Por Adán Echeverría
En este texto, el autor nos lleva por su experiencia personal para encontrarse con la literatura. Así, propone una profesionalización que lleve a los autores a la publicación de su obra, para lo cual hay que tocar puertas y sobre todo no cesar nunca en el intento…
Se trata de acabar con la poesía que agoniza ahogada en palabras
y devolver al poeta el derecho a expresarse como persona, no como
organillo ni como diccionario ni como vigía del aire, devolverle el
derecho a la conversación, el derecho a violentar la sociedad y violentarse
a sí mismo para romper lo que está podrido y se empolla en las academias.
Fernando Alegría (La Antopoesía)
¿Cuál es la intención de la literatura? ¿Para qué sirve la poesía? ¿Cuál es la situación de los libros en la sociedad del siglo XXI? Comunicar el pensamiento podría ser una de las respuestas que engloben las preguntas anteriores. La representación mediante signos de la oralidad, la búsqueda del código que se comparte y es utilizado para hacer llegar alguna idea al lector. Lo que nos ocupa enla CatarsisLiterariaEl Drenaje es la contaminación de los espíritus. Desde el año 2003, cuando todo comenzó en los salones de aquel Instituto dela Juventudfue una experiencia que habría de contaminar mi vida de forma insaciable y volverse contagiosa
Proyectos de vida, me dije, todo tiene que convertirse en un proyecto de vida y no en vanas intenciones. Un trauma de lo vivido: Cuando cumplí los 17 en 1992 (hace 20 años), y concluí la preparatoria. Andaba con mi guitarra, mal tocando y garabateando las letras que me llevaron al Segundo Festival de Rock en Mérida. Aún recuerdo el primer libro que me compré aquel año: La isla del tesoro. ¿Qué se leía en aquellos entonces en Mérida si venías de una familia de trabajadores clase medieros cuyas intenciones jamás caminaron acerca de la literatura?
Recuerdo las veces que desgasté el disco de vinil con el poema Mi cristo roto. La declamación jamás fue lo mío, aunque en la primaria fuera siempre el elegido para hacerlo en los homenajes. El que busca encuentra. Como todo joven supe que el mundo tenía que ser algo más que rock, chelas y reventón. Las preocupaciones literarias comenzaban a taladrar mis neuronas. Y apareció, sin recordar como, en aquellas páginas impresas de El Juglar, encontré poemas y narraciones de escritores que vivían acá, en mi ciudad, que se reunían todos los martes en un café en el Paseo de Montejo de nombre El Oro Verde. Me decidí a ir a escucharlos; me sentaba con algún amigo a contemplar y escuchar sus lecturas mientras nos servían alguna bebida amarga para mitigar la sed de cultura.
De las canciones de rock garabateadas en cuadernos comenzaron a llenarse más y más páginas que no alcanzaban los pocos conocimientos musicales para ir a la par. Se llenaron libretas, y tocando y preguntando enla Universidad, en el Ayuntamiento, llegué ala Casadela Cultura, una tarde, para hablar con el director: Escribo poemas y quería ver la oportunidad de compartirlos con alguien porque quisiera publicar un libro, dije al director de dicha casa: José Antonio Castellanos; él miró mis “engargolados”, fue pasando las hojas y dijo: justo estoy comenzando a reunir compañeros en un taller de Literatura, si quieres vuelve a las 6 de la tarde. Ahí vi por primera vez a conocidos que se han quedado en el camino, o que han cambiado sus búsquedas, pero siguen intoxicados por la literatura: León de Almeida, Reyes Rejón, Alex Pulido, Andrés Herrera; a la tercera o cuarta sesión me armé de valor y mostré mis trabajos; uno de ellos los tomó, preguntó: ¿te gusta la poesía?, y tirando mis trabajos a la basura escupió: olvida todo lo que has hecho hasta hoy, tienes que comenzar de nuevo. Lo que se fue a la basura fueron mis sueños, y me dije: ningún pendejo me va a detener. Esas tardes me enteré que por las noches se reunía otro grupo, los del Centro Yucateco de Escritores. Para entonces era aún 1993. Pero entonces no alcancé a verlos más que de lejos.
El mundo me fue llevando por otros caminos y acabé, como muchos universitarios, en la radio de la Uady, y luego en la Editorialde la misma casa de estudios, haciendo corrección de estilo. En aquellos días editaba la Revistade mi facultad, la de Veterinaria, y me habían invitado a un proyecto que buscaba la integración de compañeros con la misma intención, hacer edición. Era un proyecto editorial de nombre El Jaguar, donde me hice cargo de la parte de literatura, junto con otros compas que igual han quedado en el limbo de las letras, abandonando las intenciones. Continuaron pasando los días. Me invitaron a casa del maestro Duch Collel, quien revisó los mismos “engargolados” retrabajados, y sus palabras fueron: en estas letras hay poesía, tienes que limpiar los textos y encontrarla.
Y sin desistir por las caídas llegué a los talleres que Roger Metri y Jorge Lara impartían en Bellas Artes, les enseñé el “engargolado”, Roger lo miró y me abrió un espacio en un taller que estaban impartiendo; así tuve participación en algunas sesiones con la maestra Coral Bracho quien vino como maestra invitada, y no fue sino hasta el 2001 cuando conseguí, por un concurso, la publicación de El ropero del suicida, y pude ver publicado al fin, el engargolado que había sido tirado a la basura.
