distinta manera. Esa es la idea de que el viaje del personaje sea hacia la costa, porque la protagonista va descubriendo un camino y se va desprendiendo de un entorno opresor, de alguna manera se libera.
Alguna vez me dijeron que la historia era solo una fantasía, algo imposible, pero yo creo que no lo sabemos, es algo que pudo haber ocurrido en algún momento. Obviamente no todos lo logran, hay quienes se someten al yugo de la religión, de alguna ideología, pero hay otros que encuentran una grieta por donde salir y ser ellos mismos.
Me llama la atención que eliges representar la historia en los años treinta. México acaba de pasar por el periodo revolucionario y el conflicto Cristero, que fue muy fuerte en el sur de Jalisco. ¿Por qué elegiste este momento histórico?
En esos años México viene de una revolución, de un cambio. Posteriormente vienen los años cuarenta, en donde la sociedad es un poco más liberal, aunque todavía están en ciernes las libertades individuales y la búsqueda personal. Es una época que me parece muy interesante.
Yo la sitúo con la fecha de la muerte del compositor Guty Cárdenas, que murió en 1932, con 27 años de edad, quien al parecer murió asesinado por algún comentario sobre su ideología política. Es una época de ideologías, los cristeros y federales de los que se habla en la película, también están luchando por sus derechos y por defender un sistema de creencias.
También me viene a la mente el cine mexicano de ese periodo, que tiene un discurso y una forma muy acorde a la época. Pero yo quería hacer una perspectiva diferente, una mirada contemporánea de esa realidad. Para mí era como un viaje al pasado, quería recuperar ese momento histórico.
¿Qué sigue para La Arriera? Es una película que ya ha triunfado en festivales, pero se entiende la dificultad de que tiene el cine mexicano para encontrar espacios de exhibición.
Esa es la parte ruda del cine mexicano. Aunque hay apoyos para la producción, las salas cinematográficas no están disponibles para todas las películas. Creo que hace falta más apertura del duopolio conformado por Cinépolis y Cinemex, para mostrar más cine mexicano, porque la gente acude a esas salas, más que a centros culturales. Aunque es verdad que se han recuperado algunos espacios como cinetecas, hacen falta más, además de seguir educando a las audiencias para que disfruten otro tipo de cine.
Creo que a la gente le gusta verse reflejada en personajes de nuestro mismo color de piel, como la protagonista, que es como somos la mayoría aquí en México y que estamos muy poco representados en el cine nacional. Ojalá la película encuentre ese espacio en estos grandes consorcios, eso significaría que llegue a una mayor audiencia. La idea es que todos la podamos disfrutar, porque está hecha en su mayoría con recursos públicos y creo que es importante que llegue a la gente que la está pagando con sus impuestos.