Esta ha sido, en resumen, un poco el derrotero que muchos tuvimos que caminar en aquellos años. Hoy no dejo de mirar con alegría: Licenciaturas en Literatura, Escuelas de Creación y de Escritores, algún Doctorado en Letras, esas oportunidades que hay ahora en la ciudad. Talleres gratuitos. Convocatorias. Becas estatales y nacionales de letras. La amplitud de la oferta está ahí.
Enla CatarsisLiteraria, concientes de ello, tenemos como objetivo, repito, compartir nuestro gusto por esta contaminación de los espíritus que es la literatura, contagiar. Desde aquellos días del Injuvy la búsqueda sigue siendo la misma: que los trabajos literarios lleguen a un mayor número de lectores, que no se quede todo acá en Yucatán.
Así, con el sello editorial de la Catarsis, (si pensamos en que podría llamarse de esta forma), la búsqueda permanece: primero la creación y presentación de plaquettes de poesía y narrativa para aquellos que formábamos parte del taller: Patricia Garfias, Mario Pineda, Nelson Ibarra, Armando Pacheco, Ivi May. Luego, hartos de mirar en las mismas antologías a los mismos personajes, concientes de que, así como en Yucatán se gesta un movimiento de escritores, nos pareció necesario conocer a esos escritores regionales que por alguna u otra razón no se conocen en el resto del país, en otras latitudes, y creamos el proyecto Del silencio hacia la luz: Mapa poético de México. Autores nacidos entre 1960 y 1989 (2008). El proyecto crece cual bola de nieve, y nos permite contactos en todo el país. Surge entonces el proyecto Esta humanidad tan llena de Grietas (en el 2010) con el cual hemos cruzado los 120 números, y con el que hemos participado a nivel nacional en dos eventos de editores de México. Y más adelante, ese mismo año, lanzamos la primera plaquette de esta nueva etapa: Y el estado de sitio, de Ileana Garma.
Con este impulso, surge la idea de continuar el trabajo, y la búsqueda se mantiene en dos vías: brindar un espacio para nuevas voces que van naciendo en Yucatán y, darlas a conocer a nivel nacional e internacional. Es bíblico aquel pensamiento de: el que pide recibirá, y si lo juntamos con: usa el sistema. El resultado es conseguir apoyo de quien puede dártelo. Nos acercamos a pedir apoyo al Ayuntamiento de Mérida, que sirviera de impulso, se trazaron las líneas editoriales con un fin claro: tiene que gustarnos, lo que representa, abrir bien los ojos, no casarnos con ideas propias, sino mirar, ser capaces de encontrar (como alguna vez me dijo Duch Collel), el poema que está ahí dentro, en esos primeros escritos.
Como le dije a David Anuar: si con el paso de los años, esta plaquette es lo único que has publicado, habrá que mirar ¿cuál es tu intención en la literatura? Los días y las lecturas nos tienen que hacer evolucionar. Uno mira atrás y siempre dirá: pude haber mejorado ese poema. Los poemas se abandonan. Se publica para abandonar un texto que no te deja descansar. Bien lo han dicho autores como García Márquez u Octavio Paz, cada que reviso mis trabajos publicados, corrijo algo. Se publica para avanzar al siguiente libro.
La Catarsispretende ser ese muelle donde el poeta deje la barca y continúe su camino en el mundo de las letras. ¿Qué nos compete a nosotros?, leerlos, decir lo que pensamos, mimetizarnos con el autor, ofrecer un punto de vista que pretenda mejorar el trabajo, que la obra publicada sea un consenso entre autor y editor.
El editor tiene que ser ese compañero que, no sólo se dedique a dar palmaditas al autor, sino que pueda, con su lectura y su punto de vista, ofrecer oportunidades al autor de mejorar su creación. Nunca será lo mismo un taller que un trabajo editorial. El trabajo de editor tiene que ser más competitivo, más combativo, porque es el cambio al último minuto antes de que la obra se despida y camine hacia el lector. Imagino a ese matrimonio, autor-editor, dejando que su hijo (la obra) se vaya en el tren hacia nuevos mundos. Si no estuvimos ahí de acuerdo en lo mejor para la obra, la crítica lectora será capaz de demolerla.
Y aprovechar todo el recurso, hasta el último centavo. Las plaquettes son obras publicadas de menos de 60 páginas. Cuando tienen 60 o más páginas hablamos de libros. Nosotros ofrecemos plaquettes iniciales. La idea es publicarte una plaquette y dejarte ir. Optimizamos el recurso que nos ofrece el patrocinio, en este caso, del recurso que solicitamos publicar un número mayor de autores, ahora llevamos 16. Nos comprometimos a: en un año publicar 300 ejemplares de cada plaquette, llevamos 100 ejemplares de cada autor en menos de 6 meses. Vamos bien. Tan bien que comenzamos a exportar las letras yucatecas, tenemos en puerta dos intercambios, uno con autores de Chile, otro con autores de Guerrero.
Hemos abierto otra brecha, queremos dar a conocer en Yucatán, la obra de compañeras de toda la república, ya publicamos a la primera: Angélica Santa Olaya, y estamos en pláticas con compañeras de otros estados dela República.
Continuar, invertir, reinvertir, encontrar patrocinio. Queremos profesionalizar al escritor desde el primer encuentro con su lector. Queremos que sea la obra la que se defienda ante el ojo lector. Es el objetivo, y se los compartimos.
Reconocemos con Dietrich Schwanitz: No tenemos que leer de principio a fin todos los libros que caigan en nuestras manos, por ello es necesario que desde jóvenes, nos preocupemos con escribir para lectores más capaces que nosotros mismos. Es en el respeto hacia el lector en donde afianzaremos la calidad del texto que queremos publicar.